“Nada podrá protegerte eternamente, así que no te preocupes por la eternidad. Preocúpate por el aquí y el ahora”.
Antes de la Edad de la Furia, los Guardianes desempeñaban un papel envidiable en el Paraíso. Se les había confiado la trasmisión del sagrado Aliento de Vida, y su deber los mantenía muy cerca de su adorada humanidad. Mejor aún, era su deber proteger a todos los seres que animaban. Donde otro ángel podría haberse sentido culpable por rozar la frontera del incumplimiento de sus órdenes de no interferir, los Ángeles del Viento cumplían estrictamente con su deber cuando observaban ensimismados a los humanos a los que consideraban en secreto hijos suyos, así como de Dios.
Pero aun cuando sentían el placer de la presencia de la humanidad, sentían aún más el dolor de la frustración de los mortales. Su proximidad era tormento y júbilo a un tiempo, y la tensión entre ambos extremos terminó por conducir a muchos al punto del colapso. Cuando estalló la revuelta, Lucifer encontró muchos seguidores entusiasmados en el Firmamento. Lo cierto es que, después de la propia Casa del Lucero del Alba, la Casa del Viento Arreciante fue la que más ángeles de alto nivel proporcionó a la causa rebelde.
En la guerra, los Azotes demostraron ser entregados guerreros. La censura del Cielo no quebró su ánimo: Lejos de ello, el peso del castigo que se abatió sobre la humanidad contribuyó en gran medida a reafirmar a los Azotes en su oposición a Dios y la Hueste Sagrada. Pobres rivales para los Fundamentales y los Ángeles Salvajes en la batalla en el mundo físico, la rapidez de reflejos y los poderes de ocultación de los Azotes los convertían en excelentes mensajeros, exploradores y espías.
Tras la huida, los Azotes gozan de un amplio respeto. Sus valerosas hazañas durante la guerra les han forjado una merecida reputación por su lealtad aún in extremis. Todas las facciones entre los recién escapados caídos quieren defensores leales, sobre todo si éstos pueden curar con una mano y herir con la otra.
Facciones: Los Azotes más optimistas tienden a comulgar con los Reconciliadores. El concepto de un mundo recuperado les resulta más tentador que la noción de uno gobernado por los Fáusticos o destruido por los Voraces.
Otros Azotes continúan profesando lealtad a Lucifer, creyendo que consiguió escapar de algún modo al castigo de los ángeles. Si consiguió salvarse hace eones, quizá ahora sea la clave para salvar a la humanidad. Lo cierto es que encontrar al único caído con una experiencia continua en el mundo, suele considerarse una mejor manera de encontrar respuestas, que unirse a la polémica sociedad de los Crípticos.
Los Fáusticos sí que cuentan con Azotes en sus filas. La Segunda Casa estaba, y en cierto modo sigue estándolo, íntimamente preocupada por la seguridad de la humanidad. Pueden bendecir o maldecir, pero utilizar fríamente a las personas como si fueran objetos no les resulta sencillo.
Preludio: Las almas temerosas claman por defensores, e incluso en su estado de caídos, a los antiguos Ángeles Protectores les cuesta hacer oídos sordos a ese clamor. Los Azotes fueron una vez los padres de la humanidad —de toda la vida, en realidad— y la llamada de auxilio de cualquier de sus retoños aún merece su atención.
Pero este mundo, las ruinas del Paraíso está lleno de lágrimas, reales e imaginarias. Un Azote podría sentirse atraído por el genuino temor, sólo para descubrir que es egoísta. Los Azotes desafortunados se encuentran atrapados en los cuerpos de aquellos que temían las consecuencias de sus propias decisiones imprudentes, o de aquellos que temían el resultado final de los problemas que no habían hecho nada por arreglar o evitar.
Fe: Hablando en términos prácticos, la siega de Fe de los mortales es tarea sencilla para los Azotes. La salud es un bien preciado para la humanidad. Para algunas personas, ningún precio es demasiado alto con tal de encontrar una cura que escape a los avances de la ciencia médica. Fundar una iglesia o una secta basada en los “Espíritus de la Robustez” no supone ningún reto para unos seres que son capaces de curar el SIDA, reparar una columna vertebral rota o corregir la deformidad de un recién nacido con espina bífida. El principal desafío al que se enfrentan estas estrategias es a menudo ético, puesto que estas estructuras prometen, incluso implícitamente, que el demonio patrón puede proteger a los fieles por siempre jamás. Por otro lado, los Azotes que han renunciado a la humanidad simplemente se sinceran y se presentan como espíritus de la salud y la enfermedad.
Los Azotes crueles (o simplemente indiferentes) tienden a pecar de caprichosos en el uso de sus esclavos. La maldición particular que lanzó Dios sobre la Segunda Casa los afectó seriamente, y el irritante conocimiento de que todo humano está condenado a morir de todos modos, puede desembocar rápidamente en la desolación y la insensibilidad. Desde el punto de vista de un ser infinito, ¿qué más da si alguien muere con cinco años o con cincuenta?
