Clan Assamita – Edad Victoriana

Para los Vástagos de la época victoriana, los Assamitas son objeto de desprecio, condescendencia… y terror sudoroso de sangre. Son los inescrutables Sarracenos, los salvajes carentes de principios y aspirantes al honor, los bárbaros incivilizados de las tierras resplandecientes del este. Los vampiros “iluminados” de Europa ven a los Assamitas de un modo muy parecido a como los Británicos coloniales ven a los nativos de sus colonias en la India y África. “Ya los hemos conquistado una vez”, como dicen los Vástagos. “Sin duda podemos hacerlo otra vez, por lo que no suponen un verdadero peligro. No obstante, puede que no quieras salir de paseo solo ahora mismo…”. Los Vástagos usan a los Assamitas simple que pueden, les evitan cuando no pueden, y, básicamente, desechan completamente la posibilidad de civilizar convenientemente a los bárbaros orientales. Los Assamitas, que se ríen con el rostro oculto tras la manga, incluso al aceptar sangre y moneda de un enemigo en pago por asesinar a otro, no lo cambiarían por nada.

Resumen

A todas luces, los Assamitas son un clan de asesinos árabes, dispuestos a trabajar para cualquiera que pueda pagar su precio en moneda, favores y, sobre todo, sangre. Llegan, matan y se desvanecen en la noche, sin dejar nada tras de sí salvo las cenizas de su presa. No parecen tener un propósito, y su existencia para limitarse a ir de un objetivo a otro. Los Assamitas piensan en sí mismos como en leopardos, pero para el resto del mundo de los Vástagos no son menos serpientes que los Setitas; resultan útiles para atacar en la dirección apropiada, pero es demasiado probable que lancen sus colmillos contra quien los maneja. Matan por obligación religiosa, siguiendo una fe sedienta de sangre que nadie más que ellos comprende. Ni los Vampiros nerviosos de Europa ni los del nuevo comprenden del todo por qué los Assamitas aceptan pagos de sangre, ya que la maldición impuesta sobre ellos por parte de los Tremere en el Tratado de Tiro les impide consumir de Vástagos como antaño. Sin embargo, a pesar de su reputación temible y su negativa a apoyar firmemente a una secta por encima de la otra, a menudo se encuentran Assamitas en ciudades de la Camarilla y el Sabbat. Ya estén acechando a un objetivo en particular o esperando un nuevo contrato o sirviendo como guardaespaldas o consejeros de otro Vástagos, los Assamitas que se mueven entre los Vástagos no son necesariamente motivo de pánico, aunque muchos vampiros que se topan con alguno de los asesinos orientales prefieren corre presa del pánico de otros modos, por si acaso.

Curiosamente, en algunos círculos selectos de las ciudades de la Camarilla, se tolera a los Assamitas, y, de hecho, casi se les acoge con los brazos abiertos como nunca se había hecho. Dentro de los clanes británicos y de Europa Occidental crece una extraña fascinación hacia ellos, especialmente hacia los más jóvenes. Los Assamitas son los extraños, los exóticos, incluso, para los que han adoptado totalmente las actitudes de los mortales, los “nobles salvajes” del mundo vampírico. En algunos territorios del imperio británico, la adquisición de un guardaespaldas o consejero Assamita se ha convertido en algo más que un asunto de sólida táctica. Es un símbolo de posición social, una señal de que el vampiro en cuestión está decidido a comprender y, por supuesto, “civilizar” al bárbaro, por muy terrible que sea éste. Los Assamitas apenan levantan la ceja, y siguen comportándose como siempre. Este fenómeno, como mucho, representa para ellos una mayor oportunidad de seguir sus propios planes, y más de un Assamita se ha fingido interesado en recibir una “educación” europea para poder aproximarse a un posible objetivo. Por su parte, independientemente de la frecuencia con que aparezcan en territorios de la Camarilla o el Sabbat, los Assamitas rechazan por igual ambas sectas, y estarían bastante satisfechos de ver a ambas derrocadas y destruidas. Los Sarracenos pueden trabajar con otros clanes inferiores para cumplir un contrato o una obligación, pero no suelen crear afectos ni relaciones a largo plazo fuera de sus propias filas. Les irrita la maldición de los tremere, y muchos se exasperan por no poder luchar abiertamente contra los demás clanes. Echan de menos las noches de antaño, cuando parodian saciarse a su antojo con la vitae de los Vástagos. Para ellos, la diablerie y el reforzamiento de la propia sangre parecen ser un requisito religioso, y como muchos filósofos vampíricos se apresuran a comentar, en realidad es contrario a la fe islámica que muchos de los asesinos han adoptado.

