Anatomía Vampírica

También nuestra apariencia exterior permanece muy semejante a la de los vivos, aunque hay algunos entre nosotros que insisten en que el Abrazo transforma al sujetó en otra especie, Homo Sapiens Sanguineu, Homo Sapientissimus, y Homo Vampiricus han sido los nombres atribuidos para estás nueva raza, siguiendo la clasificación sueca.

De todos modos, parece fuera de toda discusión, que el cuerpo experimenta tanto o más cambios que la mente. Hasta que se haga evidente, la mayoría de lo que sigue es, y sólo puede ser, conjetura, que carece de la base firme de la disección. La Resurrección Humana tendría pocas ventajas entre nuestra especie.

Los enormes cambios físicos son un asunto de dominio público; tanto que hemos permitido que queden en la ficción popular. Los colmillos son en efecto largos y puntiagudos, mejor para extraer sangre. Sin embargo, solo son extendidos totalmente en el momento de morder, estando el resto del tiempo retraídos en sus alveolos por la contracción de un tejido flexible en su base. De otro modo el habla y la discreción serían más difíciles. Algunos carecen de medios para retraer sus colmillos, pero son fácilmente descubiertos y son una progenie muerta.

La piel, como la del Vampiro cinematográfico, invariablemente pálida. En parte, parece que esto proviene de nuestra aversión a la luz del sol, pero en parte es debido a nuestro detenido estado de muerte.

El Ansia es un impulso alimentarse, del que no hay escapatoria. De ésta, y de amargas experiencias con los alimentos, disfruté más en mis días de respiración; parece que órganos interiores del Vampiro han perdido su facilidad para la digestión. Rara vez uno ve aun Vampiro corpulento, y sí, todos los indicios de una recién hallada esbeltez después del Abrazo. Los órganos, al no ser necesitados por más tiempo se atrofian. El cuerpo del Vampiro permanece tal y como era en el momento de la muerte. El pelo y las unas continúan creciendo durante unos pocos días, como ocurre en un cadáver reciente, pero eso es todo. Si quisiera que mi pelo o uñas fuesen más cortos, debería cortarlos cada noche después de levantarme.

Mi conjetura es que el cuerpo del Vampiro está realmente muerto, y que sólo se ha detenido el proceso natural de descomposición por el poder del Abrazo. La piel se ha estirado un poco más sobre los huesos, al igual que ocurre en los recién muertos. Si el cuerpo es herido, se reforma a sí mismo en el mismo molde una y otra vez.

El cuerpo no fabrica y repone su propia sangre, y se remedia con la sangre fresca de las víctimas y Ios nutrientes que la ciencia ha averiguado que lleva la sangre. Algo en la sangre del Sire, transmitida en el abrazo, excita la chispa de la vida y detiene la descomposición, pero son necesarias infusiones regulares de sangre fresca para que la descomposición no comience de nuevo. Y cuando un Vampiro es destruido, esta descomposición es fantásticamente rápida, como si el Tiempo estuviese reclamando la deuda de décadas o siglos. No queda nada excepto el polvo, por lo cual la anatomías es imposible y por tanto debe ser aproximada.

Los pulmones de un Vampiro no respiran más, aunque muchos han aprendido a fingir la respiración mientras están entre los vivos, pues la sangre fresca de la víctima suministra la cantidad de oxígeno necesaria para mantener los tejidos muertos en su éxtasis. Sólo un Vampiro joven o estúpido bebe sangre la vena yugular, donde la sangre está cerca del final de su viaje y llena de impurezas; la sangre de la arteria carótida está limpia y sana, y mucho más apetecible.

Exactamente como los pulmones no respiran más, el corazón tampoco late. La sangre de la víctima debe difundirse a través del cuerpo por un proceso de ósmosis, en lugar de fluir a través de venas y arterias. Puede verse en el hecho de que cuando un Vampiro llora, (lo que en efecto hacemos y más a menudo de lo que un mortal podría suponer) las lágrimas son de sangre. Corte la garganta de un Vampiro, y encontrará los vasos sanguíneos vacíos. El cierre y atrofia de esos vasos sanguíneos es otra razón para la palidez de aspecto que marca a un Vampiro, aunque un tono rosado es obvio después de alimentarse.

La sangre de la víctima, junto a la del Sire, parece tener algunas propiedades extraordinarias. Somos capaces de curarnos a nosotros mismos de la mayoría de las heridas con extraordinaria rapidez. Todavía sentimos dolor, y un reflejo envía sangre al área afectada, como cuando estábamos vivos, la sangre se difundirá en el tejido magullado tiñiendolo de color púrpura. La única excepción a esta regla es la estaca tan amada por escritores y cineastas. Esto produce una clase de parálisis o trance, aunque no matará en el sentido correcto. El porqué esto es así me es completamente desconocido, puesto que el corazón ya no late y no es necesario para que la sangre fluya. He oído varias explicaciones místicas de este fenómeno, pero debo confesar que me veo incapaz de explicarlo racionalmente.

Un mínimo interrogante queda in re corporis, uno algo lascivo, que contestaré con tanta como pueda. Por medio de los espectáculos populares, el Vampiro ha sido establecido como una figura altamente eficaz para el romance y rápidamente para algo más que el romance. Aunque el acto de amar es físicamente posible para Vampiros de ambos sexos, los estímulos relacionados, conductas y respuestas han muerto junto con la carne, la cual por cierto, es fría al tacto en lugar de cálida. Con un esfuerzo de voluntad podemos experimentar los impulsos, forzando a la sangre que vaya a las áreas pertinentes de la misma forma que curamos una herida, pero eso es todo. El éxtasis del Beso sustituye todas nuestras necesidades internas.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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