La capilla de Durham es conocida también como el Cubil del León. Meerlinda, en apariencia la más benévola del Consejo de los Siete, la administra con éxito. Dedica sus considerables talentos diplomáticos a la reconciliación de las facciones conspiradora y conservativa. Una extraña conspiración que ha surgido entre las filas de los magi mortales ha conseguido escapar a su conocimiento hasta la fecha.
Extramuros
Inglaterra, al igual que Francia, disfruta de su prosperidad, construye nuevos puertos y se beneficia del comercio de la fruta. Ricardo ha partido hacia Francia para defender el territorio de Normandía de Felipe II, quien está decidido a expulsarlo. En su ausencia, el arzobispo de Canterbury, Hubert Walter, administra el país. En 1197, ostenta el título de justiciar, en 1199, será nombrado canciller. Los residentes de la capilla no se preocupan de lo que ocurre al otro lado de sus muros. Sus intereses están más que servidos sin necesidad de inmiscuirse en política. La prosperidad de Inglaterra facilita el abastecimiento. Pueden desplazarse por el condado sin tener que preocuparse de los bandidos, dado que los señores locales se pueden permitir el equipamiento de sus patrullas. El clero, engordado a base de generosos donativos y preocupado por el gobierno, está demasiado saciado como para dedicarse a buscar hechiceros. Si los Cainitas de Durham prestasen más atención a la política del exterior, se darían cuenta de que la aparente placidez de su entorno oculta resentimientos en ebullición que amenazan con acabar con la paz. Los nobles y los prohombres de las ciudades se quejan por igual de los abusivos impuestos que hubieron de soportar para pagar a Leopold el rescate de Ricardo.
El siguiente aspirante al trono es John quien, tras su coronación dentro de algunos años, no tardará en convertirse en un monarca impopular. Propiciará una revuelta de la nobleza que terminará obligándole a firmar la Carta Magna. Muchos de los Cainitas ingleses más experimentados ya prevén esta cadena de acontecimientos; de hecho, algunos dedican sus esfuerzos a que ocurra todo esto. Los Tremere que establezcan contactos con otros clanes podrían verse inmersos en el tumulto. La mayoría, no obstante, se ocupa de sus propios asuntos. Saben que el príncipe de Londres se llama Mithras y temen su poder, por eso su capilla está lejos de la capital. Otra de las razones para haber construido el Cubil del León en Durham estriba en la resonancia mágica de la zona. Se dice que alberga los huesos de san Cuthbert y los evangelios de Lindisfarne, así como toda una red de líneas de ley paganas; la magia innata de la región inmediata rivaliza con la de Transilvania.
El dominio de Meerlinda
Meerlinda presenta el aspecto de una mujer serena y atractiva que aún no ha cumplido los cuarenta años. Gobierna la capilla de Durham con voz suave pero firme. Confía en sus extraordinarios poderes de persuasión para asegurarse la cooperación de sus subordinados. Aborrece la discordia y se esfuerza por atajarla al menor indicio de problemas. Busca a las partes implicadas en cualquier altercado y habla con ellas por separado, deja que sumerjan la mirada en sus límpidos ojos y les asegura que ella comprende sus posturas, pero que no aprueba sus métodos. Meerlinda les promete que conseguirán sus objetivos si siguen sus consejos, les garantiza paz y cooperación y, en el proceso, consigue que ambos contrincantes lleguen a un acuerdo. Puede que no consiga que dos antagonistas que se profesen un odio amargo lleguen a quererse, pero suele conseguir persuadirlos para que zanjen sus disputas de modo que no amenace los intereses comunes de la capilla.
Meerlinda desempeña el mismo papel dentro del Consejo Interno. Conserva el respeto tanto de Goratrix como de Etrius, y a menudo ha intervenido para calmar los ánimos entre ambos. Meerlinda les ha pedido a sus informantes tanto dentro de Ceoris como en París que la informen si encuentran alguna prueba que demuestre que alguno de los dos líderes planee tomar medidas drásticas contra el otro. Aunque el Cubil del León aloja a miembros de ambas facciones, éstos no son tan estúpidos como para pelearse bajo su atenta mirada. Limitan su rivalidad a las discusiones, a las puyas mordaces y a algún que otro sabotaje de escasa repercusión. Les deja entrever a miembros de cada bando que está dispuesta a dejarse persuadir para su causa; con el fin de conseguirla, todos se prestan a mantenerla informada sin sospechar nada.
