Habitantes de Ceoris: Etrius, Señor de Ceoris.
Nacido a las afueras de Gothenborg, Suecia, en el año 850. Etrius fue el hijo estudioso e introvertido de un formidable vikingo que se convertiría en uno de los primeros conversos al cristianismo de aquella tierra.
El padre de Etrius servía como patrón y protector de Ansgar, el obispo alemán que se aventuró en la primera misión oficial a Suecia en el año 869. Ansgar dejó una huella indeleble en el impresionable Etrius, quien se vio atraído sin remisión a la doctrina cristiana. Ya desde el principio, su fe era pura idiosincrasia: no cría más que en su…
Cuarta generación, chiquillo nominal de Tremere
Naturaleza: Tirano
Conducta: Conformista
Abrazo: 1022
Edad aparente: Treinta y pocos
Nacido a las afueras de Gothenborg, Suecia, en el año 850. Etrius fue el hijo estudioso e introvertido de un formidable vikingo que se convertiría en uno de los primeros conversos al cristianismo de aquella tierra. El padre de Etrius servía como patrón y protector de Ansgar, el obispo alemán que se aventuró en la primera misión oficial a Suecia en el año 869. Ansgar dejó una huella indeleble en el impresionable Etrius, quien se vio atraído sin remisión a la doctrina cristiana. Ya desde el principio, su fe era pura idiosincrasia: no cría más que en su propia santidad. Como santo en ciernes, no dudaba en perdonarse trasgresiones que condenaría en los demás. Tras razonar que el primer paso hacia la canonización pasaba en cubrirse con las ropas de un clérigo, decidió convertirse en sacerdote. Tarea harto complicada en la aún pagana Suecia. Su padre lo envió de peregrinaje a Roma. Transcurridos escasos días desde el comienzo del viaje, los peregrinos fueron atacados por enemigos del padre de Etrius. Etrius se convirtió en esclavo y. más tarde, sería vendido en la lejana Constantinopla. Su comprador no fue otro sino Tremere, quien vio en él de inmediato un talento en bruto para la magia y una predisposición a cumplir órdenes. Tremere adoptó a Etrius en calidad de aprendiz, el primero desde su amargo fracaso de apoderarse de la Orden de Hermes.
Etrius permaneció junto a Tremere incluso mucho después de demostrar que era un magus de gran poder. Tremere toleraba su retórica cristiana, aunque lo mortificaba de vez en cuando recordándole el antagonismo entre la Iglesia y los brujos. Etrius no encontraba motivos para explicar que sin duda el Señor había querido que él se convirtiera en magus ¿Por qué si no habría dispuesto el Altísimo el destino de Etrius de tal manera?
La arrogancia de Etrius crecía al tiempo que su proceso de envejecimiento se retardaba por procedimientos mágicos y enterraba a sus contemporáneos. Se quitó de la cabeza sus sueños de beatificación, tras llegar a la conclusión de que Dios debía de tenerle reservado un final mayor que el de convertirse en santo. A mediados del siglo X, había comenzado a actuar como si todas las acciones que emprendiera disfrutasen por definición, del beneplácito de Dios. En el año 962, redujo a polvo a un informador que pretendía revelar un complot de escasa repercusión de los Tremere a los magi rivales. Se justificó argumentando que si los discípulos hubiesen estado dispuestos a matar por él, Cristo jamás habría sido crucificado. Tremere esbozó una sonrisa al escuchar aquello.
Cuando Etrius conoció a Goratrix, siendo aún un aprendiz, ambos sintieron odio a primera vista. Tremere la había preparado para que aborreciera a su predecesor. Etrius veía en Goratrix los puntos débiles de la teología aplicada a si mismo de Etrius, com mayor testarudez se agarraba éste a ellas. Etrius, viendo que Goratrix pretendía eclipsar a Tremere, comenzó a concebir la lealtad a su señor como la virtud más importante de todas.
Etrius construyó la pequeña capilla de Viena en el año 920, de la que fue regente nominal, pese a sus numerosas ausencias, hasta el 1022. Durante su mandato se dedicó a infringir de forma solapada la tácita prohibición hermética que prohibía la implicación en los asuntos de la política de los mortales, ayudando al rey alemán (más tarde emperador de la Roma católica) Otto el Grande contra las hordas magiares en la batalla de Lechfield, en el año 955. Actuó así siguiendo su programa de cosecha de contactos dentro de la iglesia y las clases dirigentes de Austria. Aunque los magiares se mostrasen abiertos a la conversión al cristianismo en el año 955, Etrius conocería a Medecamina, para terminar embarcándose en una pasión mutua condenada al fracaso.
