¿Quién habría imaginado, hace más de ocho siglos, que los Brujos sobrevivían a su tumultuosa transición al mundo de los Condenados y rechazarían las hostilidades de los clanes superiores a ellos durante milenios, para alzarse a una posición prominente a fines del siglo XIX y destacar sin comparación como practicantes de su estilo único de poder no-muerto? Para los Tremere, el camino ha sido largo y duro, pero al concentrarse como los demás Vástagos3 condenables no han podido hacerlo desde su concepción bíblica (¿¡bah!), han eliminado toda duda sobre su habilidad. La época victoriana parece estar hecha a medida de los propósitos de los Tremere. Con el entusiasmo de estos tiempos por lo oculto, incluso hasta el extremo de reconocer a sociedades secretas dedicadas a estos propósitos, y el interés de los legos en los secretos de la hechicería, los Brujos disfrutan de una libertad de movimientos inaudita en todo el Imperio y más allá.
Mientras que antaño la Inquisición prohibía la participación de lo oculto por medio de la excomunión o la muerte, la cultura secular moderna restringe el marco de actuación de ésta, lo que a su vez relaja las ataduras impuestas a los Tremere y les proporciona más libertad aún. Incluso los individuos interesados en lo espiritual ya no rinden cuentas necesariamente a Roma, gracias este nuevo misticismo espiritual, los Brujos gozan de más latitud aún. Como resultado, una especie de arrogancia desmedida se ha apoderado de ellos. Al oír hablar a unos poces de ellos, uno pensaría que ya no son vampiros, sino que finalmente al alcanzado la crisálida hacia la “inmortalidad” que descubrieron y que les arrastró originalmente a la condenación. De hecho, el Clan Tremere presenta un rostro muy sociable ante el mundo durante la época victoriana, pero no mediante sus propias acciones. Esto último es algo de lo que muchos de ellos no se dan cuenta: su importancia actual no se debe a la cuidadosa reinvención que practican los Toreador, ni la dependencia de lo conservador que presentan los Ventrue. Más bien, la exaltación actual de los Tremere es poco menos que la coincidencia. ¿Acaso es de extrañar que a finales de la época victoriana, con todas sus simpatías por lo oculto, los Tremere vayan a terminar marginados de nuevo? Sin embargo, la verdadera cuestión es, ¿qué aprenderán los Brujos de la experiencia?
Resumen
La razón de ser de los Tremere siempre ha sido la autoconceptualización, y la comprensión de esta, como resultado del nacimiento de la Psicología, se alinea como el meteórico ascenso el clan durante este período. Los Tremere siempre han considerado a sí mismo hechiceros primero que Vástagos después, hecho que podría ser en gran medida responsable de la desconfianza que otro Vástago sienten por ellos. Sin embargo, ahora, las simpatías del mundo les proporcionan esta amplitud de movimientos, y a medida que aumenta su poder temporal, pocos Tremere se topan con el resentimiento que su filosofía ha engendrado en otros miembros de la Raza de Caín. Incluso aquellos que los reconocen, lo ignoran por considerarlo envidia por parte de criaturas de misticismo inferior. Por lo tanto, la altivez caracteriza a los Tremere en la época victoriana tanto como su magia. Ciertamente, la práctica de la magia los convierte en aliados valiosos, y asienta finalmente su posición dentro de la nueva hegemonía de clanes políticos junto con los Toreadores y Ventrue, al menos dentro de la Camarilla. Sin embargo, estos aliados no tardarán en apuñalar por la espalda a los Tremere una vez que se desvanezca la pasión por el ocultismo.
Que comprendan esto o no sigue en duda, ya que gozan de su recién adquirida preeminencia con toda la gracia que cabría esperar de tipos pedantes y solitarios sobre quienes sin saberlo recae la luz del favor popular. Esto no significa que los Tremere sean presumidos. Más bien sucede que su arrogancia va pareja a su cautela, y su naturaleza pragmática evita que se vuelvan insoportables. De este modo, muchos se han dado a la política nocturna con fervor renovado, con la esperanza de extender en la medida de lo posible lo que consideran una situación temporal. Las alianzas de los Clanes, el apoyo de los príncipes de las ciudades, el intercambio de magia de sangre por favores… todas estas actividades se han convertido en el modo operando de los Tremere. Sin embargo, las viejas costumbres se resisten a desaparecer, y los miembros más experimentados del clan han demostrado una notable resistencia a la gloria que la época es depara. Para otros Vástagos maduros, el coqueteo de los mortales con las ciencias ocultas pasará, y al no abandonarse nunca a los excesos que ése les permite, nunca terminarán añorando el esplendor perdido.