En sus esfuerzos por liberarse de sus ataduras, los Assamitas han logrado ocultar su mayor fuerza tanto a la Camarilla como al Sabbat. Los Assamitas cuentan con un número sorprendente de hechiceros de sangre, ocultos tras sus filas de soldados y asesinos. En estos tiempos, en los que la ciencia y el misticismo colisionan y se entremezclan como nunca antes, estos hechiceros viajan al mundo que se encuentra mas allá de Oriente Medio, siempre en búsqueda de métodos místicos y mundanos de sacudirse de las espaldas del ritual de los Tremere. No es tarea fácil. Deben ocultarse de la mirada de los Vástagos occidentales y, como resultado, siempre se hacen casar por Assamitas “normales” o por miembros de otro linaje distinto. En caso de que la Camarilla y sobre todo los Tremere, supiesen de la existencia de estos hechiceros Assamitas, sin duda interrumpirían sus investigaciones. Los hechiceros tampoco pueden contar con el apoyo de los suyos; muchos guerreros Assamitas han caído en sus propios engaños, y enseguida rechazan a cualquiera de su propio clan que no sea también Vástago de la espada. Por supuesto, ningún clan es tan limitado en sus actividades como podría parecerlo los Tremere. Aunque los asesinos constituyen el aspecto público de los Assamitas, y sus hechiceros son la punta de lanza de la actividad principal del clan, los miembros de éste son individuos, con sus propios intereses y ambiciones. Especialmente en Tierra Santa, aunque también en el resto del mundo, los Assamitas se insinúan en los asuntos de los mortales, tiran de los hilos y destruyen vidas. En su aspecto íntimo son tan parásitos como cualquier otro clan, pero pocos están dispuestos a reconocerlo, ya que su propia seguridad es una presunción que no piensan abandonar.

Dominio

Tal vez resulte poco sorprendente el que los Assamitas tengan poco poder «real» a lo largo de la mayor parte del continente europeo. Frecuentan las ciudades de la Camarilla y el Sabbat, sí, pero siempre como invitados o como agentes contratados. Pocos Vástagos occidentales, por muy decididos que estén a civilizar a los «paganos» Assamitas están preparados para permitirles ejercer ninguna autoridad real. Por supuesto hay excepciones a la regla. Al menos una pequeña ciudad de la campiña británica es hogar de algún Assamita que, si los rumores son ciertos, cobra un peaje de sangre a todo Vástago que pase pro su dominio. Más aún, se dice que varias de las ciudades más pequeñas de Europa Oriental y Rusia están dominadas por Assamitas que se han asentado en la región y por así decirlo, se han vuelto nativos. Estos Assamitas constantemente sufren el asedio de los szlachta y otras horripilantes creaciones de sus vecinos Tzimisce; no parece que estos «enclaves de bolsillo» vayan a durar mucho enfrentados a una oposición tan decidida. El Imperio Otomano es una excepción mucho más importante a la regla que estos dominios diminutos. Aunque Estambul y la mayoría de las ciudades del Imperio poseen príncipes de la Camarilla, nadie duda que quien ostenta la mayor influencia dentro de ese imperio es un Assamita. Entre sus contactos con la Familia Real y con las capas comerciales y religiosas de la sociedad otomana, poco queda del imperio que no entre dentro de la posible esfera de influencia Assamita.

La mayor parte de Arabia y Tierra Santa también es un dominio Assamita. Después de todo, ésta es la tierra natal del clan, y ningún otro ostenta tanto poder sobre la región. Sin embargo, el hecho de que sea dominante no significa que no tenga rivales. Los Seguidores de Set, que atacan desde su hogar en Egipto, intentan frecuentemente robar influencia, territorios e importantes contactos mortales a los Assamitas de Arabia. Existen Toreador, Ventrue, Nosferatu y un puñado de Lasombra que se sienten nativos del Medio Oriente y ninguno tiene problema alguno en arañar migajas de la base de poder Assamita para sus propios fines. Los Tremere revolotean en círculos sobre Tierra Santa como buitres babeantes, desesperados por acceder a los secretos arcanos ocultos en ésta. Lo único que evita el que el conflicto se incremente hasta convertirse en una guerra es el hecho de que existe algún poder antiguo que ayuda a los Assamitas a repeler a todos y cada uno de los Tremere que intentan entrar en Jerusalén y sus inmediaciones. Incluso se rumorea que misteriosos cultos de diabolistas rivales y células de reputados vampiros adoradores de demonios disputan a los Assamitas la influencia sobre la zona. Si los Assamitas no luchasen en tantos frentes para mantener su posición, bien podrían haber expandido su poder político más allá de los confines de Arabia a estas alturas.