El castellano de Meerlinda, el calvo y relamido Dulcis, ocupa un puesto que cabría calificar de ceremonial. Meerlinda no puede dejar de inmiscuirse incluso en los detalles más nimios de las operaciones de la capilla, desde la cantidad exacta de grano que hay que comprar a la contratación de caballerizos. Dulcis se dice que probablemente él podría desarrollar estas labores con mayor habilidad que su señora, y no deja de hacer comentarios burlescos al respecto. Sabe que ella no sería ella si no se entrometiera de continuo en sus tareas. La amaba con locura y en secreto antes de su Abrazo y el juramento de sangre, y moriría con una sonrisa si pudiera sacrificarse por ella. Los demás habitantes del Cubil del León le desprecian en vano por su carácter fisgón; sabe que informa puntualmente a su señora de la menor infracción en los procedimientos de la capilla. Meerlinda sabe que él la ama y valora su lealtad, pero ni por asomo corresponde a sus sentimientos. Dulcis podría rebelarse, e incluso llegar al asesinato, si algún día tuviese que enfrentarse a la prueba definitiva de que su amor es una causa perdida.
Virfortis, de semblante somnoliento y quisquilloso, ya era un anciano cuando le llegó el Abrazo, y ha preferido no revitalizarse a sí mismo después de él, creyéndolo una pérdida de tiempo. Pese a su insistencia, petulante a veces, acerca de los derechos que le corresponden como antiguo de la Casa, varios Cainitas de la capilla siguen acudiendo a él en busca de liderazgo, acordándose de sus pasadas hazañas. En su día fue un mago guerrero de considerable valor y ferocidad, y combatió como un lobo enfurecido durante la llamada Guerra de las Brujas contra la Casa Diedne. Aunque adora contar historias de sus tiempos de gloria, odio ver en los demás la impetuosidad que caracterizó su juventud. Más por testarudez y prejuicios que por estar de acuerdo con la postura de Etrius, Virfortis se ha convertido en el defensor más enconado de la causa conservadora dentro de la capilla. El que el jefe de los conspiradores de la capilla personifique todo lo que ahora aborrece Virfortis no hace sino añadir leña al fuego de sus acaloradas acusaciones.
El joven y apolíneo Oblatam encabeza la facción conspiradora del Cubil del León. Rubio, de prominente mentón y dueño de una sonrisa deslumbrante (algo poco común en el medievo oscuro), Oblatam aprendió hace mucho a considerarse a sí mismo un regalo que Dios le había hecho al siglo XII. Para él, el poder es su derecho de nacimiento, y se enroló en la causa de Goratrix porque pensó que el antiguo Cainita prevalecería sobre Etrius. Es un entusiasta hipócrita religioso que cree en Dios porque seguramente Dios cree en él. No siente curiosidad por examinar las contradicciones entre su supuesta fe y sus actuales actividades como Cainita. Aunque le gustaría impresionar a Goratrix, enviándole la cabeza de Virfortis, por ejemplo, Meerlinda le impone demasiado respeto como para permitirse tamaña osadía. En vez de eso, se limita a informar a Goratrix con regularidad y aguarda a que llegue su hora, esperando la oportunidad que lo catapulte al lugar que le corresponde como miembro destacado del clan.
La principal rival Cainita de Meerlinda comparte la neutralidad de ésta en lo que se refiere al eterno tira y afloja entre conservadores y conspiradores. Cuando Domina fue Abrazado por Brunavog hace treinta años, se llevó una sorpresa… pero no por la transformación en sí, sino porque no entendía cómo no la habían captado antes. Le echó la culpa a Meerlinda, a quien hacía años que veía como al objeto que eclipsaba su verdadera valía a los ojos de Tremere con quien, hace siglos, Domina se embarcó en una relación de amor no correspondido. Cree que Meerlinda disfrutó del lecho de Tremere antes de la transformación de 1023 y que la mantuvo apartada del lugar que le correspondía dentro del Círculo Interno. El odio que siente hacia Meerlinda ha crecido hasta superar los límites de lo razonable. Fantasea con capturar a Meerlinda y mantenerla prisionera durante años, cuando no décadas. Domina dedica gran parte de su tiempo a refinar las elaboradas sesiones de tortura que seguirían a ese encarcelamiento. Desde su descenso al vampirismo se ha vuelto imprevisible y podría cometer una locura en cualquier momento. Alberga la esperanza de encontrar aliados impresionables que sientan el mismo odio que ella hacia Meerlinda entre los recién llegados al Cubil del León. Domina traicionaría el Cubil del León a cualquier otro clan, sin ningún remordimiento, si creyera que así podría destruir a su enemiga.
