Eruditos
La dama Ovidia caminó agitada sobre el frío suelo de piedra, su rostro por lo demás exquisito traicionando su ansiedad.
»¿No has terminado todavía, Antar?» imploró al arrugado anciano que se inclinaba sobre el pergamino a la furtiva luz de una linterna.
«Es un idioma difícil, ama,» replicó Antar, con un pronunciado acento ruso que daba un tono extraño al italiano nativo de Ovidia. «La lengua de los infieles árabes no rinde sus secretos con facilidad. No obstante, casi he terminado con este pasaje.» Ovidia siguió paseando mientras lanzaba ansiosas miradas a la puerta reforzada con hierro que había entre ellos. Y el resto del collegium. Estaba segura de que el mensaje que estaba traduciendo su sirviente iba dirigido al fanático asesino en la corte del príncipe … ¿Pero contendría la nota el nombre de su última víctima?
«Ya he terminado, ama,» anunció Antar.
«¡Excelente! ¿Qué dice?» La ansiedad dejó paso a la impaciencia cuando Ovidia miró sobre el hombro del erudito los poco familiares garabatos, casi parecidos a serpientes.
«Parece que tus agentes en la corte interceptaron esta nota en el último momento, ama. Dice: ‘Saludos, oh leal hijo de Haqim, en el nombre del Más Sagrado de los Sagrados. Sabe que nuestros pensamiento y oraciones van contigo e imploran Su piedad para tu pronto regreso. Sallah ha dado su aprobación, y puedes aceptar el contrato del príncipe. La Toreador de la tierra de los galos que es tu objetivo tiene otros enemigos. También desean verla destruida, y han susurrado muchos útiles secretos acerca de sus noches pasadas entre los infieles de Kiev…»
Los centros de aprendizaje son pocos y están muy dispersos en la Europa del Medievo Oscuro. Una gran biblioteca privada perteneciente a un poderoso señor feudal puede incluir una mera docena de volúmenes, mientras que un monasterio o abadía puede tener un centenar de libros y pergaminos. Los libros están, sin excepción, escritos a mano y son extraordinariamente caros. No obstante, dado que pocos habitantes del mundo del Medievo oscuro saben leer, hay menor demanda de estos objetos que en la actualidad.
Los eruditos (gente cuya vida está consagrada a metas académicas) son casi tan raros como los libros que forman la base de su conocimiento. Sólo los más ricos pueden permitirse enviar a sus hijos a la Iglesia para recibir instrucción, y sólo los fabulosamente ricos pueden contratar los servicios de tutores privados para educar a sus hijos. Así, los eruditos tienden a encontrarse sobre todo en círculos religiosos, siendo sus especialidades probablemente las enseñanzas de la Iglesia. Los eruditos independientes no son desconocidos, aunque tales sabios suelen estar en los márgenes de la sociedad, y contactar con ellos puede ser tan difícil como convencerles para que dediquen sus facultades intelectuales a una tarea determinada.
Si un Cainita consigue localizar a uno de estos cultivados mortales, hará bien en asegurar sus servicios tan rápidamente como sea posible, pues los eruditos conocen la clave de muchos tesoros en el mundo del Medievo Oscuro. Dominan lenguas vivas y muertas, y aunque el latín sigue siendo la lingua franca de la Iglesia, sólo un erudito puede hacer que oscuros idiomas como el griego, el árabe y el sánscrito revelen sus secretos. Los eruditos pueden traducir libros y pergaminos indescifrables para otros, y algunos han empezado incluso a adentrarse en los misterios de las ciencias naturales (arriesgándose a enfurecer a la Iglesia).
Igualmente, los Cainitas aficionados al estudio de lo oculto y lo sobrenatural deben buscar criados mortales que se sumerjan en esos oscuros secretos en el curso de sus estudios. Muchos antiguos volúmenes y textos de bibliotecas del pasado están en poder de hombres estudiosos, cuyas vidas están definidas por sus esfuerzos para desvelar los secretos místicos de los libros. Ningún Tremere prudente pasa por alto a los eruditos que moran a la sombra de su capilla, pues pueden ser los aliados perfectos para descubrir fuerzas mágicas con las que derrotar a los odiados Tzimisce y hacer que la estrella del clan Tremere se eleve en los cielos por encima de la noche.