El clan también se aferra con determinación a un terreno limitado aunque vitan en África. A diferencia del conflicto en Tierra Santa, que es principalmente subrepticio, la batalla entre estos dos clanes aquí es totalmente sangrienta. Aunque Antara carece de nada que pueda considerarse influencia sobre la corte del Príncipe Bey en El Cairo, muchos reconocen a este Assamita uno de los Vástagos más poderosos de la región, y él libra su batalla contra los Setitas de Izzat al-Khunzir con fanatismo. Podría parecer una lucha desigual, con una victoria más fácil para los Assamitas, salvo porque los Setitas son expertos a la hora de ocultar sus intrincadas redes de influencia por toda la sociedad y poseen un repertorio de saber antiguo y poder místico que a menudo obstaculiza a los Assamitas. La India ha sido testigo de un crecimiento de la presencia de los Assamitas durante el curso de los últimos siglos, especialmente, desde que los holandeses y británicos comenzasen a colonizar la región. Los Vástagos nativos, ocupados ya en luchar contra los Catayanos del este, se vieron obligados a librar una guerra en dos frentes cuando llegaron los vampiros europeos con sus compatriotas. Aunque muchos de los Vástagos indios se niegan a depender de extranjeros que los libren de la incursión europea, otros han resultado ser más pragmáticos. Los nativos han contratado a un gran número de Assamitas y en algunos casos incluso les han concedido dominios. Por su parte, los Assamitas están absolutamente entusiasmados por ayudar a los Vástagos indios contra sus enemigos y han adoptado para sí la causa, por lo que luchan más y mejor de los estipulado en sus contratos. Varios Vástagos europeos, especialmente los Ventrue, están convencidos de que los Assamitas, como clan, se han propuesto expulsarlos de la India. Esto, por supuesto, no es cierto, pero los Assamitas que luchan por la independencia de la India no sienten ningún deseo de corregir las suposiciones erróneas de su enemigo.

Sin embargo, no todos los Vástagos nativos de la India están felices de ver asentarse a los Assamitas. Por estas fechas, el conflicto entre ellos y algunos de estos nacionalistas indios (especialmente Ravnos y un linaje Setita) se han limitado a escaramuzas ocasionales. Sin embargo, a medida que se afianza el control de los británicos sobre la India, muchos de los vampiros del país han comenzado a atacar a todos los extranjeros, movidos por la frustración; los Assamitas de la India podrían descubrir que su bienvenida rápidamente se ha desvanecido. Finalmente, aunque todavía tienen que parlamentar hasta hacer de su presencia algún tipo de influencia, un número pequeño pero en aumento de Assamitas ha establecido un punto de apoyo en el nuevo mundo. Algunos, movidos por las condiciones difíciles de los nativos o (más probablemente) simplemente ansiosos por tener alguna excusa para matar vampiros europeos, llegaron no mucho después del sometimiento de los nativos en América Central y del Sur, donde atacan tanto al Sabbat como a la Camarilla. Otros es encuentran cumpliendo contratos sucesivos en el Oeste Americano. Allí la norma es encontrar príncipes jóvenes e inexpertos; con el Sabbat acechando en el sur, los Lupinos merodeando por las llanuras y los antiguos sedientos de poder esperando en el este para llegar y usurpar cualquier autoridad verdadera que sus chiquillos puedan obtener, tal vez no sea de extrañar que muchos de los Vástagos del «salvaje oeste» soliciten ayuda exterior de vez en cuando. De acuerdo, no pueden ofrecer los favores ni la potente sangre de que disponen sus mayores, pero muchos Assamitas deciden trabajar para ellos de todas formas a cambio de favores futuros. Después de todo, el advenedizo de esta noche puede ser el príncipe mañana, y en cualquier caso, es otra oportunidad más para acercarse a Él.

