¿Qué significa ser un Assamita? Una pregunta difícil, ya que no hay otro Clan más diverso ni nunca hemos sufrido tantos cambios como ahora mismo. Tres Líneas de Sangre distintas unidas por una identidad común, más otras Líneas de Sangre que observan desde el exterior. Un Clan Independiente con estrechos lazos con el Sabbat, pero cuyos líderes están considerando desertar y unirse a la Camarilla en busca de protección frente a un Matusalén que incluso podría no existir. Dos movimientos religiosos profundamente sentidos y completamente incompatibles entre sí, más una plétora de religiones menos extendidas irritadas por su carencia de influencia interna. Una Casta dominante totalmente incapaz de dirigir el Clan en la época actual, pero que lo hace de todas formas porque supera en número a la suma de las otras dos. Un estereotipo universalmente reconocido de “asesino musulmán enloquecido” que deja de lado identidades alternativas que abarcan desde españoles de la época de la Reconquista y judíos sionistas a soldados estadounidenses Abrazados durante la primera Guerra del Golfo. Una rica tradición de Hechicería de Sangre sobre la que los Tremere saben muy poco, aunque la promesa de compartir nuestros conocimientos con nuestros antiguos enemigos podría valer un puesto en la mesa de la Camarilla. Tras milenios de evolución, ¿Quiénes son los Assamitas a día de hoy?
Assamitas y religión
Entre los Hijos de Haqim la religión tiene un papel más importante que en cualquier otro Clan excepto, quizás, los Seguidores de Set (no me he molestado en aprender sus costumbres).
En el Clan principal, la gran mayoría de los reclutas que se han unido al mismo durante los últimos dos siglos eran musulmanes en el momento de su Abrazo. Un porcentaje mucho menor era de etnia y religión judía en vida, y un grupo aún más pequeño comprende una amplia variedad de puntos de vista religiosos que abarcan del zoroastrismo y el politeísmo precristiano y preislámico (entre los Antiguos) al catolicismo, el protestantismo y el cristianismo evangélico.
Aunque no es raro aferrarse a las creencias de los mortales durante los primeros años, la mayoría de la gente no tiene una fe tan fuerte como para que ésta sobreviva sin rupturas ni cesiones. Entre los Assamitas que llevan suficiente tiempo entre nosotros como para haber reconsiderado su fe, sólo una mayoría relativa sigue los preceptos del Islam, aunque aquí se incluyen varios Antiguos influyentes.
La siguiente mayor afiliación religiosa adora, de hecho, al propio Haqim. Más exactamente, a la imagen de Haqim como destructor que la Red de Cuchillos diseñó como centro de sus creencias, una que no casa con el Haqim que recuerdan los Antiguos que fueron contemporáneos suyos. Un buen número de Hechiceros adoran al antiguo panteón mesopotámico, aunque quizá “adorar” no sea el mejor término para un sistema de creencias adoptado sólo para facilitar ciertas prácticas mágicas.
El resto del Clan es, o bien agnóstico o irreligioso (entre los que se incluyen Hijos que se consideran “malditos” según las religiones a las que pertenecían antes), o bien siguen intentando seguir cualquier creencia a la que se aferrasen en vida. Puede tratarse de judaísmo, cristianismo, zoroastrismo, hinduismo o budismo. Las dos últimas son especialmente comunes entre los Assamitas que habitan en la India, junto con un pequeño número de Assamitas sikh.
De la misma forma, muchos miembros de la Línea de Sangre Shango de África central siguen practicando la religión yoruba de sus ancestros.
Por lo general, los Assamitas musulmanes obedecen los cinco preceptos del Islam, aunque adaptados a la condición vampírica. Por ejemplo, siguen la costumbre del Salat, las oraciones rituales en dirección a la Meca, pero rezan cinco veces durante la noche en lugar de hacerlo de día. De la misma forma, los Assamitas suelen ser incapaces de realizar el Hajj (la peregrinación a La Meca) a menos que tengan el permiso y la ayuda de los misteriosos vampiros que se han erigido a sí mismos como guardianes de la ciudad santa.
