La última tentación es la mayor traición: Hacer lo correcto por la razón incorrecta. – T. S. Eliot, “Asesinato en la catedral”
De todos los crímenes conocidos por la Estirpe, sólo la destrucción del fundador del clan estremece el corazón de los vampiros. Cuando los Antediluvianos caen, sus linajes se marchitan.
SU VIDA
Nacido en la próspera familia italiana de Veronese, Gratiano conoció todas las ventajas de una alta cuna, y mostró desde muy joven una altanería que era de esperar y una crueldad nata. De hecho, los pocos intentos de su padre para atemperar la arrogancia y el orgullo del muchacho sólo condujeron a una mayor hostilidad y furia. No obstante, su ambición y sus logros complacían a su padre; rápidamente se distinguió en la guerra, el comercio y la política. Ingresando aún adolescente en el sacerdocio, también manejó bien este poder, y puso sus miras en un obispado cuando contaba veinte años.
La primera parte del siglo XII fue una curiosa época de Papas y antiPapas; de guerras de religión dentro de la Cristiandad; de la nación italiana comerciando alegremente con la nación germana invasora. Gratiano combatió con todo el poder y la fuerza a su alcance para mantener fuerte a Italia, sabiendo que su nacimiento ligaba este poder al suyo. Así, utilizó los tratados, los acuerdos comerciales y las tropas como armas contra el Sacro Imperio Romano.
Pero parecía que nada era capaz de contener la marea de las interminables invasiones. Mientras los ejércitos del Imperio se acercaban cada vez más para arrebatar el Papado a Roma, los italianos buscaban desesperadamente una nueva estrategia.
Con grandes esperanzas de paz (y elogio), el joven Gratiano se embarcó en una serie de misiones diplomáticas ante la corte del Sacro Imperio Romano para negociar una mayor autonomía. Sin embargo, después de meses de inútiles esfuerzos, se dio cuenta de la insinceridad de sus propios compatriotas en las negociaciones.
Que le hubiesen enviado a él entre todos, sólo para bloquearse, era insoportable para un joven ambicioso. Su amargura creció mientras veía la deslumbrante riqueza de la corte del Emperador, y lentamente comenzó a adoptar las costumbres germanas. Esto, unido a la falta de actividad de su misión, empezó a cortar los lazos con su hogar.
Un noble alemán notó pronto el desengaño de Gratiano, comenzando a trabajar sobre él. En primer lugar, el patriota italiano acordó traicionar a su Papa y a su gente a cambio de unas posesiones en Alemania y un ingreso en el clero del Sacro Imperio Romano. Manipuló a los patriarcas más ancianos de su propia familia para ceder valioso control territorial al Sacro Imperio Romano, y preparó el terreno para el asedio de las ciudades italianas del norte.
Su gozo al comprobar cómo su plan atrapaba a su familia con la guardia baja no conoció límites, y su felicidad hubiera sido completa de no haber sido por la intervención de un anciano vampiro.
SU MUERTE
La vil traición a su propia familia llamó la atención del fundador del clan de vampiros Lasombra. Aunque separado desde hacía mucho tiempo del mundo mortal, el fundador manipulaba encubiertamente a los políticos italianos. La astucia de Gratiano y su malicia le impresionaron tanto que decidió hacer ingresar al noble en su familia vampírica.
Lasombra creía fervientemente que su progenie no debía ser obtenida a la fuerza, sino en su lugar Abrazada sólo cuando deseara una existencia vampírica tan apasionada y desesperadamente como deseaban su aliento vital. Pensaba, como muchos otros Vástagos, que los lazos de auténtica lealtad son mucho más fuertes que las ataduras sobrenaturales de la Sangre.
Por lo tanto, antes de que Gratiano pudiese gozar de su propiedad en Alemania, Lasombra dispuso que volviese a Verona para rematar los detalles más sutiles de su acuerdo. El joven temía un regreso a última hora con la gente a la que estaba traicionando, pero sabía que todo su trabajo dependía de ello.
A su llegada, encontró a su familia aguardándole con unos grilletes. Le emboscaron, le apalearon y le pusieron bajo arresto domiciliario. Cuando los ejércitos del Sacro Imperio Romano no acudieron a liberarle, empezó a desesperarse ante la idea de que todos sus planes hubieran quedado en nada.
Lasombra se despertó de su profundo sueño para hacer una tardía visita nocturna al joven encarcelado. Pasando a través de los muros de la celda, el imponente Antediluviano se ofreció a interceder por el aturdido joven a cambio de su total lealtad. Para su sorpresa, Gratiano no se entusiasmó ante la oferta, y se mostró escéptico ante la unión con Lasombra. Ya tenía planes para su propia liberación, y estaba seguro de que su encanto personal vencería en la batalla contra su debilitada familia.
No obstante, las dudas de Gratiano quedaron mitigadas por la presencia del anciano vampiro, y al fin aceptó, viendo un camino directo hacia la seguridad y el poder. Mientras el Antediluviano se felicitaba por su excelente adquisición, Gratiano empezó a buscar el modo de ocupar el puesto de su sire. No le fue difícil suponer que Lasombra estaba buscando un hijo entusiasta, por lo que mostró gran ánimo y lealtad.