Los Azotes con un Tormento bajo son más proclives a comprender la tentación de reanudar su papel protector. Por consiguiente, es más probable que esclavicen a quienes consideren merecedores de su protección. Los mortales “dignos” que estén dispuestos a vender su alma escasean, evidentemente, pero la recompensa es que sus cualidades mortales harán que al Azote le resulte más fácil resistirse a la merma desenfrenada.
Creación del personaje: Las personas que llaman la atención de los Azotes suelen tener puntuaciones bajas en los Atributos Sociales: Una vida de temor siempre tenderá a limitar las oportunidades de alguien de conocer a otras personas y congeniar con ellas. Un hipocondríaco nervioso podría tener valores Físicos sorprendentemente elevados, sobre todo la Resistencia, recompensa de una vida dedicada al gimnasio, intentando en todo momento burlar a la Parca.
Entre los rasgos Mentales, la Percepción suele ser la más alta, aumentada por una vida de saltar al mínimo sonido y escrutar constantemente en la oscuridad cuando se está solo en casa. Tener miedo por costumbre también puede traducirse en una Habilidad de Esquiva superior a la media. A menudo, los huéspedes poseen un bajo nivel de Talentos o Conocimientos para reflejar la naturaleza de su hombre del saco personal. Por ejemplo, una Habilidad de Medicina baja será común entre quienes no sean profesionales de ese campo, aunque anden siempre preocupados por su salud. Alguien que tenga menos miedo a la enfermedad pero sienta pavor ante la posibilidad de sufrir una agresión física, podría tener un punto o dos en Armas de Fuego. Otros miedos más sutiles —por ejemplo, a la insuficiencia intelectual o social— podrían estimular el estudio de la Etiqueta o el Academicismo.
Los Trasfondos varían en gran medida, aunque muchos huéspedes que vivieran atemorizados egoístamente, serían avaros dotados de mucho Recursos. Para aquellas personas cuyos temores estuvieran más fundados —porque vivieran en una zona o una situación peligrosa— serán comunes los Aliados o los Contactos.
Tormento inicial: 3
Saberes de la casa: Saber del Despertar, Saber del Firmamento, Saber de los Vientos
Debilidades: Un problema que tienen las demás Casas con los Azotes —y que los Azotes tienen con ellos mismos— es que los Azotes tienen un problema con la humanidad. O bien ven a los mortales como tesoros preciados que hay que proteger y ayudar en todo momento, o bien les parece que sus vidas breves y en última instancia finitas, son insignificantes, indignas y, en resumen absurdas. Los mortales constituyen el eje en torno al que gira la existencia de un Azote, y de una forma o de otra resulta complicado encontrar el equilibrio entre ambas actitudes. Una de las consecuencias de este problema es la tendencia a juzgar las cosas colectivamente. Los Azotes rara vez toman una decisión individual según el caso: Intentan regir sus vidas por principios inflexibles y absolutos. Por tanto, algunos Azotes condenan a Gandhi y a Martin Luther King junto al resto de los seres humanos, mientras que otros defienden a Hitler y Stalin como defienden al resto de la humanidad. Si se ve la humanidad como un sembrado, cuesta concentrarse en cada una de las semillas.
Estereotipos
- Corruptores: En el pasado fueron un océano a la espera de que la humanidad lo explorara. Ahora se han convertido en un arrecife en el que encallan los mortales. A un nivel práctico, sus poderes resultan útiles, pero todo el mundo es susceptible de ser utilizado.
- Devoradores: Donde otros tienden a considerar a los Devoradores salvajes irracionales, los Azotes ven más allá. Los Azotes furiosos piensan que los Devoradores son el justo castigo de una civilización humana rebajada a su nivel. Los más equilibrados se preguntan si los Devoradores podrían ser la clave para sanar la naturaleza en vez de dañarla.
- Diablos: Antes los Ángeles de la Luz portaban la voluntad de Dios, pero ahora la voluntad de Dios es desconocida, inalcanzable, y los Diablos no tienen función. Quizá sigan diciendo chorradas con su propia voz, pero la maldición que les lanzó Dios es evidente: Ya no sirven para nada.
- Malefactores: A los humanos les encantan las cosas, y los Malefactores se las proporcionan. Eso es lo único para lo que valen. Su pragmatismo es un buen contrapunto a la abstracción del Azote… Siempre que éste pueda convencerlos de que tienen tanto que ganar como él.
- Perversos: Quizá el mundo esté devastado y patas arriba, y quizá los antiguos Azares lo vean ahora a través de un cristal empañado, pero no están completamente ciegos. En lugar de burlarse de ellos por lo que han perdido, los Azotes suelen respetar los andrajosos restos de iluminación que conservan los Perversos.
- Verdugos: Aunque los Verdugos tienden a considerar que no hay nada más importante ni merecedor de su tiempo que su legado de muerte, hay que decir que el mundo moderno ofrece multitud de buenas razones para pensar así. Al ser la Casa con más contacto (por tenue que sea) con la suerte de las almas de los difuntos, son aliados importantes que conviene cultivar.