Durante siglos, un misterioso efecto sobrenatural conocido como el Lamento impide a la mayor parte de los vampiros acercarse a La Meca, pero un ritual practicado por los custodios de la ciudad puede mitigar el efecto sobre vampiros concretos. Como esos custodios eligen a quienes dejan entrar en La Meca, la mayor parte de los Assamitas musulmanes peregrinan al Alamut para rezar a Alá en presencia del Pozo de la Sangre del Corazón, una práctica que la Red de Cuchillos tolera a regañadientes. En lugar de ayunar durante el Ramadán, los Assamitas reducen su ingestión de sangre al mínimo necesario para evitar el Letargo y el Frenesí.
El contrato
Cualquiera que desee cerrar un contrato con los Assamitas para que lleven a cabo un asesinato debe hacerlo normalmente a través del Silsila, aunque en las ciudades donde un Assamita reside abiertamente, éste por lo general estará dispuesto a hacer algunas presentaciones a cambio de una tasa. Ningún Assamita leal al Clan aceptará un contrato que no haya pasado por el Silsila. Los asesinatos de mortales suelen pagarse con dinero, aunque a precios desorbitados: para un asesino Assamita, un cuarto de millón de dólares estadounidenses por atentado es barato.
Si el objetivo es sobrenatural o está bajo la protección de seres sobrenaturales, el precio aumenta en consecuencia. Si el cliente es un vampiro, el precio siempre es Sangre, con la que debe llenar un recipiente de barro preparado mágicamente mientras el Assamita mira. El recipiente no es un medio de almacena miento, sino de transferencia. La Sangre se materializa inmediatamente en un recipiente gemelo que está en posesión de un Hechicero, quien la prepara para el uso futuro que de ella haga el Clan.
El Silsila tiene una fórmula mediante la cual la dificultad relativa del asesinato se equilibra con el pago de una cantidad y una calidad de Vitae concretas. El Asesino debe pagar el diez por ciento de lo recibido a su Sire y otro diez por ciento al Clan. El Visir recauda el dinero u otros bienes materiales para reinvertirlos apropiadamente.
Los artefactos ocultistas le corresponden al Amr, quien compensa al asesino como corresponda. El Califa recibe todos los pagos en forma de Vitae de clientes vampiros y añade la parte que corresponde al Clan al Pozo de Sangre del Corazón. La Sangre que queda para el asesino es guardada por el Amr en una urna especial en beneficio de aquél hasta que se acumula suficiente como para que pueda reducir su Generación mediante un ritual de Dur-An-Ki llamado “De la Garganta de Marduk”.
Las Leyes de Haqim
La mayor parte de los Assamitas conoce y al menos trata de obedecer las leyes que promulgó Haqim cuando fundó el Alamut. Los problemas radican en las diferentes interpretaciones y en desacuerdos sobre cuáles son más importantes. Por ejemplo, la Ley de la Destrucción prohíbe a los Assamitas matar a “los de la Sangre”.
Los Visires y, en menor grado, los Hechiceros ven esto como una prescripción contra el genocidio, mientras que la mayoría de los Guerreros limitan el significado de “los de la Sangre” a otros Assamitas. Los elementos más reaccionarios de la Red de Cuchillos van aún más lejos y afirman que sólo los Guerreros son “de la Sangre” y que las otras Castas existen porque las toleran.
La Ley del Liderazgo – Honra al Más Antiguo de entre vosotros, porque gobernará mi Casa cuando yo esté ausente.
Esta Ley es la base de la gerontocracia que rige el Clan desde la antigüedad. Con independencia de la Casta, la mayoría de los Antiguos reciben el respeto de los más jóvenes. La Red de Cuchillos es la excepción; por lo general, sus miembros se burlan de la idea de reconocer que el Visir y el Amr son de alguna manera los iguales del Califa y el Más Antiguo. Los Guerreros ajenos a la Red de Cuchillos son más respetuosos con los Antiguos de las otras Castas, pero incluso ellos presuponen la primacía del Califa y el Más Antiguo. Por su parte, a Tegyrius y Al-Ashrad les espanta la idea de someterse a un inhumano dios de la sangre como Ur-Shulgi si éste se alza, no importa lo viejo que sea el Pastor Negro.