En el año 980, intervino en el ritual de Goratrix para consagrar Ceoris. Fue decisión suya colocar el miembro amputado de Goratrix, de manera humillante, en la boca del mago Ponticulus, decapitado tras cometer un error durante el ritual. Luego cuestionaría los métodos de construcción de Goratrix, y creo el abismo que separa la capilla de la ladera. Pasó mucho tiempo en Ceoris durante aquellos primeros días, para mayor consternación de su rival, Goratrix. En el año 996, eclipsó a Goratrix, demostrando sin lugar a dudas que la magia estaba disminuyendo. Ambos compitieron furiosos entre sí para encontrar una manera de contrarrestar este fenómeno. Sus ansias de vencer llevaron a Etrius a abandonar los vetos formulados por su señor en contra del diabolismo. Intentó duplicar magia conjuradora de demonios sin tener que contactar con ellos. Sus experimentos fracasaron de forma estrepitosa en el año 1014, cuando atrajo a una verdadera horda de demonios (incluso puede que abriese un portal a las esferas infernales), obligando así al abandono de toda una planta de laboratorios.
Goratrix lo dejó atrás en el año 1022, al ocuparse de la magia que convertiría a Tremere y a siete miembros de su casa, entre ellos tanto Etrius como el propio Goratrix, en vampiros. Etrius se sintió abrumado, e incluso llegó a expresar en voz alta su preocupación por su alma inmortal. Sus compañeros intercambiaron miradas de soslayo y Etrius guardó silencio (sus objeciones morales no duraron mucho tiempo. Una vez Goratrix hubo salido del escenario y con el vampirismo convertido en el eje de la existencia de los tremere, Etrius llegaría a asegurar que fue él quien había practicado el gran ritual).
En 1024, el fantasma de Ponticulus se apareció ante Etrius, para advertirle de que Goratrix había conspirado con entidades del otro mundo para conseguir la ceremonia de transformación. Ponticulus urgió a Etrius para que indujese al suicidio a los demás participantes del ritual, si no querían que la magia desapareciese del mundo. Hacia tiempo que Etrius aguardaba la aparición de Ponticulus e intentó esclavizar al fantasma, sin éxito. Ponticulus escapó y acudió a los Tzimisce para revelar el secreto de los Tremere.
Etrius volvió a enfrascarse en su rivalidad con Goratrix, al que recomendó precaución antes de dar el paso de Abrazar a nuevos miembros, argumentando que quienes fuesen reclutados a la fuerza no serian dignos de confianza. Obscureció la estrategia de este plan envolviendo sus objeciones en términos religiosos. Con Tremere cada vez menos presente, los dos sempiternos rivales se volcaron en su guerra intestina. En el 1036, cuando sus reyertas amenazaban con delatarlos a todos, Tremere salió al paso y aprovechó la excusa para someter a los siete miembros del Consejo Interno al juramento de sangre. A Etrius le pareció que aquello era un buen resultado.
Tremere se llevó a Etrius consigo en su épico viaje para conocer más acerca de los vampiros y de sus costumbres. Llegado el año 1126, los dos se hallaban enfrascados en la busca y captura de matusalenes, a fin de que el Consejo de los Siete pudiera sumarse a su diablierie. Las súplicas de Etrius para excluir a Goratrix de los beneficios de su empresa cayeron a oídos sordos.
En 1133, Etrius ayudó a Tremere a encontrar y asesinar a Saulot. Una parte de su conciencia, enterrada tiempo ha, le decía que aquello era el crimen definitivo, que debería detenerse. Sin embargo, Tremere estaba ansioso por seguir adelante y estaba claro que, si Etrius no le ayudaba, lo haría Goratrix. Sostuvo al antiguo durmiente mientras Tremere se bebía su sangre. Cualquier remordimiento que pudiese albergar desapareció cuando Tremere le recompensó haciéndole entrega de Ceoris y enviando a Goratrix a París.
Al coger las riendas de la capilla, se dio cuenta de que las fuerzas de Goratrix seguían en su sitio. Malgorzata era especialmente enervante, una chiquilla del señor exiliado, intrigante, cuya sed de prestigio era insaciable. La facción conspiradora continuó ignorando sus órdenes de refrenarse y Abrazar sólo a aquellos magi que accedieran a ello. La lucha sigue hasta el momento.