Finalmente, independiente de España en 1823, México perdió la mitad de su territorio (Texas, California, Arizona y Nuevo México) contra los Estados Unidos durante la Guerra Mejicana en 1848. Paliando esta vergüenza nacional, los ineficaces líderes de México tomaron prestadas enormes cantidades de dinero de bancos europeos en términos desastrosos. Cuando el gobierno no pudo hacer frente a los pagos, una fuerza armada combinada de Bretaña, Francia y España lanzó una invasión en 1861 para tomar el control de los puertos de México y forzar el reembolso. Francia dio un paso más. El emperador Napoleón III conspiró con su cuñado, el archiduque austriaco Maximilian, como dirigente de vanguardia para establecer una capital francesa. Maximilian fue ejecutado varios años más tarde, pero entonces los Estados Unidos fijaron su mirada en el sur. Confiando en la Doctrina Monroe para mantener la colonización europea fuera de México, los Estados Unidos se aferraron a la región y se instauraron como el Coloso del Norte, una amenaza que está al acecho lista a descender sobre la nación frágil y derribada. Dentro de México reinaron el caos y la corrupción. Líderes políticos rivales exigían tributo de los ciudadanos y extranjeros, y las permisivas autoridades locales daban rienda suelta a los asesinos y ladrones.
En 1876, el hijo de un posadero llamado Porfirio Díaz asumió el poder, decidido a restaurar el orden. Lo hizo de forma totalmente despiadada. Díaz ha reprimió los elementos criminales, anegó las llamas de la guerra civil y rescató la economía de cerca de la bancarrota. Gobierna con un profundo entendimiento de la hostilidad entre las diferentes etnias y clases en el país, y tiene buena disposición para mezclar el tacto y la falta de piedad en aras del mantenimiento de la estabilidad. Díaz se inició bajo la tutela del Presidente Benito Juárez, un indio culto que logró subir al poder enfrentándose a la muy común intolerancia y persecución, y cuya herencia más duradera para México es la separación entre la Iglesia y el estado (un cambio que trastorna muchos esquemas de los Vástagos junto con varios proyectos mortales). Díaz ha preservado dicha herencia junto con sus propias innovaciones.
Díaz alista a bandidos como rurales, u oficiales de la ley locales, para que se maten el uno al otro con la bendición y el estímulo del gobierno federal. Arregla ejecuciones de líderes criminales, organizándolos como tentativas de fuga fallidas de la prisión, y vuelve a nombrar a miembros de gabinete rivales como gobernadores de estados “que se han ido al infierno». Díaz equilibra las tensas relaciones entre españoles mexicanos, mestizos de media casta y tribus indias nativas con una naturaleza sorprendentemente convincente, dando órdenes con un tono de voz calmado y medido, pero siempre terminante. Es este absolutismo implacable el que caracteriza México, realmente un estado de un solo individuo.
Ciudad de México
Díaz mismo tomó Ciudad de México de Maximilian en 1867, sacando la influencia extranjera del país para siempre. Como su gobernador deliberado, Ciudad de México se erige meticulosa, compacta y casi tan exactamente orientado como las líneas sobre una brújula. Se dice que tiene cerca de 900 calles y callejones, pero este es principalmente debido al hábito de renombrar calles en cada bloque.
Los servicios de la ciudad son completamente modernos, con caminos pavimentados en piedra y asfalto y tanto alumbrado eléctrico como de gas en la mayor parte de áreas. La llegada de la electricidad ha animado a un gran número de industrias a establecerse en la capital y sus afueras. Las centrales eléctricas, de hecho, son los elementos cruciales en la prosperidad de México, dirigiendo las 155 fábricas y casas industriales.
Las plazas dominan el paisaje y comprenden los edificios centrales. La Plaza Mayor, la Plaza del Alcalde, contiene el palacio nacional de Díaz, la catedral de la ciudad y el palacio del alcalde. La calle comercial principal, el Callejón de los Plateros, se dirige al Oeste desde la plaza a los jardines públicos de la Alameda, un despliegue de 40 acres que se despliega en el emplazamiento del viejo mercado azteca y su punto de ejecuciones, y el lugar del primer auto de fe del país en 1574. La Plaza de Santo Domingo alberga el viejo convento y la iglesia de Santo Domingo, y la Escuela de Medicina, que se alza sobre la antigua oficina central del tribunal de la Inquisición. Este es un edificio evitado por la mayor parte de Vástagos (los rumores que circulan lo señalan como el refugio de una secta subterránea de Inquisidores emplazados al margen de la iglesia jesuita cercana que planea una nueva ola de cazas).
De ser así, tienen su trabajo hecho de antemano. La fiebre de la guerra hierve a fuego lento entre los Vástagos de Ciudad de México. La delincuencia y corrupción con una antigüedad generacional han permitido que una partida de vampiros del Sabbat se infiltre en la capital. Explotando la carencia de apoyo de la Camarilla tras el derrocamiento de Maximilian, varios Lasombra prosperan tras las sombras del gobierno de hierro de Díaz, enviando a grupos de Brujah antitribu (a quienes pagan bien con vitae de las poblaciones indígenas más pobres de las afueras de la ciudad) a enzarzarse con los otrora dominantes Vástagos europeos. Los susurros sobre que uno de los Lasombra realmente ha Abrazado a Díaz son sopesados cautelosamente tanto por los vástagos como por los Inquisidores. La idea de dicho bastardo sanguinario y despiadado al mando es suficientemente mala; el pensamiento de verle manejando niveles avanzados de Obtenebración es demasiado horroroso para uno u otro grupo como para planteárselo.
NOTA: Este extracto corresponde al Lore presentado en esta línea de juego, cabe destacar que WW siempre estuvo bastante flojo en los textos donde escriben respecto de Mexico y Sudamerica en general. Con lo cual está a tu criterio tomar lo que sirva de aquí y el resto lanzarlo por la borda.