Intereses

Según los demás clanes, los Assamitas carecen de intereses o actividades generales aparte de matar. Incluso si esto fuese cierto y ciertamente no lo es, el esfuerzo de asesinar a un vampiro requiere más preparación de los que creen muchos Vástagos. Por lo tanto, una gran número de los miembros del clan menos marciales, científicos en su mayor parte, pasan el tiempo buscando formas nuevas de modificar la forma del Vástago. Estos eruditos Assamitas, mucho más numerosos de lo que creen la mayoría de los vampiros, buscan armas y tácticas nuevas y mejores. Aunque rara vez son capaces de crear por sí mismos algo verdaderamente nuevo, son expertos a la hora de mejorar los avances de la humanidad. Existe un rumor casi cómico que afirma que los Assamitas ya han aprendido cómo modificar los rifles de cerrojo para que disparen finas estacas, aunque ninguno de los que lo han extendido lo han visto personalmente. Otros viajan constantemente en busca de nuevas técnicas. Los Assamitas han vuelto de tierras lejanas con nuevos métodos de asesinato, armas adquiridas de culturas antiguas, rituales místicos y venenos exóticos que funcionan incluso en los órganos muertos de un vampiro. Sean cuales sean las razones de sus viajes, el estudio, asesinato u otras, muchos Assamitas se dedican a interferir en los proyectos y objetivos de los Tremere siempre que sus caminos se cruzan. Esta interferencia rara vez se da en forma de asesinatos no contratados (aunque a veces es así). En lugar de esto, los Assamitas cambian la ruta de los mensajeros, retrasan envíos, interfieren con los experimentos y básicamente, hacen todo lo posible por entorpecer sutil y secretamente el ágil funcionamiento de los Brujos. Estas oportunidades son poco frecuentes y rara vez tienen como resultado nada más grave que un pequeño grado de molestia y frustración para los Tremere afectados. Aún así, es un pasatiempo predominante entre los Assamitas más nómadas y algunos incluso toman parte en competiciones para ver quién es capaz de crear la alteración más entretenida.

Sin embargo, en realidad, si los Assamitas han dedicados sus recursos a una finalidad, ésta es su lucha constante por librarse de la maldición de sangre impuesta por los odiados hechiceros Tremere. Por cada Assamita dedicado al asesinato (o la protección) de un vampiro inferior hay otro que trabaja en los laboratorios de alquimia ocultos en las guaridas del clan, o viajando por el globo en busca de los secretos más antiguos y los descubrimientos científicos más modernos. Algunos asesinos, aunque no mucho, incluso han aplicado el conocimiento obtenido a ningún campo aparte de su búsqueda de una cura, han recopilado una biblioteca de información sobre la combinación de magia y ciencia más grande que la de cualquier otro clan (aunque los Tremere van segundos de cerca). Incluso ellos se sorprenderían de lo que podrían conseguir si catalogasen sus estudios reunidos. Para mejor llevar a cabo sus objetivos, los Assamitas, por primera vez han dado el Abrazo a un número significativo de no árabes. El Clan ha escogido en el pasado su progenie de entre otras nacionalidad, pero sólo en el caso de individuos excepcionales. En la actualidad, como requieren los conocimientos científicos y místicos de todo el mundo, no pueden permitirse el ser tan xenófobos. La gran mayoría de sus chiquillos siguen siendo árabes, pero ahora los «extranjeros» son una minoría significativa. Estos nuevos Assamitas proporcionan también una ventaja adicional: pueden viajar a lugares donde los Assamitas tradicionales no pueden ir. El clan ha dirigido su atención con interés hacia Inglaterra, donde las sociedades ocultistas ahora florecen en seno de la élite ociosa de Londres. La mayoría de éstas no son más que entretenimientos absurdos y sesiones espiritistas de sala de té para los que tienen demasiado dinero y tiempo en sus manos, pero un número suficiente de estas sociedades posee un poder real y ha descubierto secretos reales que los Assamitas no pueden permitirse ignorar.

