Los ángeles son, por naturaleza, criaturas virtuosas. Incluso los caídos recuerdan su naturaleza incorrupta. Algunas virtudes son intrínsecas a seres de sabiduría y poder divino.
Pero la virtud de la humanidad no es una de ellas. A pesar de todo, el silencio del Abismo da mucho tiempo para reflexionar. Al igual que los Crípticos, los Reconciliadores dedicaron su encierro a evaluar profundas cuestiones. Pero donde los Crípticos miraban hacia fuera y hacia el pasado, los Reconciliadores miraron hacia dentro… y hacia el futuro.
Su pregunta más acuciante era: ¿Y si nos equivocamos? ¿Y si? ¿Y si el castigo de Dios estaba justificado por la desobediencia de Sus siervos e hijos? ¿Y si Usiel y Lailah hubieran tenido razón desde el principio… y si al intentar evitar la Edad de la Ira, la Hueste Impía sólo hubiera conseguido hacerla realidad?
De ser así, si la construcción del Infierno era necesaria, si la destrucción de las facetas estaba justificada, si la condena de los caídos era justa… ¿qué van a hacer ahora los caídos? Algunos creen que incluso en el último momento se puede encontrar el perdón de Dios. Estos Reconciliadores escuchan esperanzados las historias de Jesucristo, de Mahoma, y de otros profetas y salvadores humanos. Tal vez Dios haya perdonado a la humanidad, y si ha podido perdonar a los mortales, ¿acaso no podría extender Su piedad también a sus penitentes sirvientes? Aun cuando Su castigo sea eterno, y los Elohim hayan sido expulsados para siempre de Su presencia… bueno, ¿no se puede reparar la Tierra? Quizá no pueda volver a ser el Paraíso de antaño, pero podría surgir de las cenizas algo sensacional, glorioso, tal vez incluso algo puro. Los caídos han perdido gran parte de su poder, cierto, pero también el mundo es más pequeño. ¿No podrá mejorar el universo, ayudar y servir a la humanidad, una tercera parte de la antigua Hueste Celestial?
Ésta es la esperanza de los Reconciliadores: hacer las paces con su Creador y carcelero. Si eso fracasa, esperan hacer las paces con un exilio interminable.
Rivales: Los Reconciliadores comulgan moderadamente con los Fáusticos. No en vano comparten el objetivo de mejorar el mundo directamente, aun cuando no coincidan punto por punto en el cómo hacerlo ni por qué. También están abiertos a los Crípticos porque opinan que las preguntas inevitablemente conducen a la respuesta de la reconciliación.
No, los Reconciliadores consideran que sus principales adversarios son los Luciferinos y los Voraces. Los Luciferinos porque su oposición a Dios es su principal objetivo declarado (sí, también es la meta de los Fáusticos, pero parece subordinado a su engrandecimiento personal). Ese tipo de resistencia organizada y concertada es el tipo de cosa que hace que la reconciliación parezca mucho menos factible.
Si los Luciferinos son despreciados por su obstinada y estúpida negativa a afrontar los hechos, los Voraces son aún peores por su temeraria desolación y su caótico nihilismo. Resulta patético que un antiguo pastor de la existencia sea incapaz de concebir un objetivo mejor que, “Cagarse en todo lo que he hecho”.
Casas: La reconciliación, al tratarse del objetivo menos destructivo, suscita escaso interés entre los frenéticos Devoradores. Aunque la idea de rehacer el mundo pudiera tentarlos, el programa Fáustico – que tiende a ser más activo y menos contemplativo – atrae a aquellos Devoradores que aún sientan algún interés por mejorar las cosas.
La naturaleza abstracta y a largo plazo de los planes de los Reconciliadores seduce a los demonios más racionales y conceptuales, sobre todo a los de la Segunda Casa y los de la Última. Los Azotes y los Verdugos se sienten estrechamente vinculados a la decadencia y la muerte de los humanos (y del cosmos), por lo que la promesa de renovación y la recreación les resulta claramente atractiva. Asimismo, ambas Casas suelen sentirse culpables por la mortalidad y el envejecimiento que infligen a la humanidad. De todos los objetivos de los caídos, la reconciliación supone la mayor promesa de compensar a los hombres.
Liderazgo: La Diabla Nuriel dirige a los Reconciliadores, y su reputación es tal que intimida incluso al Voraz más impetuoso. Antes de la Caída, era el Trono de la Orden Inexorable. Durante la rebelión, fue la Comandante de la Osada Liberación, y muchos Elohim que se oponen a su causa, todavía deben la vida a las incursiones de rescate que llevó a cabo Nuriel durante la Edad de la Ira.
Nuriel es una guerrera que se ha hartado de pelear y busca una alternativa. Aunque ella sigue siendo la portavoz (y cabeza pensante) de los Reconciliadores, el alma filosófica de la facción la constituye la Azote Ouestucati, antigua Arcángel del Viento Oceánico. Ouestucati es una de las pocas caídas que cumple su pena sin rencor, y enseña sobre todo con el ejemplo. Su tranquilidad y serenidad ofrecen a los demás la esperanza de acostumbrarse también a su destierro.
Objetivos: El objetivo inmediato de los Reconciliadores es comprender el cosmos y aprender cuanto sea posible de su condición actual. Hacerlo significa explorar la condición humana, por lo que muchos Reconciliadores son viajeros que buscan una perspectiva equilibrada de la humanidad y el mundo del hombre. Sin embargo, no se detienen en la experiencia humana. También buscan la verdad acerca de lo sobrenatural. ¿Es cierto que han abandonado el mundo todos los ángeles? ¿Queda todavía alguna faceta, aunque sea parcialmente?