Aunque esto todavía no se ha desarrollado hasta formar un cisma dentro del clan (y, ¿cómo podría en un período de 2 años en el caso de una criatura para quien en un año pasa en un momento?), sí es motivo de intensos contrastes en el punto de vista de antiguos y neonatos. El Abrazo de los Tremere sigue siendo tan riguroso como siempre, y los sires escogen a posibles chiquillos según el grado de utilidad que puedan tener para el clan. En la mayoría de los casos, esto se traduce en la habilidad para a hechicería, o la capacidad académica, pero en otros casos, el clan necesita a unos cuantos diplomáticos de pico de oro y a gente de la alta sociedad que les permitan aprovechar al máximo el potencial que les ofrece el espíritu cultural de la época. Por lo tanto, en estos tiempos no es raro que reciba el Abrazo un Tremere procedente de las filas de la nobleza añeja o de una familia de comerciantes bien relacionada, o que incluso que un Tremere dé el Abrazo a un contrabandista con gran habilidad para obtener artefactos olvidados y escamotearlos a las autoridades dudosas.
Dominio
La mayoría de los Vástagos se sorprenderían si supieran que los Tremere siempre han tenido territorios que parecerían superar su número relativamente bajo. Sin embargo, muchos de ellos en fortalezas remotas o en los confines de las tierras civilizadas y en las antiguas regiones de los bosques bárbaros del Sabbat. Como baluarte contra los temidos Tzimisce, los Tremere construyeron una Capilla en los Alpes Transilvanos hace siglos, aunque aún actualmente sólo unos pocos conocen su nombre y su destino es un secreto para la mayoría. Otras casas de brujería, por su misma naturaleza, tuvieron que cerrarse y protegerse de los incendios de la Inquisición y se encuentran en terrenos montañosos similares o en lo más profundo de pantanos, bosques o incluso en las catacumbas bajo las ciudades. Hasta la sede misma del clan, en Viena, se encuentra peligrosamente cerca del territorio del Sabbat. Los Tremere de Durham han creado una potente entidad política, al igual que los Tremere de Londres que han podido ganar posición social durante el letargo del Príncipe Mithras, de esa ciudad. Los Tremere asimismo poseen numerosos dominios en Alemania y Austria y su predominio es algo menor en las partes occidentales de Europa Oriental, fuera del poder de la Espada de Caín y en Italia.
En realidad, las capillas de los Tremere se encuentran en casi todas las poblaciones de mayor importancia en el centro del Imperio y más allá, algunas con un solo miembro, pero todas ellas dedicadas fielmente (hasta donde pueden llegar las lealtades de un vampiro) a la estructura piramidal del clan. Sus intereses incluso han seguido la colonización británica de la India y partes de Oriente Lejano, así como de las zonas más accesibles de África. En su mayor parte, los Tremere nunca han sido Vástagos que busquen dominios individuales, y prefieren establecer zonas de caza en las que sus miembros puedan dedicarse a esta actividad con mayor facilidad para luego volver a dedicarse a las artes arcanas.
Por supuesto, hay excepciones, pero es raro que un Tremere que tome posesión de un territorio no muestre cierto grado de hospitalidad a un compañero de clan que realmente la necesite. Sin embargo, vale la pena mencionar que se crean cruentas rivalidades entre los miembros del clan y alguien a quien uno de ellos haya jurado enemistad, probablemente no debería esperar de él ninguna misericordia, aunque pueda alegar contactos del clan o incluso de su sire. Normalmente, la logística determina que los Tremere pasen menos tiempos ocupándose de las funciones nocturnas de su existencia y el bien del clan está por encima del de un Tremere en particular. En la práctica, pro supuesto esto puede no ser así.