Es especialmente exasperante para el clan, por no mencionar para sus objetivos, que los Tremere y los Seguidores de Set ya se hayan hecho con una porción tan amplia de estas organizaciones florecientes, y los Sarracenos se apresuran para introducir en ellas sus propios ojos y oídos antes de que sea demasiado tarde para cosechar los beneficios. Toda la situación es un polvorín como jamás lo ha habido. En caso de que los Tremere o los Setitas de estas organizaciones descubrieran en su seno a los Assamitas, Londres, al igual que otras ciudades europeas con facciones similares, podría ser el escenario del estallido de una guerra de Vástagos que aumentaría la tensión de la Mascarada hasta casi destruirla. Sin embargo, incluso cuando el objetivo es el bien de todos, los Vástagos parecen incapaces de cooperar entre sí. Los Assamitas, aunque trabajan en equipo mejor que la mayoría, han demostrado no ser una excepción. En el borde de oriente, donde Europa Oriental se encuentra con Asia, el Imperio Otomano lleva a cabo una brutal represión contra los árabes de sus territorios conquistados. Miles de personas viven en condiciones miserables, pero los que se mueren de hambre lentamente sólo están un poco mejor que los miles encarcelados o ejecutados por los turcos otomanos. Los Assamitas se encuentran en ambos bandos. Aunque hasta la fecha han ocultado estos asuntos a los Vástagos occidentales, entre las facciones del clan ha estallado un conflicto abierto. Los Assamitas han invertido mucho en el Imperio Otomano y muchos de los vampiros más poderosos del clan usan todos sus recursos para sostener la economía cada vez más menguada de éste ya que sus propia influencia está inextricablemente ligada al bienestar de Turquía. Aconsejan tanto a los gobernantes mortales como a los príncipes Vástagos del Imperio, proporcionar su poder (en secreto, por supuesto) a sus ejércitos y apoyan a los Ventrue y Brujah turcos que ostentan el dominio de las tierras conquistadas.

Aunque cabría esperar de ellos que ya hubiesen aprendido la lección, a los Otomanos y sus Vástagos les sigue sorprendiendo que los árabes posean la fuerza necesaria para resistir. Los alzamientos pequeños aunque frecuentes de campesinos ponen en peligro a los soldados mortales y sus comandantes, pero esto no es nada en comparación con la fuerza que amenaza a los Vástagos invasores. Muchos de estos vampiros conquistadores, Ventrue, Brujah y Assamitas, por igual, han sufrido la Muerte Definitiva en los últimos años. Un Assamita llamado Najjar, del que se dice que es un chiquillo de Antara el Pastor, dirige a una banda pequeña pero fanática de Vástagos procedentes de entre los árabes oprimidos y se ha cobrado las vidas de varios de sus compañeros de clan, pero como en ambos hay Assamitas de gran influencia y el propio clan no está dispuesto a declarar que ninguno de los dos bandos esté «moralmente equivocado», se han negado a intervenir, salvo insistir en que dejen de matarse entre sí. No se les ha obedecido. En Egipto, la presencia Assamita tiene repercusiones tanto personales como prácticas para el clan. Antara y sus seguidores luchan contra los Seguidores de Set por rencores personales y antiguas disputas. Sin embargo, el resto del clan apoya al Pastor, principalmente debido al valor de Egipto para los historiadores, arqueólogos y hechiceros del clan. Incluso si los secretos de los antiguos resultasen inútiles para levantar la maldición de los Tremere, los Assamitas están decididos a hacerse con ellos aunque sólo sea para apartarlos de las manos de los Setitas. Con ese fin, los Assamitas participan en un juego político en Egipto como el de cualquier príncipe de la Camarilla. Funcionarios secundarios del gobierno, tenderos, líderes religiosos, arqueólogos británicos y contrabandistas de poca monta forman una red de espías e informadores mediante la que los Assamitas llevan a cabo sus constantes búsquedas. Comparten un acuerdo tácito con el príncipe Bey de El Cairo y otros líderes egipcios: los Assamitas no interfieren con los asuntos de la Camarilla en la zona y la Camarilla no mete la nariz en la vendetta Assamita contra los Setitas.

