El Pirata Barbanegra
Edward Teach, más conocido como Barbanegra-el más notorio de los piratas- una vez hizo del area cerca de Bath su hogar.
Plum Point
El famoso criminal vivía en Plum Point (al que generalmente se conocía como el «Punto de Teach»). Desde un punto elevado adelante de la Casa Bonner, mirando al sur a través de la bahía, el trecho de tierra visible a la izquierda es Plum Point. Los rumores que han circulado durante años dicen que las ruinas de los cimientos de una antigua casa de Plum Point son los restos de la casa de Barbanegra. Y los buscadores de fortuna han excavado en numerosas ocasiones en el area en búsqueda del su tesoro enterrado.
La Reina Ana
Edward Teach era corsario durante la Guerra de la Reina Ana (1702-1713), y más tarde -como Barbanegra- nombró a su barco insignia La Venganza de la Reina Ana
La Pava de Teach
Durante muchos años, en un campo abierto entre Plum Point y Bath Town, hubo una estructura de ladrillo redonda que parecía un enorme horno. Según una historia Barbanegra lo utilizaba para hervir alquitrán para acollar sus barcos. A medida que la leyenda crecía esta estructura se empezó a conocer como la Pava de Teach. El lugar se convirtió en una atracción turística tan popular que los cultivos del area se vieron amenazados, y el agricultor que era dueño de la tierra finalmente cubrió el viejo horno de tierra y le aró encima.
Barbanegra y el Gobernador Charles Eden
Frente a la bahía hacia la derecha, el punto de tierra visible es el Archbell Point. Fue cerca de este lugar que el gobernador colonial Charles Eden vivió durante su estadía en Bath. Eden, que venía de una familia inglesa antigua y prominente, se convirtió en el gobernador de la colonia en mayo de 1714. El gobernador ocupaba una plantación de 400 acres sobre el margen occidental del arrollo Bath Creek.
Barbanegra llegó a Bath en alrededor de junio de 1718, e inmediatamente recibió del Gobernador Eden el «perdón de gracia» del Edicto Real. Y la leyenda dice que se hizo un pasaje subterráneo desde el sótano de la mansión de Eden hasta el empinado margen del arrollo, para que Barbanegra pudiera entrar y salir sin ser visto. La implicación, por supuesto, es que Eden obtenía su parte del botín del pirata. Dicho túnel probablemente nunca existió, pero había un sendero de rocas de balasto que iba desde la casa de Eden hasta un muelle en el arrollo cercano.
Buscando entre las plantaciones a lo largo del Pamlico, Barbanegra eligió a la hija adolescente de un plantero del Condado de Bath como su catorceava novia. El Gobernador Eden llevó a cabo la ceremonia y este incidente se ofrece como prueba de que el pirata y el gobernador eran amigos aliados en la comisión de actos de piratería. Sin embargo, es muy probable que Eden fuera el único funcionario en el area que podía llevar a cabo este tipo de ceremonias.
Tobias Knight —el secretario de la colonia— compró la plantación adjunta a la de Eden en junio de 1718. Era la casa de Knight la que estaba en lo que es hoy Archbell Point. Y fue Knight —no el Gobernador Eden— quien más tarde fue juzgado ante el Concejo por ser un accesorio de los actos de piratería asociados con Barbanegra y su tripulación.
Barbanegra y la «Hija» del Gobernador
Otra historia exagerada cuenta que Barbanegra —que según los rumores tuvo 14 esposas y 13 hijos— no tuvo éxito como galán con la hija del Gobernador Eden. Se dice que la joven reachazó a Teach porque ya estaba comprometida con otro hombre.
Supuestamente Barbanegra, enojado y celoso, capturó a su rival y le cortó las manos antes de arrojar su cuerpo al mar. Teach luego colocó las manos en un ataúd enjoyado, e inmediatamente envió el paquete a la Srta. Eden. La acongojada joven languideció y murió, como era costumbre en el caso de un romance desbaratado.
Estas son las exageradas historias que se atribuyen a los criminales notorios. Charles Eden nunca tuvo una hija. Sin embargo, tuvo una hijastra que se llamaba Penélope.
Tiempos Salvajes en Bath Town
El pequeño pueblo somnoliento se convirtió en un lugar animado cuando Barbanegra y su tripulación llegaron a puerto. Comerciaban sus ganancias dudosamente obtenidas a precios razonables, participaban en desenfrenados jolgorios y reabastecían sus navíos para salir en nuevas misiones que mantenían el ciclo.
Todo esto trajo prosperidad económica a la región. La gente venía de grandes distancias para comprar bienes extranjeros en los negocios de Bath. Los «ordinarios» (los hoteles del area) se llenaron de pensionistas, y Bath Town cobró vida. Los piratas, sin ahorrar bebida ni malas palabras, deleitaban a los habitantes con alocadas historias de sus aventuras en alta mar.
