Gratiano convocó a los Amigos de la Noche, los Amici Noctis por aquel entonces, y se presentó a ellos con los hechos consumados. Podrían condenarle, de hecho, él les provocó a que lo hicieran, arguyendo que si no le detenían ahora convertiría el clan en algo totalmente nuevo.
Los Amigos escucharon y se apartaron del medio. Algunos Amigos se unieron a la revuelta de Gratiano, mientras que el resto prefirió dejar que los acontecimientos siguieran su curso.
El gran rebelde anunció que no reclamaría la posición de fundador del clan, al contrario que Augustus Giovanni. Dijo que se sentía contento como un miembro más del clan Lasombra, ahora que había muerto el monstruo que una vez determinó lo que era el clan. A partir de ese momento todos los miembros del clan podían decidir lo que significaba su linaje y actuar en consecuencia. El clan no estaría guiado nunca más por una sola voluntad, Gratiano rechazó ese papel específicamente y “sugirió” a los Amigos de la Noche que no eligieran un sucesor. Montano rechazó fervientemente esta postura, pero no encontró apoyos. Él y un puñado de sus seguidores se convirtieron en un clan errante en el exilio, y fueron apodados por algún ingenioso y desconocido miembro de los Amigos como “anti-tribu”.
Incubando el Sabbat
Justo una década después del golpe final de Gratiano, que destruyó al clan como era hasta entonces, la Revuelta Anarquista llegó a su fin con la patética declaración conocida como la Convención de Thorns. En breve, la gran mayoría de los anarquistas volvieron dócilmente al redil de los antiguos a cambio de declaraciones simbólicas de lealtad por parte de sus una vez y para siempre dueños. Sólo un puñado de valientes en cada clan continuaron la lucha. Nuestro término “anti-tribu” se convirtió en una insignia de honor, a partir de ahí la palabra antitribu fue aceptada cada vez de forma más general.
Debéis recordar que cualquier tipo de organización más allá el yugo de cada clan era un concepto nuevo. La Camarilla era una innovación, algo que en nuestra estirpe se da muy de cuando en cuando. Los antiguos no lo vieron tanto con entusiasmo como con una terrorífica sensación de necesidad. Atrapados entre la presión de los mortales y los desafíos de sus neonatos, cedieron voluntariamente gran parte de la autonomía individual que definía su estatus. Los clanes que permanecieron fuera de la Camarilla lo hicieron principalmente porque sus antiguos eran lo suficientemente sabios como para darse cuenta de que los imperativos de la nueva organización servirían para destruir los antiguos métodos y cambiar las cosas casi tanto como la rendición de los anarquistas. Es decir, para nada.
Durante el siguiente medio siglo, nuestro clan persiguió su propio destino. Así lo hicieron también los Tzimisce, quienes nos imitaron destruyendo a su Antediluviano, por razones similares. Los Assamitas, que cobardemente aceptaron la maldición impuesta por la Camarilla, los Giovanni, los Ravnos y los Setitas se mantuvieron en libertad. Nuestros antiguos siguieron el camino trazado durante mucho tiempo, ya que los Tribunales de la Sangre continuaron en su labor. Nuestros Neonatos experimentaron nuevas formas de relación con la Humanidad.
Recuerdo claramente la primera vez que oí el término “Sabbat” aplicado a una manada de Cainitas cazando mortales. Fue el jueves santo de 1502, justo después de los oficios de media noche. Lo recuerdo porque había ido a misa con algunos compañeros de clan de Nápoles. Había cierta preocupación en la región acerca de algo a los que algunos Amigos llamaban la Herejía Cainita. No me detendré a explicar este término. Preguntadle a vuestro líder de manada o a vuestro Arzobispo. Tras el servicio de media noche, un grupo de nosotros nos encontrábamos en el jardín, admirando las estrellas y discutiendo relajadamente la cuestión del papel que desempeñábamos en el orden de Dios. Yo mismo era tan fervoroso entonces, y a la vez tan necio…
Uno de los neonatos más jóvenes habló para decir que toda Italia estaba manchada por la superstición rural, como lo está ahora, incluyendo la noción de que grupos de brujas vagan por el campo en “sabbats”, secuestrando adultos y niños para rituales horribles. Dijo que él y sus compañeros se vestían de diversas formas asociadas tradicionalmente con las brujas y actuaban como se esperaba de ellos. Corrían a velocidad sobrehumana hacia un pueblo, gritaban que habían venido a recoger las almas debidas a su señor Satán, derribaban puertas al azar y raptaban a suficientes víctimas para alimentarse. Todos encontramos el tema muy divertido y elogiamos la ingenuidad de los mortales.