Aunque El Cairo se encuentra en su mayor parte bajo el dominio de Vástagos de la Camarilla allá donde no gobiernan Assamitas ni Setitas, hay un grupo de Lasombra musulmanes que lleva 1.000 años residiendo en la ciudad. Antara sigue manteniendo una antigua alianza con Fatimah, la actual líder de la facción. El grupo proporciona ayuda en la guerra de los Assamitas contra los Setitas y a cambio, la formidable influencia de Antara con el príncipe y los antiguos de El Cairo protege a los Lasombra de cualquier intento de expulsión. Más allá de Oriente Medio y el noroeste de África, el mayor interés de los Assamitas se encuentra en la India. Como en cualquier otra parte, su presencia en esta tierra desgarrada por los conflictos atiende a varios fines, tanto individuales como de todo el clan. Muchos Assamitas, atraídos por la oportunidad de luchar contra los Vástagos de la Camarilla como antaño, viajan a la India sin otro propósito que el de templar sus hojas con la vitae de tantos vampiros como puedan. Otros se han convertido en nativos y han adoptado completamente la causa de la independencia india como propia. Uno de ellos, Imran bin Quadir, incluso llegó hasta el punto de unirse a los Thuggee, antes de que los británicos destruyesen ostensiblemente esta secta. Otros Assamitas todavía siguen usando los rumores de su multitudinaria afiliación a los Thuggee como arma psicológica contra los Vástagos europeos, a pesar de que dicha afiliación no existe realmente.

Otros Assamitas del subcontinente indio no luchan por el placer en sí de luchar, sino por que la recompensa que se les ofreció era demasiado tentadora como para rechazarla. En lugar de pagarles sólo con sangre, a los Assamitas se les han ofrecido territorios, con lo que han adquirido sus propios dominios en los pueblos empobrecidos de la India y en los barrios de las afueras de sus ciudades. En la actualidad, varias de estas regiones de la India cuentan con tantos «príncipes» Assamitas que ni la Camarilla ni los Vástagos nativos pueden ejercer autoridad alguna en estas zonas. Esto les proporciona bases de poder y operaciones desde donde seguir sus demás planes en la India, pero también proporciona un objetivo al que atacar a aquellos a aquellos nativos que se oponen a su presencia, tales como Sundervere, el «Brahmán Malvado», a quién gustaría ver la India libre de todos los extranjeros. Aún otros Assamitas viajan a la India no en busca de sangre, sino de magia. Los Brahmanes del subcontinente, tanto Vástagos como mortales, afirman poseer conocimientos y poderes desconocidos para los hechiceros de la secta… y, lo que es más importante, también para lo hechiceros Tremere. Varios hechiceros han comenzado ya a estudiar los aspectos básicos del Sadhana, un tipo de magi de sangre india, con la esperanza de frustrar a los Tremere.

Aunque el clan en conjunto no muestra demasiado interés por el nuevo mundo, varios Assamitas individuales no comparten esa indiferencia. Como se mencionaba anteriormente, varios Sarracenos toman parte en operaciones en el Oeste Americano y sustentan a los príncipes emergentes contra diversos peligros. Algunos de estos Assamitas (normalmente jóvenes por derecho propio, ya que la mayoría de los antiguos del clan tienen mejores cosas que hacer que aceptar pagos procedentes de los últimos ahorros de los Vástagos que ostentan el dominio de ciudades en ruinas y cinco kilómetros cuadrados de polvo), se han apoderado de la «tierra de las oportunidades». Radeyah bin Hamzah, que viajó a América en parte porque pocos de sus conservadores hermanos la tomarían en serio como mujer y asesina, ha formado a su alrededor una red de Assamitas que se extiende por todo el Oeste Americano y llega por el sur hasta Méjico. Con el clan en sí sólo mantiene contactos esporádicos y acepta y otorga contratos de forma local bajo su propia autoridad. Siempre y cuando no resulte ser una decepción, el Viejo y los antiguos Assamitas le permiten trabajar de forma autónoma, ya que les quita de encima las «preocupaciones insignificantes» del Oeste Americano. La red de bin Hamzah, en ocasiones, ha otorgado varios de sus contratos a antitribus Assamitas procedentes del sur de la frontera. Cuando el objetivo es un vampiro de la Camarilla, los asesinos del Sabbat siempre están ansiosos de hacer el trabajo, los propios Assamitas cobran su precio con pocos riesgos y el cliente nunca tiene por qué saber quién exactamente ha llevado a cabo el asesinato.

La Maldición de la Sangre

Los Assamitas de la época victoriana, como se mencionaba anteriormente, todavía sufren la maldición de la sangre de los Tremere. Por lo tanto, los personajes Assamitas sufren la debilidad «antigua» (segunda generación), en lugar de la adicción a la sangre que se asigna normalmente al clan.

¿Realmente es eso lo mejor que sabes hacer? Sin duda, si vuestra situación fuese la contraria, el Príncipe Warbuton me ofrecería al menos el doble por tu cabeza… Si eso creía. Es un placer negociar contigo. Effendí. – Imad Al Din Abd Haquim. Agente de campo Assamita.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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