Los Hijos de Haqim – Asuntos y preocupaciones

Aunque somos diversos y estamos muy diseminados, hay asuntos que ocupan la atención de todos nosotros. Algunos no son más que triviales para un extranjero, y los menciono sólo como meras curiosidades. Otros pueden ser de vital importancia para vos en las noches venideras.

La fortaleza de Alamut

Este pasaje, aunque escrito en forma de leyenda, es la fuente más precisa que tenemos sobre la fundación de nuestro baluarte. Así se abre la Crónica de la sangre del Corazón: “Fue así que, cuando la Segunda Ciudad empezó a decaer y el descontento afloraba en los corazones de los descendientes de Khayyin, Haqim dirigió a sus hijos hacia las escarpadas montañas. Durante noches sin fin avanzó, guiado por alguna inspiración desconocida, sin volver la mirada ni titubear. Finalmente, llegó a un pico distante, árido y silencioso. Agrupó a sus hijos en torno a él y hundió su lanza en la roca, y un trono negro surgió del corazón de la montaña. Al emerger el trono, un águila descendió y se posó sobre él, y observó al Ancestro con ojo de cazador”.

“’Aquí’, dijo este. ‘Nuestro hogar está aquí, desde esta noche hasta la Última. Este lugar es nuestro, ahora y para siempre, para reunirnos, para observar, para recordar y para juzgar. Este es nuestro nido de águilas, y será conocido siempre como tal’.

“Y los hijos de Haqim subieron por la montaña y se reunieron alrededor del trono y lo convirtieron en su hogar”.

En las montañas de Asia menor, si uno sabe dónde buscar, hay un sendero estrecho que se bifurca del camino principal de comercio y lleva a un lugar en el que no hay pueblos en docenas de kilómetros. Esta ruta asciende a las inclinaciones más escarpadas, cerca de las peligrosas profundidades donde os vientos gélidos aúllan para enviar a los incautos a la muerte que aguarda en las rocas de debajo, afiladas como espadas. Posee mil bifurcaciones, y cada una de ellas conduce a una llanura más desolada que el anterior, y no puede recorrerse sin el favor e los que la crearon. Este es el camino hacia Alamut, el nido del águila, el baluarte antiguo de los Assamitas.

Desde el exterior, hay poco que ver en Alamut, un pequeño fuerte de basalto sobre una colina, con muros demasiado bajos y delgados como para soportar un asedio, en caso de que ningún ejército se molestase en subir hasta allí. Sin embargo, esto es sólo la entrada de la fortaleza. Dentro de la estructura central del fuerte, se abre un camino ancho y plano, que se hunde en la montaña. Aquí es donde comienzan las verdaderas defensas naturales de Alamut, y los miembros de las tres castas las mantienen y mejoran constantemente. Además de éstas, la fortaleza está también arropada por encantamientos que ocultan su emplazamiento a todos aquellos a los que sus habitantes no permitan la entrada.

Dentro de la propia montaña se encuentran todos los tesoros del clan. Allí se encuentran los salones de entrenamiento, donde cien guerreros aprenden a la vez las artes del combate. Allí se encuentran los numerosos laboratorios de los visires y hechiceros que investigan todas las artes humanas. Allí está la gran biblioteca con sus hileras de tablas de madera y pergaminos y libros, artefactos de edades pasadas preservados por los eruditos, que mantienen las historias del clan. Las catacumbas descienden otros dos niveles más dentro de la montaña, y los Assamitas que las han recorrido han necesitado no menos de un siglo para conocer todos sus rincones, recovecos y secretos. De hecho, algunas cámaras han permanecido cerradas durante siglos, ya sea por designio o por el silencio de los que saben lo que contienen. En los distintos niveles existen suficientes cámaras privadas para dar cobijo a unos mil Cainitas y sus servidores mortales. Muchos Assamitas mantienen cuarteles aquí, aunque hay menos de 30 permanentemente y despiertos a cualquier hora.

El paradero de Haqim

Aunque los Assamitas no suelen hablar sobre el asunto, el destino del fundador del clan inquieta a muchos antiguos de este. Oficialmente, Haqim honró por última vez Alamut con su presencia hace más de un milenio. Poco después, apareció durante un breve espacio de tiempo en las Islas Británicas en compañía de un Ventrue conocido como Mitras, tras lo cual desapareció de la faz de la tierra. Existe un rumor persistente que los amos de Alamut nunca han sido capaces de erradicar y según el cual, Haqim abandonó el clan al ser incapaz de llevar a cabo su misión, aunque la naturaleza de esa misión varía en cada versión de la historia. Los Ancilla de ambos bandos del conflicto entre guerreros y visires a menudo mencionan este cuento apócrifo.

