Situada en el Templo Oscuro, la entrada al Laberinto está compuesta por nueve circulos concéntricos que los Danzantes tienen que ir recorriendo para subir de Rango y aprender nuevos Dones y aptitudes.
Desde la época del Imperio Romano, los hombre lobo han “caminado por la espiral” para entrar en comunión con los espíritus del Wyrm. Esta búsqueda ritual suele llevarse a cabo en el Laberinto Derruido. El acceso más grande a este complejo es una gran espiral cincelada en el suelo de un a catedral gótica conocida como Templo Oscuro. En su interior, los hedores del azufre y monóxido resultan asfixiantes. Las hileras de lámparas de enfermizos y verdosos fuegos fatuos vomitan lava y otros efluvios sin cesar. En el suelo de la catedral hay una enrevesada y entretejida alfombra manchada de sangre.
Un bailarín que zigzaguea adelante y atrás por este elaborado camino entra en un trance que le trae visiones de un demencial reino varado más allá del espacio y del tiempo. Después, el valiente sectario emprende una búsqueda de revelaciones hacia el interior del laberinto. Su Espiral Danza Negra le permite atravesar las membranas que separan los círculos concéntricos de este reino. A medida que el iniciado persigue los misterios de esta dimensión, se embarca en un viaje Umbral a través de una serie de túneles subterráneos. Este suplicio pone a prueba su sabiduría y aclara sus dudas por medio de la locura.
Las nueve espiras
Los Theurge hablan de nueve umbrales de sabiduría en el Laberinto Espiral, nueve círculos concéntricos de dimensiones indescriptibles. Cada uno representa una prueba que el danzante ha de superar antes de aumentar su Rango. Si se las ingenia, incluso puede aprender algún depravado Don de los servidores del laberinto. Esta experiencia es algo parecido a una pequeña historia, un sueño surrealista vivido en el interior de corredores infinitos y plagado de traicioneros espíritus de la Umbra.
La primera espira: la danza de la Percepción
Antes de que a un hombre lobo se le pueda considerar una auténtica Espiral Negra, debe sobrevivir a la primera de esta serie de experiencias. El viaje siempre comienza en la oscuridad, cuando el danzante percibe visiones que representan las negras verdades de su alma. A menudo, tales secretos han permanecido ocultos por el bien de su cordura. Las visiones blasfemas ofrecen la promesa de un mayor entendimiento, aunque primero el bailarín debe superar las limitaciones de su propia mente. En caso de que sea débil, este martirio reduce su mente a añicos.
La segunda. espira: la danza de la Rabia
En el segundo de los círculos, el profano descubre la fuerza de su ira, lo que le permite abandonarse a la violencia de un modo que ningún Garou normal entenderá nunca. Los problemas acucian a quien llegue a esta parte del laberinto. La única forma de dejarlos atrás consiste en el frenesí. La posterior ultraviolencia psicótica es el único camino que lleva a la salida de este círculo, lo que empuja a la Espiral Negra a representar todo acto de violación o destrucción necesario para alcanzar sus objetivos.
La tercera espira: la danza de la resistencia
En este tramo, el luchador ha de someterse a varias pruebas de angustia física y mental. A menudo, esta experiencia consiste en una enrevesada versión de alguna prueba que el individuo realizó durante su vida anterior y que sirve para demostrar que ahora es demasiado fuerte como para ceder ante la misma dificultad. El examen físico lo hace más resistente a la contaminación, a la radiación o al mero dolor. La angustia mental lo lleva a una comunión con el Wyrm de los Impulsos, lo que incrementa su comprensión de las tácticas de los espíritus y le permite utilizar métodos similares para combatir a sus rivales.
La cuarta espira: la danza de la Astucia
El guardián de la entrada al cuarto redondel es una traicionera Perdición a la que el novato debe engañar en un duelo de inteligencia si quiere acceder al interior. Aquí, el danzante debe emplear su Gnosis, para convertir su sabiduría en lógica falsa. Si el retado sobrevive a este combate, sabrá cuándo los demás intentan engañarlo, sobre todo si se trata de los espíritus que sirven al Wyrm. La Danza de la Astucia también puede consistir en descubrir la verdad que se esconde tras una gran falacia.
La quinta espira: la danza del Combate
Antes de atravesar el portal del quinto círculo, el peticionario debe aniquilar una horda de enemigos. Este martirio consiste más en una batalla simbólica que en una simple pelea a puñetazos. En ocasiones, el danzante intenta ahuyentar a sus atacantes empleando la violencia como nadie había soñado nunca antes. Si puede aplastar a estos rivales sin sucumbir al miedo, su destreza en el combate se incrementa de forma alarmante.
Los enigmas Internos
Sólo un hombre lobo que disponga de los mejores dones puede desvelar alguno de los Enigmas Internos. Por esto, muy pocas Espirales Negras han superado el Quinto Rango. Las Danzas de la Corrupción, de la Lealtad, de la Paradoja y del Engaño se llevan a cabo en los cuatro círculos más profundos. Se cree que, en toda la historia de esta dimensión, sólo dos Espirales Negras han atravesado el umbral de la última vuelta. Al primero, Hakaken, el Wyrm lo convirtió en Incarna. Se supone que el otro es El segundo, antiguo gobernante de Malfeas.
La sexta espira: la danza de la Corrupción
La razón de ser del aventurero queda distorsionada a causa de una serie de mutaciones físicas y de cismas mentales. Han de destruirse los aspectos más asentados de su individualidad, para convertirlo en un reflejo del Wyrm. Aquellos que superan este nivel sufren graves trastornos de identidad. La búsqueda puede asemejarse a un relato kafkiano en que el individuo se da cuenta de que una parte de la realidad, que en apariencia era perfecta, ha terminado deformándose.
La séptima espira: la danza de la Lealtad
Se arroja al danzante a una situación en que debe demostrar hasta qué punto está dispuesto a sacrificarse por el bien del Wyrm. Podría tener que enfrentarse a sus tabúes más ocultos, abandonar lo que más quiere o encararse con sus más grandes miedos. Suele ocurrir que la vinculación del Danzante con la cordura del mundo humano, lazos que había mantenido en secreto hasta ahora, se debilita.
La octava espira: la danza de la Paradoja
Son muy pocos los que sobreviven a esta prueba, en la que el examinado ha de superar una serie de acertijos que la Perdición de los Enigmas le plantea. A cambio, el desafiado pierde todos los conocimientos que llegó a reunir durante la experiencia. Nadie que haya dejado atrás esta prueba ha sido capaz de recordar los misterios a los que hubo de enfrentarse, aunque muchos creen que tienen que ver con la verdadera naturaleza de la Tríada.
La novena espira: la danza del Engaño:
El luchador debe someter a una de las manifestaciones del Wyrm en combate cuerpo a cuerpo. Algunos creen que en el noveno círculo el Danzante ha de convertirse en el Wyrm durante breves momentos pero que la revelación de la auténtica forma de éste se olvida enseguida. Con todo, sólo dos Danzantes de la Espiral Negra han completado este viaje; se cree que el resto fueron devorados.