Apócrifo Gangrel – El nocturno de un nómada

Mi buen amigo,

Me pediste mi relato de los eventos que siguieron a vuestra partida. Naturalmente, es una historia llena de heroísmo y bravura, y no te culparé por desear oír todo el relato.

Nos marchamos de buen ánimo esa noche y tomamos caminos separados, saciados y felices. Tú te dirigiste hacia Prusia en el noroeste y yo al este, hacia el Vístula y Gdansk. Me crucé con algunas alimañas bandidas ¡y todos experimentamos gran regocijo! Clavé sus caras de rata en astas y representé un espectáculo de marionetas para los siguientes viajeros, quienes resultaron ser un grupo de monjes. Parecían conmocionados, pero uno se rio, así que lo dejé con vida.

Me topé con un pueblo esa noche. Se ofrecieron a hospedarme, y estuve de acuerdo. Resulta que tenían un problema con alguna clase de enloquecido licántropo, ¡pero ya no! Saciado con la sangre del perro manchado de mierda, dejé solos a los gusanos campesinos. Prometieron honrar mi nombre. Me aseguré de que lo recordasen.

En Gdansk di caza a una sanguijuela de alcantarilla gigante. Las cloacas olían mejor que el hedor endogámico de la mierda y los escupitajos sobre el suelo, ¡y la gente no era lo único que apestaba allí arriba! La cosa tenía largos dientes irregulares dentro de un orificio viscoso y carnoso. Llené sus feas fauces de aceite de lámpara y una bebida local realmente terrible llamada gorzalka. ¡Ardió durante horas! Verdaderamente glorioso. Pasé el resto de la noche con un Nosferatu con cara hecha trizas, tratando de ver cuál de los dos podía acercarse más a la cosa. Decididamente, uno de los dos ganó.

Más tarde, maté a un oso salvaje que amenazaba a unos viajeros. El cabrón tenía púas de hueso sobresaliendo de cada ángulo y era grande como una casa, pero prevalecí, ¡Mi espada le cortó la cabeza eficazmente! Los viajeros me alabaron y realizaron una celebración en mi honor en el siguiente pueblo. ¡Soy un Héroe celebrado, amigo mío! Me emborraché con Vitae envenenada y destrocé algunas sepulturas, pero nadie me vio. Como hombre pío y humilde, reparé cuanto daño pude, por supuesto, pero era demasiado. Ah, no hay duda de que culparán al oso. Debía haber pasado antes por ahí. Aparte, se supone que has de respetar a los muertos, ¿no? Y si alguien se hubiera quejado, ¡eso habría sido muy irrespetuoso!

Al atravesar el bosque, me vi abordado. Por los huevos de Cristo, parece que nadie puede hacer nada bien hoy en día, ¡Pero esta escoria había dispuesto una verdadera emboscada! Gané, por supuesto, pero lucharon como ningún hombre mortal, y un sorbo de su sangre me dijo por qué. Saboreé Vitae Cainita en sus venas. Algún mierda había desperdiciado realmente gotas de su propia Sangre en estos gusanos y tenía las agallas de tratar de tenderme una emboscada. ¡A mí, el gran caballero Sir Thibault d’Armagnac! Bueno, parece que los Ghouls estaban tratando de vengar la muerte del oso. ¡Alguna retorcida mosca cojonera Tzimisce lo tenía por mascota! La Tzimisce lo pagó, por supuesto, ¡y resultó que ella estaba por encima de mí en la escalera hacia el Primer Chupacadáveres! ¡Loados seamos Dios y yo, he ascendido!

Parece que estos pseudovampiros vienen en tandas. Qué conveniente. Aunque el siguiente era mucho más complaciente. Me agradeció haber destruido a su rival y me solicitó realizar otro servicio. Difícilmente soy alguien que desdeñe el trabajo de mercenario (no está a mi altura, cierto, pero no lo desdeño) y el trabajo parecía bastante fácil. ¡Matar a otro Tzimisce! Así que voy al campo de batalla, para enzarzarme en el sublime arte del combate.