Barbanegra, conocido estrictamente como un ladrón del mar, rápidamente se convirtió en un objeto de fascinación en tierra – y la gente empezó a vociferar que lo había conocido y que había hablado con él. Los curiosos ciudadanos de Bath invistieron al infame pirata con cierto grado de celebridad. Aquí se encontraba un notorio villano, perdonado por un edicto real, buscando retirarse entre ellos.
Los ricos planteros invitaban a Barbanegra a sus casas, y Teach entretenía invitados derrochadoramente en su casa en Bath. No pasó mucho tiempo antes de que el ladrón del mar hiciera alarde de que no había hogar en Carolina del Norte donde no hubiera sido invitado a cenar. Con su personalidad abrumadora, Teach convenció a los habitantes que vivían en zonas de tierra sin salida al mar -que sin duda querían ser convencidos- de que los piratas eran sus amigos.
Como ha notado el historiador Robert Lee, Barbanegra vivía en una era en que los actos de piratería no perdonados eran «condonados, si no sancionados, por ley [y] no era indigno de personas de familia y respetabilidad tomar parte en dichos actos.» Existía una moral de frontera cuando Barbanegra llegó a Bath en 1718.
La piratería era un «vicio de moda,» y a fines del siglo XVII casi todas las colonias de América del Norte alentaban a los piratas. La experiencia de Carolina del Norte con la piratería a principios del siglo XVIII era similar a la de otras colonias inglesas en épocas anteriores. Debido a esta aislación y a una población que estaba tan esparcida, los problemas que causaba la piratería colonial se retrasaron en Carolina del Norte. La colonia fue, de hecho, la última en erradicar la piratería.
A pesar de llevar una cómoda existencia y de tener el perdón del rey, el semi-retiro de Barbanegra y su tripulación no duró mucho tiempo. Pocos meses después de asentarse cerca de Bath, los villanos volvieron a alta mar por una última ronda de piratería generalizada. Poco tiempo después, en noviembre de 1718, el reino de Barbanegra como rey de todos los piratas llegó a su fin. Teach fue asesinado en batalla en la Ensenada de Ocracoke por un contingente de la Flota Real bajo el comando del Tte. Robert Maynard.
El Juicio de Tobias Knight
En 1719, el año que le siguió a la muerte de Barbanegra, Tobias Knight -el secretario de la colonia- fue absuelto de los cargos que lo acusaban de ser un accesorio de los actos de piratería asociados con Teach y su tripulación. La hábil refutación legal de Knight desafió con éxito cada punto presentado en su contra, y recordó al Concejo que la ley colonial americana no permitía que los esclavos negros (aún aquellos que se habían convertido en piratas!) fueran testigos en contra de una persona blanca en la corte. Gravemente enfermo en ese momento, Knight murió unos meses después del juicio.
Capitán William KIDD
Nació en Escocia alrededor de 1645, posiblemente en Greenock. Se hizo a la mar siendo un muchacho y emigró a América. En la década posterior a 1690 vivía en Nueva York. Poseía su propio barco mercante y en 1689 se distinguió como capitán al servicio del rey.
William Kidd era un capitán respetable antes de 1695, año en el que el gobierno de su majestad británica lo contrató para perseguir «piratas» y capturar su botín. Sin embargo, pronto hubo problemas. Entre los tripulantes habían gentes de no muy buena reputación que querían abordar todos los barcos incluso los de bandera británica. Al principio logró controlarlos, pero un día la tripulación se amotinó y tomó el control del barco. Atacó a todos los barcos sin importarles su nacionalidad, lo que sin ninguna duda era mucho más rentable. Kidd enterró tantos tesoros que podrían hundir una docena de barcos; también cuentan que torturó a más gente que cualquier otro pirata. No se sabe con absoluta seguridad si él los mandaba pero según las crónicas todo hace ver que era el que los capitaneaba. Cuando regresó a Nueva York, entregó parte del botín a su amigo, Lord Bellomont, dándole también pruebas de su inocencia. Pero Kidd ya tenía una reputación de pirata que su supuesto amigo supo aprovechar, pues escondió las pruebas y el botín, y puso al capitán en manos de la justicia.
En marzo de 1701 compareció ante la Cámara de los Comunes que recomendó que fuera llevado a juicio el 8 de mayo. No le fue permitido declarar en su favor. Su fama de pirata cruel le precedía y no tenía ninguna prueba para alegar lo contrario. Fue condenado a ser colgado y su cuerpo permaneció de la misma forma en el Támesis como advertencia a los piratas.