Relato – Gangrel
Johannus paladeó el miedo que corría por las ramas retorcidas, nudosas y la maleza del bosque negro, casi podía saborear también el pánico de su presa. Pronto podría hacerlo. El leñador estaba a unos cien pasos, empujando ramas y tropezando con los troncos con gran estruendo, intentando huir inútilmente. Johannus podría alcanzarle en un segundo y lo sabía, pero en lugar de eso, quería disfrutar de la caza. Después de todo, este no era un leñador corriente, se trataba de Wilhelm el Fuerte, el que disfrutaba tanto aterrorizando a los niños del pueblo. A los pequeños les contaba historias de los grandes lobos que se comían a los bebés y a sus madres. A los mayores los llevaba con él a los bosques, supuestamente para enseñarles su oficio, y los utilizaba para sus propios placeres. En algunos casos, su placer era mero terror: les prometía asesinarlos, los perseguía por los…