Intereses
Como cabría esperar, la mayoría de las vidas de estos Tremere se desarrollan alrededor del estudio o el servicio a los antiguos. Incluso aquellos que carecen de habilidad en las artes taumatúrgicas suelen trabajar con un Tremere que se dedique por entero a ellas, ya sea como observadores o como buscadores de componentes para los rituales, como socios (en lo político u en lo profesional) de otros Vástagos, o como agentes y esbirros. La influencia de los Tremere, a pesar de ser mayor en la época victoriana, predomina en el ambiente ocultista, aunque las conexiones con organizaciones como los francmasones, han introducido a los Brujos en otras esferas de contactos. Como muchos de los Tremere ahora influyentes sólo han obtenido sus contactos recientemente mediante sociedades secretas, la cantidad de favores que pueden solicitar y el número de conocidos que tienen aumenta despacio. Aunque unos pocos Vástagos notables han ido adquiriendo influencias no tradicionales con el paso de los años, como el puñado de Brujos que van acumulando poder dentro de la Iglesia y los que han tenido éxitos en los negocios de la Compañía de las Indias Orientales, los Tremere siguen sin ostentar el poder mundano de que hacen gala los Ventrue o los Toreador, o incluso los miembros bien situados de otros clanes.
La descripción de los dominios Tremere menciona las «funciones nocturnas» de la existencia de los Vástagos, lo que también pesa sobre ellos mucho más de lo que la gran parte del Can estarían dispuestos a admitir. Aunque se consideran hechiceros antes que vampiros, la realidad de la cuestión es más bien al contrario. Todavía necesitan alimentarse de sangre de vivos para sobrevivir: todavía temen al sol, y el fuego los abraza tan ferozmente como a cualquier otro vampiro. Muchos candidatos a la jerarquía Tremere tienen dificultades para reconciliar estos hecho (anti) naturales con su estructura social artificial, y la humanitas se desvanece rápidamente en los Tremere sedientos de poder durante la época Victoriana. Como respuesta, muchos de ellos terminan trabajando como funcionarios del séquito de un príncipe, tanto por el poder político que esto implica, como para demostrar que el número enojosamente creciente de Brujos «descarriados» que caen en las garras de la Bestia no debería dar una imagen pobre del clan en conjunto. De hecho, un sheriff, azote o sabueso dotado de las habilidades de la magia de sangre no es como para tomárselo en broma.
El clan sigue explotando los causes tradicionales de influencia Tremere, por supuesto, ya que sus miembros consideran que no tiene demasiado sentido abandonar las costumbres asentadas a lo largo de los siglos en favor de su nueva posición preeminente. De éstas, la enseñanza sigue siendo popular y adopta diversas formas. Los tutores Tremere se enclaustran en monasterios olvidados, cuyos monjes todavía se afanan en confeccionar reproducciones a mano, de libros demasiado delicados, raros o peligrosos como para el consumo masivo por parte de las prensas. Aún otros se establecen entre las escuelas y universidades de las ciudades, donde se pasan por alto las excentricidades de un erudito por consideración a su sagacidad. Naturalmente, muchos Tremere se encuentran más cómodos rodeados de la parafernalia del ocultismo, y las sociedades secretas de la época les proporcionan la oportunidad de hacer precisamente eso al tiempo que expanden su base de poder. Desde los rituales formalizados de los francmasones hasta la Orden Hermética del Dorado Amanecer, hasta el vendedor de libros arcanos o la pitonisa de la esquina, el interés del público por el saber místico permite a los Brujos entablar contactos con mortales hasta ahora prohibidos o heréticos. Unos pocos emprendedores incluso han adoptado la no-vida del charlatán y enseña unos cuantos rituales de medio pelo o trucos de magia limitados a los ricos ociosos y con una curiosidad morbosa a cambio de favores monetarios.
Los Misterios que yacen enterrados en el interior del mundo no son nuevos, aprendiz. ¿Por qué crees que los enterraron? Sólo porque la gente de la época los aprecie ahora en lugar de condenarlos no varía su naturaleza. es un tiempo feliz para nosotros, un tiempo en el que podemos usar nuestras hechicerías a voluntad sin temer a los fuegos de los cazadores de brujas. Bueno, sin tener que temerlos demasiado. Los hombres todavía odian lo que no comprenden. – Edward Bainbridge, Primogenito Tremere de Londres.