El trono negro

El gran salón de Alamut domina el centro mismo de la fortaleza. La vasta cámara es suficientemente grande como para contener a más de mil individuos reunidos. No tiene techo como tal, aunque sus muros se elevan mucho más de lo que innumerables medidas han confirmado como el nivel de los pisos superiores. Los visitantes que miran hacia arriba no ven más que una vasta oscuridad vacía que se extiende sobre ellos, con algún destello ocasional que parece una estrella. Aquellos que se han molestado en permanecer despiertos durante el día afirman que el techo sigue igual, sean cuales sean las condiciones fuera de la montaña. Las paredes son de granito oscuro y áspero, y las baldosas del suelo trazan un intrincado diseño que representa el propio sello de Haqim, y se han reemplazado innumerables veces para contrarrestar el desgaste debido al paso de pies por ellas durante siglos.

En el salón sólo hay un objeto, colocado justo enfrente de las dos enormes puertas dobles que sirven como única entrada a él. Su austera simplicidad hace que domine el salón más todavía. Este es el Trono Negro de Haqim. Es suave y carece de decoración, y sea cual sea la piedra de la que está hecho, resiste cualquier intento de hacerle ningún tipo de marca. De la esquina derecha anterior sale una punta del tamaño de una lanza. Tiene fama de ser irrompible, aunque ningún Assamita admite haber intentado comprobarlo. El Trono Negro parece ser parte de la roca sobre la que descansa, aunque el visir que cambia las baldosas cada siglo afirma que la roca que hay debajo de estas no es del mismo tipo que la del asiento. Siguiendo la tradición, el Trono es el único símbolo de poder del Anciano, el líder del clan. Sólo él puede ocuparlo, y todos comprenden que el Anciano sólo actúa en lugar del Ancestro Haqim, verdadero dueño del Trono, y que una noche volverá al clan y se dará a conocer arrancando la lanza.

La Sangre del Corazón

A tres niveles por debajo del gran salón se encuentra otra cámara de igual o mayor importancia. Esta es la Cripta de la Sangre del Corazón, el centro espiritual del linaje de Haqim. La habitación es pequeña, de unos doce pasos de lado a lado, y todas sus superficies son de obsidiana suave, pulida hasta alcanzar en brillo digno del mejor espejo. En el mismo centro de la Cripta surge del suelo un pozo de basalto. Su diámetro es aproximadamente de un brazo, y nadie ha comprobado nunca cuál es su profundidad. Este pozo contiene la Sangre del Corazón del clan. Es la sangre mezclada de todos los Assamitas que han viajado a Alamut, así como de todos los que han caído, dejando sangre suficiente como para añadirla al pozo. Según algunas leyendas, Haqim duerme en la profundidad del pozo, aunque los antiguos que residen en Alamut, conocidos como silsila, creen que esto es una alegoría que indica que gran parte de la sangre del pozo pertenece al Ancestro. Aparte del pozo, la habitación está vacía, salvo por un par de escritorios de madera que utilizan los escribas hechiceros para enviar mensajes al clan mediante la sangre.

La Sangre del Corazón posee varias propiedades especiales. Es pura vitae Cainita, aunque es imposible determinar su potencia exacta. Un Assamita que sorba un poco del pozo experimentará una epifanía de voluntad y dedicación al clan. Toda la sangre que se beba del pozo retorna a este al cabo de tres noches, incluso si está dentro del que la haya bebido, por lo que no sirve como reserva de sangre para viajes largos. El propio pozo está encantado para hacer que la sangre siga circulando y se mantenga fresca eternamente.

Los silsila

Los antiguos del clan que ya no sirven a los intereses de los Assamitas más allá de Alamut se llaman silsila. Los pocos extraños que han oído hablar de este grupo creen que se compone simplemente de aquellos Assamitas que permanecen en Alamut para ayudar a los líderes de las castas y al Anciano, así como para servir de mentores a los miembros más jóvenes del clan que intentan entrenarse con otros maestros aparte de sus sires. Sin embargo, la responsabilidad de los silsila va más allá de la labor de dispensar sabiduría. Son la hermandad sacerdotal de los Assamitas, y en sus cámaras de los subterráneos de Alamut ocultan los documentos más antiguos del clan.

Allí se amontonan tabletas de arcilla de la época de la Segunda Ciudad, fragmentos del Libro de Nod y las primeras enseñanzas de Haqim, junto a pergaminos que detallan el apoyo de los Assamitas al auge del Islam. Los silsilas están encargados de conservar la historia del clan. Son la memoria sagrada de los Assamitas, y han jurado defender el legado de Haqim hasta el último hijo.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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