La Ley de la Protección – Protege a los mortales frente a los descendientes de Caín y trátalos con honor en todos los asuntos.
Cada vez más, los Assamitas ajenos a la Red de Cuchillos se sienten impelidos a proteger a los mortales de quienes los ven como simple ganado y no como seres dignos de consideración.
La Ley de la Destrucción – No mates a los que son de la Sangre, pues esa sentencia corresponde sólo a tu Antiguo.
Como se ha apuntado antes, el Clan está dividido respecto a la cuestión de quién es de la Sangre y quién no; la Red de Cuchillos apoya abiertamente el genocidio contra los demás Clanes.
La Ley de la Palabra – No engañes a los que son de la Sangre, pues mi Casa se funda en la Verdad.
La verdad es subjetiva. Los Assamitas rara vez se mienten unos a otros, pero tampoco sienten la necesidad de mantener informados sobre sus planes a aquéllos con los que están en desacuerdo.
La Ley del Juicio – Juzga a los que son de la Sangre de Caín y castígalos si se les encuentra en falta.
Como sucede con la Ley de la Destrucción, el Clan está claramente dividido sobre la cuestión de quién merece castigo y qué condenas son apropiadas. La Red de Cuchillos exige la pena capital para todos los vampiros ajenos al Clan por sus violaciones de las Leyes de Haqim según las interpretan ellos.
Los Assamitas más humanos rememoran las lecciones aprendidas en las guerras contra los Baali e interpretan esto como la orden de combatir y castigar a los vampiros que cazan de forma indiscriminada o los que tienen tratos con demonios.
Las Castas
- Guerreros
La Casta de los Guerreros representa la mayor parte de nuestro Clan. De ellos, aproximadamente la mitad se unió al mismo mediante el adoctrinamiento e ingresaron en la Red de Cuchillos, mientras que el resto fue Abrazado en base a tradiciones más antiguas. En este último caso, el Sire normalmente elige a un candidato apto, lo Abraza y entonces lo deja para que se las arregle solo con una supervisión mínima aparte de asegurarse de que cumple con la obligación del diezmo para con el Clan.
El líder de la Casta de los Guerreros es el Califa, por lo general, el más viejo y poderoso de los Guerreros. Para ese puesto, el poder intrínseco es más importante que la edad o el respeto. En teoría, cualquier Guerrero puede desafiar al Califa a un duelo de honor por cualquier cosa que considere un fallo en el desempeño de sus funciones. Se espera que un Califa que pierda un duelo de este tipo se someta a la Diablerie ritual por parte de su oponente, suponiendo que no quede destruido ya antes de que ésta pueda llevarse a cabo.
El Califa actual es Thetmes, un egipcio de la Quinta Generación Abrazado en el año 25 a.C. Es un devoto de la versión corrupta de la Senda de la Sangre y, dado que es unos seis siglos más viejo que el Islam, siente muy poco respeto tanto por sus preceptos como por sus adeptos, una actitud que es la fuente de su antipatía hacia el Viejo actual. Thetmes ascendió a esta posición al destruir personalmente en combate al anterior Califa por la desastrosa gestión de este último del asedio a Viena de 1529. En casi cinco siglos nadie ha desafiado su autoridad sobre la Casta de los Guerreros.
Sufren la Maldición Baali y la Maldición Tremere, aunque la última anula la primera. Si algo levantase la Maldición Tremere, la Baali afectaría inmediatamente a todos los Guerreros.
- Visires
Los Visires representan aproximadamente un tercio de los Hijos. Hay muy pocos en el Sabbat, pero un grupo considerable son Desposeídos. Los Visires cumplen diversos cometidos dentro del Clan; por lo general, supervisan la política y las finanzas de los Assamitas, pero también pueden prestar servicios como investigadores, diplomáticos, historiadores e incluso artistas. En muchos sentidos son el equivalente Assamita a Ventrue y Toreador, y muchos Desposeídos notan con cierta tristeza que en general se llevan mejor con esos Clanes que con Assamitas de otras Castas.
