El Medievo Oscuro es un tiempo apocalíptico en que los párrocos avisan que los signos del Juicio Final están por todas partes y que los diablos tientan a píos y santos. Los pueblos y aldeas existen en un aislamiento completo, rodeados por profundos bosques llenos con los horribles aullidos de hombres-bestia y los cánticos de brujas practicando artes malditas.
A lo ancho de Europa, las ciudades amuralladas han florecido con la falsa promesa de seguridad y libertad. En verdad, sus tortuosas calles adoquinadas y callejones laberínticos son prisiones virtuales de las cuales ni siquiera los muertos pueden escapar.
El aislamiento y la desolación se notan en el ambiente de esta época. Vastas millas de tierras salvajes separan las aldeas de las ciudades y esconden cosas que son mucho peores que los monstruos.
Los bosques son lúgubres extensiones, cubiertos por sombras durante el día e iluminados por la débil luz de la luna de noche. El viento aúlla atravesando los castillos, centinelas solitarios cuyas almenas se han manchado de sangre.
La superstición y el miedo mantienen tanto a nobles y plebeyos confinados en sus hogares, encogidos de miedo a la débil luz de las velas hasta el alba. En universidades y monasterios, los estudiosos luchan para atravesar esta oscuridad incierta con antiguos fragmentos de verdades recordadas a medias.
Reyes y condes libran una guerra desesperada para mantener a raya a las tinieblas mientras la Iglesia trata de difundir la luz a la Cristiandad por medio de cruzadas mal pensadas y los Cainitas rigen la noche.
Las guerras bañan de sangre los campos de toda Europa y Ultramar, mientras los Señores feudales conquistan territorios para obtener más poder, mientras la Iglesia comienza los horribles excesos y cazas de brujas, preparándose para tratar con enemigos tanto mundanos como sobrenaturales. Infieles y Herejes caen bajo el poder de la cruz, arrastrando a Cainitas y demás seres que son descubiertos en nombre de Dios.
En 1233, el papa Gregorio santificó a Domingo de Guzmán y nombró a la Orden de los Frailes Predicadores como Santo Oficio de la Inquisición, para convertir a los herejes y erradicar la herejía por todo el mundo con una dedicación absoluta.
La superstición domina el Medievo Oscuro tanto como los monarcas y papas. Es una era donde la religión y la fe proporcionan esperanza y salvación, pero igualmente se predica sobre el Diablo y sus servidores que acechan en la noche. Para la población de Europa, esto no es un dogma, sino una realidad. La gente sabe que los bosques oscuros esconden algo más que meras sombras, y creen, tal como creen en Dios, que existen los espectros, demonios y vampiros.
En esta era, los granjeros oyen misa, rogando perdón y salvación, y luego se reúnen en los campos para pagar tributo y aplacar a los Viejos Dioses; no porque no tengan fe, sino porque creen absoluta y completamente. Creen que malvadas brujas y nigromantes pueden dar órdenes a los espíritus de los muertos, llamándolos desde su lugar de descanso para atormentar a los vivos. Cuando regresan de sus peregrinajes, tanto plebeyos como nobles han visto extraños símbolos grabados en piedras y han oído música etérea durante la luna llena. Saben que el Diablo aguarda para tentar a los fieles con el pecado, condenándolos a una eternidad de tormento carnal y aflicción.
De aquí es de donde la Iglesia saca poder, promulgando un camino hasta el Cielo, mediante los diezmos y el arrepentimiento. Socavando así a nobles y campesinos, sus brazos se alargan hasta los más altos señores y monarcas, llegando a ser en muchos lugares el “poder tras el trono”.
En el más puro punto de vista Cainita, la Larga Noche concluyó tras la caída de Constantinopla, para dar paso a lo que se conoce como la Guerra de los Príncipes, haciendo aún más conflictiva cada una de las noches venideras…
VIVIR EN EL MEDIEVO OSCURO
La vida medieval tiene lugar en su mayor parte durante el día, y sus rutinas giran en torno a la salida y la puesta del sol. Para gente acostumbrada a levantarse al alba y retirarse al anochecer, la llegada de la noche no es sólo una molestia o una señal de que ha terminado el día. La noche trae muchos horrores y amenazas invisibles al mundo, que se hace de repente hostil y extraño.
Debido a que sólo pueden actuar de noche, los Cainitas están apartados en gran medida del mundo mortal. Su contacto con los vivos está grandemente restringido, y muchos recuerdan sus propios temores mortales sobre monstruos acechando en la noche. Cuando a esto le sumamos el hecho de que una de las actividades sociales más importantes de un vampiro es cazar y alimentarse, acabamos con un gran abismo entre los vivos y los sin vida.
Otro factor importante es la iluminación de los tiempos medievales, el fuego (o la luz del sol), y para un Cainita esto significa la Muerte Definitiva. Es probable que los mortales con los que los vampiros se topan quieran permanecer cerca de los fuegos y antorchas, para iluminar habitaciones oscuras y en general estar cerca de una de las pocas cosas que pueden destruir de verdad a un Cainita.
Todos estos aspectos, incluyendo a las criaturas sobrenaturales que también deambulan por el mundo y los siervos de la Iglesia que se dedican a exterminarlas, hace que las noches del Medievo Oscuro sean una aventura en sí mismas, y por tanto un peligroso terreno donde cualquier momento puede ser el último.
LA CIUDAD DEL MEDIEVO OSCURO
Imagina una oscura e imponente muralla de fría piedra férreamente labrada, de unos 15 metros de altura, que rodea una extensa superficie de tierra, con torres de guardia en cada una de sus curvas. Ahora imagina que el espacio entre esos muros está atestado de cientos de edificios terriblemente estrechos, el más alto de los cuales tienen dos pisos y oculta toda la luz de sus calles. Solo las angostas, ominosas y desigualmente empedradas calles contrastan frente a las en apariencia interminables hileras de toscas casas de madera, tiendas gremiales, tabernas y posadas. Incluso entonces, las calles son impredecibles, retorciéndose y girando sin ninguna coherencia.
Ahora imagina una población humana de 7.000 individuos, abriéndose camino impacientemente unos por encima de otros a lo largo de esas abigarradas calles y avenidas y atestando los puestos de la plaza del mercado, vociferando y regateando con los numerosos mercaderes. Los putrefactos restos de los criminales pueden ser vistos suspendidos sobre la plaza en jaulas herrumbrosas, infortunadas presas de la ley feudal. Añade a esta imagen los pertinaces olores de la carne quemada, los desechos humanos, el estiércol de caballo, el humo y la sangre. Por último, imagina un gran y amenazador castillo elevándose frente a las desesperadas construcciones de la ciudad. Las murallas del torreón están recorridas por antorchas que marcan sus límites y puede verse a los centinelas armados recorriendo las almenas.
Así es la vida en el mundo del Medievo Oscuro… el mundo al que los Cainitas llaman hogar. Dado que los vampiros son criaturas de la civilización, la mayor parte de sus vidas se desarrollan entre los muros de la ciudad, aunque su ambiente sea el nocturno…La noche deja la ciudad desierta. El toque de queda que existía en muchas ciudades comenzaba a las 9 de la noche, por lo que todos los locales debían cerrar a esa hora, dejando la ciudad vacía de vida, renaciendo con el alba.
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