La inteligencia de Gratiano engañó totalmente al Antediluviano, pero el hijo mayor del vampiro, Montano, no fue tan fácil de embaucar. Montano, un poderoso guerrero y líder de la fuerza elite Lasombra de los Cuerpos de la Victoria, se percató del engaño del joven. Advirtió a su sire de sus recelos, pero Lasombra se burló, acusando al leal Montano de envidiar el rango de su nuevo hermano.
Durante años, Gratiano aparentó colmar las esperanzas del Antediluviano Lasombra. Cuando su sire estaba cerca, se mostraba leal y servilmente zalamero. Cuando estaba lejos de su señor, ponía a prueba constantemente las limitaciones de sus ataduras. Lasombras se sentía renegado tras haber tomado un nuevo hijo y nunca sospechó de la deslealtad de Gratiano, especialmente después de que Montano le convenciera para asegurar la lealtad del italiano mediante el Vínculo de Sangre. Nunca pensó que Gratiano sería el último hijo que iba a tomar.
SU NO VIDA
El joven noble cambió la precaria vida de la intriga italiana por el feroz mundo de la política Cainita. Durante los siglos siguientes, aprendió las formas en que los Vástagos se convertían en expertos en las estratagemas que utilizaban unos contra otros. También se encaramó al rígido sistema de clases, bloqueando a Montano y a los otros hijos de Lasombra sobre él en una fija e inmutable jerarquía.
Su arrojo le había empujado al poder en el mundo mortal, pero ahora se encontraba en un frío mundo en el que las vidas se medían en milenios y las ascensiones rápidas eran imposibles. Deseaba un respeto inmediato, y odiaba la idea de que ocupar las más altas posiciones le llevaría siglos. Su odio estaba exacerbado por los éxitos de Montano, que gozaba de una gran popularidad en la corte italiana y de victorias militares en el exterior. Gratiano continuó obedeciendo, pero su corazón hervía una vez más con veneno traidor.
El movimiento anarquista llegó a Italia con alas sigilosas, astutos guiños y sutiles insinuaciones. Los intolerantes y temerosos antiguos eliminaron a algunos disgustados jóvenes profetas que predicaban el credo anarquista, pero el movimiento brillaba con más intensidad con cada intento de asfixiarlo. Bajo el liderazgo de Montano, el clan Lasombra se reveló especialmente experto en descubrir y aplastar a los anarquistas. El único sitio donde no se les ocurrió mirar fue en su propia casa.
Cuando los anarquistas hicieron peticiones a la progenie de Lasombra, Montano y los demás hijos los atraparon y mataron. Dado que Gratiano era una de las creaciones más recientes de los Antediluvianos, los anarquistas lo eligieron para tentarle. Públicamente luchaba contra ellos, pero en secreto cultivaba sus atenciones. Cuando supo que podían quebrar el poder del Vínculo de Sangre, aceptó unirse a ellos. En un ritual secreto a medianoche, compartió la sangre de doce anarquistas y se liberó de las ataduras de su sire.
El recién liberado Gratiano tramó un siniestro complot para matar a su sire. Llevó anarquistas destinados al sacrificio ante el Consejo Lasombra en Sicilia, declarando que los había capturado escondidos en el palacio Lasombra.
Los antiguos sondearon la mente de los anarquistas y averiguaron que Montano, el hijo mayor de Lasombra, los había introducido para matar a sus otros hermanos. Estas imágenes, implantadas en la mente de los anarquistas por sus aliados Assamitas, dividieron a la corte. Algunos Lasombra pidieron la sangre de Montano. Otros lo tildaron de vulgar truco e insistieron en que Montano era inocente. Mientras su sire dormía, eligieron bando y se enzarzaron en una sangrienta batalla. Sólo Montano se negó a participar.
En la cúspide de la sospecha y del caos, los anarquistas atacaron. El debilitado clan Lasombra se tambaleó bajo el impacto de la absoluta furia de los anarquistas europeos ayudados por los Assamitas y los anarquistas Lasombra como Gratiano. El clan cayó como un castillo de naipes, y un poderoso líder anarquista atacó al fundador del clan, derrotándole y bebiendo su sangre. Sólo Montano y unos pocos más sobrevivieron a la total destrucción.
Gratiano predijo que los otros clanes caerían tan fácilmente como el suyo, y ayudó a canalizar la salvaje energía de los anarquistas del Sabbat. Alertados por la destrucción de Lasombra, sin embargo, los demás antiguos agruparon sus respectivas casas en la Camarilla y presentaron un frente unido contra la progenie rebelde. Vencieron a los Assamitas, y luchan contra el Sabbat hasta el día de hoy.
Gratiano, en la actualidad un Arzobispo del Sabbat, se esfuerza por socavar el poder de la Camarilla. Mediante movimientos políticos, la corrupción de los neonatos de la Camarilla y una rotunda violencia, él y los otros líderes del Sabbat combaten a sus antiguos enemigos de ciudad en ciudad. Aunque no ha obtenido más victorias plenas como la que logró sobre su sire, está satisfecho de gobernar una fuerza anarquista ingobernable.
SU NATURALEZA
El arrogante noble italiano preside su corte del Sabbat con un desdén rayando en el menosprecio. Los salvajes y rebeldes anarquistas le recuerdan a los mugrientos campesinos con los que evitó que se le asociase durante su vida humana. Anhela compañía civilizada y de alto nivel, pero sabe que su destino le designa asociados menos nobles. Aún así, como hizo notar uno de sus ídolos, mejor mandar en el infierno que servir en el cielo.