Al igual que París, el Cubil del León aloja a suficientes vampiros como para que los Cainitas establecidos en la región antes que los Tremere se sientan inquietos. Al contrario que Goratrix, Meerlinda ha sabido manejar el problema con tacto y diplomacia, prometiéndole a sus enemigos en potencia que mantendría sus actividades dentro de los límites estrictos. Le ha demostrado a la jerarquía local lo útil que puede llegar a resultar para sus fines la magia de la sangre.
La influencia de Kupala
Meerlinda, capaz de observar las actividades diurnas de los magi mortales sólo a través de los informes de sus servidores ghouls, no ha descubierto todavía a una floreciente cábala de diabolistas que se aloja en su seno. Este grupo de seis magi está dirigido por la oficioso y envarada Erro, una mujer esquelética envuelta en un aire de rectitud que no permite sospechar sus verdaderas acciones. Erro regresó a su capilla natal el año pasado, tras una prolongada estancia en Ceoris. Estando allí, estudió la magia concerniente al alma humana, ganándose en el proceso los celos y la desconfianza de Epistatia, a quien no le hizo gracia aquella intrusión en su especialidad. A medida que transcurrían los meses, sus sueños se poblaban cada vez más de visiones de un campo de batalla infernal empapado de sangre. Estas visiones comenzaron a asaltarla durante las horas de vigilia y consiguieron llevarla hasta el borde de la locura. Una entidad comenzó a manifestarse durante sus experimentos. Al principio, se identificó como Estrellas del Cielo, pero terminó invitándola a llamarla Kupala. Le dijo que había operado una transformación en los líderes de su casa, con la esperanza de desencadenar algún tipo de batalla final que le permitiría campar a sus anchas sobre la faz de la tierra. Mas Tremere le había fallado; su mente estaba constreñida por su estrecho concepto del poder personal. Kupala sólo había hablado con Tremere por medio de intermediarios, pero no había encontrado a nadie digno de convertirse en su consorte y ocupar su trono de cráneos. Había convertido a Tremere y a sus seguidores en meros principiantes de la sangre, pero Erro sería mucho más que eso. Mas, a fin de conseguir su transformación, tendría que destruir a aquellos a los que Kupala había investido con su magia por error. Erro había confiado en formar una cábala de magi en Ceoris y trabajar para terminar de raíz con sus Cainitas. Le costó persuadir a sus colegas con la pía Tosia en medio. Al final, Epistatia consiguio que la expulsaran de Ceoris.
Erro, quien jamás había gozado de tacto alguno, se encontró en el Cubil del León con el regalo de unos poderes de persuasión que rivalizaban con los de Meerlinda. Con cautela, siempre con un ojo avizor por si los espías, reunió a los magi más independientes de la capilla. Uno a uno, vertió unos polvos en sus bebidas y les transmitió las mismas visiones enloquecedoras que ella había padecido en Ceoris. Uno de los magi tuvo que ser quemado en su propio lecho, pero los demás se aprestaron a ponerse al servicio de Kupala.
Erro desciende de una familia noble que posee un gran terreno boscoso a pocos días a caballo de Durham. Guarda un modesto altar a Kupala en un rincón poco frecuentado de la hacienda de su padre. El pequeño bosque que rodea al altar se ha vuelto cada vez más lúgubre y recuerda al paisaje transilvano. Cuatro veces al año, Erro y su cábala viajan en secreto hasta aquí para realizar ofrendas a Kupala, quien hace poco que ha comenzado a exigir sacrificios humanos. Erro lo satisface alquilando los servicios de criminales que raptan huérfanos de la calle para ella. La necesidad de transportar a los niños cautivos con ellos en su peregrinación al altar dificulta el no llamar la atención. Aunque se han visto acosados en varias ocasiones, Erro siempre ha conseguido persuadir a los viajeros curiosos de que todo estaba en orden.