¡Ah, gloriosa batalla! El gusanajo se burló y adoptó su pose, así que prendí fuego a su palacio. Yo he entrenado para resistir el terror, él no. Se precipitó a la salida, así que le hice la zancadilla y cayó de cabeza en el fuego. Cómo me reí al alejarme a zancadas de ese infierno. El gusano pagador también hizo honor a su palabra, y me dio la recompensa acordada. Parece que estos Tzimisce, Dios cague en sus almas y corte los dedos de sus pies, son buenos en algo, después de todo.

Llegué al territorio de mi padre y le encontré celebrando audiencia. Naturalmente, no había cambiado nada. Siguió insistiendo en que me casase y tuviera larvas por el bien de la casa. ¡Qué horrorosamente desagradable! Le corregí con decisión quitándome los pantalones. ¡Ja! ¡Parecía como si hubiera pequeños diablillos repantingados en su cráneo sacando sus ojos de su órbita a la fuerza! Hice una pequeña danza, zarandeé mi virilidad orgulloso y canté una canción obscena sobre una recatada monjita con el sentido del humor del propio Diablo. Mi madre frunció los labios confundida, pero creo que, muy en sus adentros, aprobaba mi ímpetu.

Por supuesto, mi padre escogió justo ese momento para beber su vino. La asesina bien valió su dinero. El médico declaró que su corazón se había parado por la conmoción. ¡Gracias a María y al Dios que se la folló que mi padre puso la riqueza por encima de la salud y nunca contrató a un doctor moro! Adopté mi conducta más sombría y di mis sinceras condolencias a mi madre. Me volví a poner los pantalones y huí de allí antes de que pudieran declararme heredero de la hacienda de mi padre. No es que fuese probable, pero encuentro inteligente ejercer la precaución y sería una lástima privar al mundo del increíble caballero errante que soy.

El Tzimisce antes mencionado me habló de una ruina romana, que contenía alguna clase de bestia caída lista para matarla. Los escombros del pueblo olían como el ano de Satán durante un brote particularmente malo de disentería. Me crucé con la misma bestia revolcándose en una pila de huesos entremezclados con madera y hojas podridas en una muestra particularmente triste de pobreza. ¡Era gigantesca! Un purulento saco de tumores y desesperación encaramado sobre seis patas rechonchas y abotargadas coronada con cuatro alas de murciélago dobladas y retorcidas. ¡La viva imagen de la belleza majestuosa!

Extrañamente, el rugido de la bestia era como siempre había imaginado que debería sonar la llamada de un dragón. Cuando me percibió se despertó de vuelta a la vida al instante, ¡me sorprendí de que una criatura tan enfermiza y torpe pudiera reunir tal velocidad y gracia! Escupió su vil mejunje hacia mí. Solo mi gran habilidad y celeridad me permitió evadirlo y por siempre permaneceré agradecido, ya que ese meado ardía como fuego griego allí donde tocaba. La Bestia del interior se sacudió y el dragón alzó el vuelo antes de que pudiera someter a mis demonios interiores.

Tomé dos cabezas más o menos frescas de las víctimas del dragón y cuando este volvió a atacar, le di dos nuevos amigos al follamonjas; justo en las mandíbulas, y así impedí el flujo del fuego. Me reí durante un momento, más que un idiota, y entonces la cola del dragón dio un latigazo y me clavó una afilada y seca vértebra en las tripas. ¡Ningún caballero es perfecto, amigo mío!

Ahora el dragón me había enfadado. ¡Un error fatal! ¡Salté hacia él, gruñendo, abandonando mi espada y con las garras desnudas! Me abrí camino a garrazos hasta el saco lleno de pus que tenía por cuerpo y escarbé hasta llegar a su mismo centro, el cual solté y saqué al exterior. La bestia murió mirando su propio corazón. La sangre de dragón sabía a brea y vómito y manzanas especiadas curiosamente dulces. Era nauseabunda, pero me la bebí entera y devoré su corazón.

Y ahora, amigo mío, has oído el relato. Cuéntaselo a tus compañeros nobles, tus sirvientes, tus parásitos. Vuélvelo a contar como si fuera tuyo y embellécelo a tu estilo. Aguardo ansioso a oír tu propia versión a cambio, ¡para así poder añadirle aún algo más!

Sinceramente tuyo,
Sir Thibault d’Armagnac,
Caballero Errante
Matadragones

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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