Recordé a ese chico listo otra vez alrededor de seis o siete años más tarde, cuando conocimos informes de manadas cainitas utilizando los mismos métodos en el Valle del Danubio y la costa Báltica. La presencia de estos Cainitas formados en Sabbats fue, para muchos mortales, el antecedente del sitio otomano a Viena.
Liberados en sangre
No mucho más tarde de que la ola otomana llegara a su cúspide y volviese atrás, comenzamos a oír noticias en Sicilia de algo nuevo. La Vaulderie. Vosotros, por supuesto, lo dais por hecho. No podéis imaginaros fácilmente lo sobrecogedor que resultaba. El Obispo Emory nunca os ha tenido sujetos por un vínculo de sangre ¿verdad? Supongo que no. Solía suceder que vuestro Sire u otro antiguo podía vincularos a él haciéndoos beber su sangre, y os sentiríais obligados a obedecer su antojo y a amarle. Era la amenaza más común contra la progenie rebelde.
De pronto, gracias a algún anónimo mago de la sangre, estábamos libres de peligro. Podíamos hacer vínculos con nuestros compañeros afines, los Cainitas que nosotros decidiéramos, y arrebatar los más sabios a los antiguos. Yo mismo fui uno de los primeros en beber de la copa de la Vaulderie en los grandes rituales celebrados sobre las cenizas de nuestro Antediluviano, y ayudé a eliminar a mi Sire no mucho tiempo después. Fue una sensación realmente dulce. Cuando os estremezcáis bajo el vínculo de la Vaulderie, recordad la alternativa, y sabed que los viejos horrores siempre aguardan para arrastrarse de nuevo hasta nosotros si bajamos por un momento nuestra guardia.
Sea quien fuera el que inventó la Vaulderie, se expandió como el fuego sin control a mitad del siglo XVI. Muy pronto, particularmente para la forma en la que los Cainitas miden las cosas, era la práctica que definía a los Cainitas que se rebelaban contra la Camarilla y los líderes de las sectas, tal y como la manada ya era la unidad organizativa por excelencia. La combinación de ambas creaba una sensación de unión entre los disidentes. En algún punto de la mitad del siglo, comenzamos a llamarnos a nosotros mismos el Sabbat. El Tribunal de la Sangre utilizó por primera vez el término en cargos en 1552, y otra vez en 1558, para utilizarlo regularmente desde entonces. Recordad que, en este momento, los Lasombra nos asociábamos principalmente entre nosotros. Las manadas compuestas de miembros de varios clanes aún eran raras por lo que se refería a nosotros. Nos parecía sospechoso, incluso con el vínculo de sangre establecido.
De todas formas, tomamos parte en los esfuerzos por debilitar y derribar a la Camarilla. Encontrareis una descripción bastante buena de mí en uno de los libros de Charles Fort, donde da cuenta, con su exuberante y habitual escepticismo, de un ataque de Cainitas a unos peregrinos malteses en 1585. Incluso esta cicatriz que tengo aquí aparece en el texto. Creamos tales disturbios públicos que los siervos de los Antediluvianos pasaron literalmente años intentando suavizar las consecuencias, y por supuesto no funcionó del todo. Esta clase de éxitos eran quizá poco frecuentes, pero conseguimos forzarles a gastar mas recursos de lo que tenían previsto en dar una respuesta a nuestras agresiones.
Nuestra creciente gloria nos colocó como los rivales genuinos de la secta y atrajeron a un pequeño pero constante flujo de desertores que querían ser lo que la Camarilla no permitía, Cainitas en el más puro sentido del término.