Al contrario que los rígidos Tremere o los variables pero aun así autocráticos ritualistas del Sabbat, el Movimiento Anarquista parece un entorno demasiado caótico como para que las semillas de la Magia de Sangre echen raíces. Sin embargo, la magia se adapta y evoluciona y, al final, encuentra la forma de medrar. Para los taumaturgos Anarquistas, el camino no pasa ni por la conformidad ni por la obsesión apasionada. En su lugar, procede del eclecticismo, de la inherente disposición Anarquista a probar cualquier cosa con tal de que haya una posibilidad de que funcione.
Durante la mayor parte de la existencia del Movimiento, la Magia de Sangre de cualquier tipo ha sido extremadamente infrecuente entre los Anarquistas. En las primeras noches de la Revuelta, un escaso número de Anarquistas Tzimisce y Assamitas enseñaron algunos principios de sus artes hereditarias a compañeros revolucionarios. Tanto la Hechicería Koldúnica como la Hechicería Assamita poseen componentes religiosos que hacían que sus practicantes fuesen remisos a compartir su conocimiento con no creyentes (y también que los vampiros cristianos anteriores a la Ilustración fuesen reacios a estudiarlas). Unos pocos escasísimos Anarquistas de otros Clanes habían aprendido Magia de Sangre de sus Sires, añosos Antiguos ocultistas que habían estudiado esas artes antes del nacimiento del Clan Tremere y que imprudentemente transmitieron esos conocimientos a Chiquillos rebeldes que después los usaron contra ellos.
Después de Thorns, los Koldun supervivientes se llevaron sus conocimientos al Sabbat (si es que no se retiraron por completo de la sociedad de la Estirpe), muchos Hechiceros Assamitas regresaron a su Clan Independiente y el Clan Tremere inició un silencioso pogromo contra todo Anarquista que mostrase conocer cualquier cosa que se pareciese, aunque fuese levemente, a la Taumaturgia. A pesar de todo esto, un puñado de eruditos ocultistas del Movimiento evitó la destrucción escondiéndose de los Tremere y ocultando su saber ocultista hasta la noche en la que los fuegos de la Revuelta Anarquista ardieran de nuevo.
Con el tiempo, buena parte del Movimiento Anarquista se trasladó al Nuevo Mundo para escapar al control de los Antiguos de la Camarilla. Allí, los místicos Anarquistas que aún practicaban “las Viejas Costumbres” tenían más libertad para usar y transmitir sus artes. Y lo que es más importante, quienes estaban interesados en adquirir conocimiento ocultista encontraron nuevas posibilidades entre los nativos americanos, entre los africanos trasladados a la fuerza a América como esclavos y entre los indígenas de todos los rincones de la Tierra. Tras décadas de investigación recopilada a partir de esas fuentes, estos ocultistas Anarquistas fueron capaces de reconstruir equivalentes funcionales de muchas Sendas de Taumaturgia y Necromancia. El nombre moderno de su escuela, “Vieja Eskuela”, fue en origen un insulto dirigido por los Tremere Punk en los setenta, pero los venerables ocultistas lo adoptaron como una marca irónica de su linaje multicultural. Este linaje es real: hay cierta cantidad de hechiceros de la Vieja Eskuela que poseen unos conocimientos de magia espiritual superiores en muchos sentidos a los del Clan Tremere, el cual ignora el potencial que yace en unas prácticas que probablemente definiría como “primitivas”.
Lo que distingue a la Vieja Eskuela de otros sistemas es un sentimiento de reverencia del que carece el ocultismo dominante de los Vástagos (tanto entre los Anarquistas como en la comunidad vampírica en general). Los Anarquistas que se agrupan bajo este paraguas practican una multitud de técnicas que van del paganismo a la wicca, pasando por el vudú o el chamanismo de los nativos americanos, pero nunca tratan su magia como simplemente una senda hacia el poder (al menos, no sólo como una senda hacia el poder), sino como la elección de tratar a algún poder superior (dioses, loa, orishas, tótems o lo que sea) digno de respeto. En consecuencia, los eskolares realizan sus rituales mágicos con una intensidad similar a la de un Sacerdote del Sabbat que conduce un Ritus, porque, al igual que éste, el Anarquista no es un simple ocultista, sino un religioso, y para éstos, el fervor es la fuente decisiva de poder.
En el movimiento de la Vieja Eskuela pueden encontrarse miembros de casi todos los Clanes, de un añoso Antiguo Malkavian que en tiempos fue sacerdote de Apolo a un practicante del vudú Abrazado en una plantación de Luisiana antes de la Guerra de Secesión por un Toreador abolicionista, de un hombre medicina lakota introducido en la noche por un Brujah errante a un Ravnos que encontró el ásatrú mientras agitaba la cabeza al ritmo de black metal escandinavo.
Por desgracia, la diversidad no siempre es igual a fuerza, y dentro de la escuela frecuentemente hay tensiones entre los paganos tradicionales de toda índole y sus herederos neopaganos, particularmente cuando el tradicional es un vampiro suficientemente viejo como para haber sido de verdad un sacerdote o chamán en una cultura precristiana y lo ofenden recreaciones modernas “hechas lo mejor que sabemos” de prácticas casi extintas. Las Sendas que siguen los eskolares suelen ser aquéllas que pueden ser interpretadas en el marco de religiones no cristianas o ramificaciones del cristianismo (como el vudú).
En muchos casos, el Anarquista ya practicaba la religión o la tradición mágica popular en cuestión antes del Abrazo y se limitó a adaptar sus creencias a su no-vida y al nuevo poder de su Vitae. Sin embargo, es igual de frecuente que encuentre la religión después de la muerte en forma de culto Anarquista.
Sendas habituales: Control del Clima (V20, pág. 216-217), Dominio Elemental (V20, pág. 220-221), Senda de Marte (V20, pág. 222-223), Senda Verde (V20, pág. 228-229), Senda del Mal de Ojo (pág. 159-161), Manipulación Espiritual (pág. 141-143) y Necromancia Vudú (Wanga, pág. 166).