Entre los miembros de la cábala de Erro encontramos a Fascinare, soldado curtido en mil batallas, a Singula, el flirteo encarnado, y al voluble Numen. Todos han sometido sus antiguas personalidades a la vocación, sutil pero irresistible, que les ha impuesto Kupala.
El primer objetivo de Erro es destruir a Meerlinda y luego a los demás miembros del Círculo interno de los Tremere. Sólo entonces podrá acabar con Tremere. Erro desea regresar a Ceoris, pero Kupala se lo prohibe. Sí que la anima, no obstante, a enviar a otros miembros de su cábala a respirar el aire saturado de miedo de Transilvania.
Una masía de lo más modesta
El Cubil del León es una torre de piedra. La mayoría de los vecinos asume que se trata de una casa de campo propiedad de algún noble que prefiere la vida de la ciudad. Meerlinda, reticente a llamar la atención ampliando la estructura, obliga a sus ocupantes a vivir hacinados. Las habitaciones están atestadas. Hace mucho que los miembros de mayor graduación de la capilla reclamaron para sí las que tienen menos corrientes de aire. Las habitaciones para las visitas y los recién llegados son gélidas. Pese a ser lo bastante fría como para recordarle a un Cainita que también sus huesos pueden congelarse, los aposentos de los invitados no entrañan un riesgo real para la salud de sus ocupantes.
La otrora majestuosa biblioteca ha quedado abandonada desde que su antiguo administrador, Celestyn, fuese llamado a Ceoris. Ocupa casi toda una planta. Sus enormes estanterías de madera se han deformado por culpa de la humedad. Se ciernen ominosas sobre los visitantes de la biblioteca, amenazando con desplomarse en cualquier momento. Los libros y los pergaminos hace tiempo que dejaron de ordenarse, por lo que resulta casi imposible encontrar enseguida cualquier documento, o incluso saber qué es lo que contiene la colección. Una búsqueda de referencias al diabolismo será en balde; Erro y su cábala han desvalijado la biblioteca a conciencia, llevándose todos los textos de utilidad y ocultándolos en un cobertizo próximo a su altar a Kupala.
Los magi deben compartir uno de los cuatro laboratorios comunales, distribución que es campo abonado para los conflictos. Los estudiosos se ven obligados a trabajar bajo la celosa mirada de sus colegas. Los experimentos más delicados se quedan en nada tras la intervención accidental de otros magi o, cuando los ánimos se caldean, al sabotaje deliberado. En ocasiones, varios experimentos simultáneos reaccionan mal entre sí, con resultados desastrosos. Varios años antes de entregarle su alma a Kupala, el mago Fascínate perdió la capacidad de oír por su oreja derecha cuando una nube de gas procedente de las tinajas alquímicas de un colega confundió sus sentidos durante un ritual de invocación. Los diablillos aparecieron y le robaron el tímpano. Los Cainitas de la capilla se resignaron hace tiempo a cederles los laboratorios a los magi mortales y confían en Ceoris para la continua innovación de la Taumaturgia.
El Cubil del León carece de celdas y salas de tortura. Meerlinda rara vez necesita confinar o interrogar a sus enemigos. Los enemigos capturados se llevan a los aposentos privados de los Cainitas, donde no tardan en ser despachados. Esto ha ocurrido sólo en dos ocasiones en las últimas tres décadas. Quienes acudan al Cubil del León en busca de cámaras secretas buscarán en vano. Unas poderosas defensas impiden que los invitados inesperados entren en las habitaciones de los Cainitas durante el día. Estos sellos provocaron comentarios de curiosidad entre los magi mortales cuando fueron instalados por primera vez, pero luego también ellos inscribieron sus propias barreras en sus puertas, tomándolas por indicadores de posición. Ahora forman parte de la capilla, hasta el punto que algunos magi despistados suelen olvidarse de ajustarlas para permitir el paso de criados recién incorporados al servicio. Puede que el rasgo más notable del Cubil del León lo constituyan sus suntuosos jardines, diseñados por la propia Meerlinda. Su laberinto de setos, delicado y perturbador, evoca sutiles epifanías en quienes lo atraviesan a la luz de luna. Más de un aprendiz ha descubierto que la mejor manera de conseguir que Meerlinda se despoje de su habitual placidez consiste en arrancar una rosa o en aplastar sin querer un macizo de brotes.