Ubicación: Ciudad de México, México.
Hambruna, tortura, dominación psicológica, abusos físicos e incluso la muerte aguardaban a aquéllos que se encontraban condenados en el “Palacio Negro” de Ciudad de México, una prisión en la que estaban encarcelados tanto criminales como enemigos políticos del Partido Revolucionario Institucional. Construido como un panóptico, la prisión no albergaba lugar alguno donde los prisioneros pudieran esconderse, pues el alcaide (y a veces sus “invitados” Cainitas) podían ver todos los movimientos de cada interno desde lo alto del edificio.
Huelga decir que esta infame prisión atrajo la atención de muchos Sabbat de Ciudad de México, que usaron la institución tanto como herramienta política de influencia, como de establo para un Rebaño que pudieran hacer desaparecer en cualquier momento. De igual forma, no pocos espías de la Camarilla (y presumiblemente aquellos miembros problemáticos de otras Sectas que se encontraban en territorio hostil) conocieron su fin en el Palacio Negro. Arma de un aterrador y sangriento período de la historia de la Secta (incluso para los estándares del Sabbat), la penitenciaría representaba una sentencia de muerte para cualquiera bajo su custodia.
En 1980, la desmantelada prisión se convirtió en las oficinas centrales de los Archivos Nacionales Mexicanos. Sin embargo, eso no ha cambiado su estatus como herramienta útil para los Antiguos influyentes del Sabbat, cuyos secuaces se han infiltrado en los archivos a todos los niveles. Los Cainitas que ostentan el poder sobre los archivos nacionales no guardan en secreto su habilidad para sacar a la luz, e incluso crear información, con un gesto de sus manos. Algunos intercambian
favores por acceso al archivo y lo hacen abiertamente sin importar los límites entre Sectas, siempre que el receptor ofrezca un favor del valor adecuado. Por supuesto, muchos jóvenes Sabbat ven esto como un símbolo de la corrupción de los Antiguos… Antiguos que podrían hacerlos desaparecer.