Mas allá de las grises colinas de lo mundano
Encerrada en lo mas profundo de vuestros corazones
Esta la llave del Ensueño
Soltad vuestras cadenas
Y arrojas lejos los grilletes
Venid changellings
Y unios a la danza del sueño
O llegara el invierno
Convirtiendo el Ensueño en un recuerdo
¡Reclamad vuestra herencia!
¡Que empiecen los juegos!
La división
Algunos dicen que la División emergió simultáneamente a la Edad de Hierro, cuando los humanos aprendieron el arte de construir armas duraderas que podían causar un grave daño tanto a enemigos mortales como a inmortales. Otros afirman que tan pronto como los humanos aprendieron a soñar, también aprendieron a no creer en sus sueños, negando a la luz del día los fantasmas que acechaban en sus noches. Conforme las tribus crecieron y se convirtieron en comunidades sedentarias, las ciudades anclaron a los humanos a un lugar, rodeándoles con casas de madera o piedra. La propia realidad empezó a asentarse en una única forma inmutable. Los sueños –y los Verdaderos Soñadores- se convirtieron en la excepción en vez de en la regla. Gradualmente el reino mortal y el Ensueño empezaron a separarse conforme los humanos situaban barreras de incredulidad y muros de explicaciones entre ellos y las criaturas nacidas de su imaginación. El daño, sin embargo, ya estaba hecho.
Una vez dada a los humanos, la facultad de soñar no podía quitarse tan fácilmente. Donde antes controlaban las visiones de los hombres y mujeres, las hadas se encontraban con que ahora estaban inseparablemente ligadas a los sueños de los mortales. Sus vidas empezaron a imitar a la sociedad a su alrededor, y la existencia feerica pronto fue un reflejo de los sueños de desarrollo de la humanidad. Los jefes feericos evolucionaron hasta convertirse en reyes, los guerreros adoptaron la apariencia de caballeros, y las tierras feericas se convirtieron en feudos y estados. Del mismo modo, las guerras y conflictos entre las tribus humanas –ahora naciones emergentes- proyectaban su reflejo en el mundo del Ensueño.
Como resultado, las hadas empezaron a erigir defensas para protegerse de las visiones no deseadas de la sociedad mortal. Las Nieblas se alzaron para obnubilar las mentes de los humanos y que sus sueños no pudieran penetrar mas allá del reino mortal, e Arcadia. Esto solo sirvió para hacer que ambos mundos se separaran aun más.
El establecimiento de la inquisición en 1233 llevo a la División a su culminación, mientras las persecuciones doctrinales de la Iglesia pugnaban por eliminar todos los elementos sobrenaturales –incluidas las hadas- del mundo. Para protegerse a sí mismas de la horca y la hoguera, las hadas se retiraron aun más al Ensueño, en algunos casos aislándose del todo a sí mismas del mundo mortal o limitando él trafico entre los bordes de ambos reinos a ciertas épocas del año como Sanhain (todos los santos), Beltaine y el solsticio de verano. Otros duendes probaron fortuna a través de los pasos, huyendo de sus hogares en Europa en búsqueda de nuevas tierras aun intactas por la Banalidad.