El líder de los Visires es… el Visir. El hecho de que se use el mismo nombre tanto para la Casta como para su líder a veces resulta confuso para los ajenos, pero los propios Visires son hábiles interpretando contextos y siempre parecen saber de quién están hablando. En otras épocas algunos Visires usaban el término arcaico “Fikri”, pero ha caído en desuso. Al contrario que el Califa, el Visir es elegido mediante votación democrática tras un período de intenso politiqueo y tráfico de influencias. Una vez elegido, ocupa el puesto durante 63 años, a menos que sea apartado del mismo de cualquier manera. Los Visires pueden ostentar el cargo múltiples veces, pero no consecutivas.
El Visir actual es Tegyrius, que está en su tercer mandato. En vida fue soldado, aunque uno de alto rango en el ejército de Alejandro; en otras palabras, tanto un cosmopolita diestro en política como un guerrero. Durante gran parte de los últimos dos siglos, la influencia menguante de los Visires sobre los Hijos de Haqim ha desmoralizado a Tegyrius. Sin embargo, desde la invasión de Irak ha recuperado su energía gracias a su convicción de que el despertar de Ur-Shulgi es inminente. Debido a la certeza de que la llegada del Pastor Negro no significa nada bueno para su Casta o para el Clan al completo, es el principal promotor de la Conspiración Preservacionista.
Sufren la Maldición Tremere y la Maldición de la Obsesión. Hay algunos Visires que han contraído la Maldición Baali por contagio de sus hermanos Guerreros. En ellos, la Maldición Baali a menudo sustituye a la de la Obsesión, a la que estos Visires son con frecuencia (pero no siempre) inmunes.
- Hechiceros
El resto de nuestro Clan pertenece a la aislacionista Casta de los Hechiceros. Tanto los Guerreros como los Visires reconocen el gran valor del poder de los Hechiceros, pero ninguno de los dos grupos confía mucho en ellos.
Las leyendas del Clan en torno a los Baali están demasiado arraigadas como para que el Assamita medio se encuentre cómodo junto a alguien capaz de hacer que demonios y djinn le obedezcan con sólo una palabra. Como sucede con los Visires, hay muy pocos Hechiceros en el Sabbat.
También hay unos cuantos entre los Desposeídos, pero el bajo número de Hechiceros en general y su estilo de vida aislado los mueve a buscar la compañía de otros de su clase.
Por desgracia, mientras que los Visires pueden llevarse bien con sus homólogos de la Camarilla, la mayor parte de los Hechiceros no puede ni siquiera sentarse en la misma habitación que los celosos y paranoicos Tremere sin que se desate un duelo mágico. Una pena, dado que a la mayoría de los miembros de la Camarilla les encantaría tratar con taumaturgos menos complicados que los Tremere.
El líder de la Casta de los Hechiceros es el Amr, un puesto que ha sido sinónimo de Al-Ashrad durante cerca de dos mil años. Éste, que ya era un mago quinientos años antes de su Abrazo, es la definición de su cargo hasta el punto de que sólo hay un Antiguo Assamita que sea una amenaza para su poder. Por desgracia, ese Assamita (Ur-Shulgi) es aquél que Al-Ashrad más teme que se alce para desafiarlo; es por esto que el Amr se ha unido a la conspiración de Tegyrius. Al-Ashrad no está sólo por lo que se refiere a su origen, un pequeño pero vital porcentaje de Hechiceros eran magos mortales antes de su Abrazo. Algunos incluso han mantenido el contacto con los grupos ocultistas a los que pertenecían, los cuales a veces pueden proporcionar a los Hijos valiosa información de inteligencia.
Los Hechiceros sufren la Maldición Tremere y la Maldición de la Prominencia. Unos pocos sufren la Maldición Baali por contagio de sus hermanos Guerreros. En éstos, la Maldición Baali suele sustituir a la de la Prominencia, pero algunos sufren ambas.