Su padre, Jean-Baptiste, el Conde De Sade, era un tipo culto que se dedicaba privadamente a la literatura y también un libertino que gastó parte de su fortuna en bailes y fiestas de alta sociedad, persiguiendo a mujeres como Madame Pompadour. Era vicioso y abandonó Provenza para largarse a París con el fin de disfrutar no solo de las fiestas de alta sociedad sino también de jóvenes chaperos callejeros.
Su tío, Jacques-Fraçoise Paul Aldonse, el abad de Sade, se dedicaba tanto al libertinaje como a la religión. Se proveía de prostitutas cada noche.
El Conde de Sade se casó con Marie-Eléonore, princesa de la familia Condé influyente en Francia. Tuvieron al que conocemos como el Marqués de Sade.
Donatien-Alphonse-François, el Marqués de Sade (título con el que nació pues no ostentaría el de Conde hasta la muerte de su padre), nació en París el 2 de junio de 1740 rodeado de una familia de alta nobleza y amigos íntimos como el propio Voltaire. Su tío era el abad de Sade y el marqués creció bajo su tutela además de los cuidados erróneos de su propio padre. En el colegio le azotaron, pero según el marqués no era el mismo tipo de crueldad de la que luego él disfrutaría en sus orgías sexuales (las cuales servían, según él, para destensar nervios)
El conde crió a su hijo en el consumismo y los caprichos, no privándole de nada, de modo que desarrolló más que menguar, su capacidad para desarrollar sus vicios. En algunas etapas de su vida el marqués fue criado por amigas y familiares del Conde que tampoco le ayudaron con tanto lujo a su alrededor. Curiosamente, años más tarde, el propio marqués de Sade criticaría esos lujos y la religión en la que creció.
Entre los personajes en los que tuvo que mirarse en su infancia estaba el conde Charolais, del que contó más adelante que se divertía probando su puntería sobre los obreros que trabajaban en los tejados de casas cercanas.
Cuando el marqués tenía 5 años su padre lo llevó a vivir a su casa de Saumane, y en aquel palacio lleno de mazmorras pasó algunos años. Allí pasó temporadas con las nombradas amigas de su padre envuelto de nuevo en lujos. En la misma temporada tendría tiempo de vivir bajo la tutela de su tio y conocer los secretos de la corrupción religiosa.
A los 10 años se instaló en París para asistir al prestigioso colegio Louis-le-Grand y allí nació su interés por el teatro, pero también surgieron las primeras palizas, azotes con varas, el comienzo de su conocimiento de la crueldad. Se sospecha que también aprendió allí la sodomía porque los profesores la fomentaban entre sus alumnos y la practicaban con algunos de ellos.
A los 14 años sale del colegio para ingresar en el ejército.
Participó en la Guerra de los Siete Años contra Prusia. Si de pequeño había conocido la corrupción en la religión con su tio, en su juventud conoció la crueldad de la violencia. Al término de salió nombrado Capitán.
El marqués se enamoró de una chica de Avignon pero la familia tenía sus propios planes y al acabar la guerra su padre le casó con una chica rica y poco agraciada llamada Renèe-Pélagie de Montreuil, una joven que soportó todos los caprichos del marqués que ya llegó al matrimonio con su libertinaje aprendido. La madre de Renèe, Madame de Montreuil, conocida como la Presidenta por ser la esposa del Presidente de Montreuil, y la hermana de la chica, Anne-Prospére de Launay influyeron definitivamente en la vida del marqués.
Si bien su suegra, una mujer de carácter y estricta moral, terminaría siendo parte importante para algunas de las detenciones del marqués, su cuñada, que había sido destinada por su familia para la religión, tuvo una relación amorosa con el marqués. Ellos se amaban en secreto y la suegra del marqués, al descubrirlo, trató de terminar con la relación. Madame le amenazó con encarcelarlo y el marqués hizo caso omiso, por lo que le convirtió en preso.
No era la primera vez que el marqués de Sade había estado encarcelado, pero aquello ocurrió al principio de su matrimonio con Renèe. Llevaban seis meses casados cuando una prostituta llamada Jeanne Testard le acusó ante la justicia. Según la declaración el marqués la sodomizó obligándola a renegar de Dios y durante la orgía defecó en imágenes sagradas. Las investigaciones dieron con varios instrumentos de tortura, grabados eróticos y anticristianos entre otras cosas. Todos aquellos objetos demostraban que no era la primera vez que el marqués se había dejado llevar por tal pasión. Se le detuvo solo por las blasfemias ya que las infidelidades no eran objeto de detención y pasó 15 días encerrado en la prisión de Vicennes, pero su suegra evitó el juicio. No obstante lo desterraron al castillo de Echauffour.
El marqués no aprendió la lección y a pesar de ser ya padre de familia siguió con sus escarceos libertinos y varios escándalos. Sin embargo el verdadero escándalo sucedió tiempo mas tarde, Alcueril, donde protagonizó un auténtico escándalo de sadismo en la persona de la joven Rose Keller. La joven le acusó y el marqués pasó siete meses encarcelado. Su suegra de nuevo consiguió sacarlo de prisión y aunque aquella era una época propensa a vicios, la prensa extranjera se hizo eco de la noticia y comenzó la leyenda negra del marqués.
El marqués fue exiliado a su casa de LaCoste y allí se dedicó al teatro. Cuando nació su segundo hijo el marqués consiguió volver para conocerlo con un permiso real, y aprovechó para viajar a Holanda y luego reincorporarse un corto tiempo al ejército.
En aquella época su cuñada ya era canonesa en un convento pero su mala salud hizo que la llevaran a LaCoste para recuperarse. Allí el abad de Sade trató de seducirla pero no lo consiguió, sin embargo sí se enamoró del marqués. No obtanste el marqués no abandonó sus placeres y en un viaje a Marsella con su criado y amante Latour (con el que practicaba la sodomía en sus orgías) consiguieron unas cuantas prostitutas para tener una fiesta privada con afrodisíacos, fustas.. El marqués se equivocó en la dosis de afrodisíaco (cantárida) y las mujeres enfermaron. Puesto que ya llevaba una leyenda negra a sus espaldas en seguida fue acusado de pretender asesinarlas y fue detenido. A pesar de las prostitutas se recuperaron días más tarde las autoridades querían una cabeza de turco ante tanto libertinaje y vicio y lo declararon culpable de sodomía y envenenamiento.
Junto a su amante y cuñada escapó a Italia, pero ella volvió unos días después a Francia. Cuando Donatien decidió volver se encontró con su suegra para pedirle ayuda, pero para esa época la Presidenta ya le odiaba demasiado y consiguió que le detuvieran y encerraran en Miolans.
El marqués aún volvió a salir a flote e incluso trató de convivir nuevamente con su esposa en La Coste pero no abandonó nunca sus vicios. Algunas de sus empleadas trataron de denunciarle pero hasta su propia esposa hizo lo posible por evitarlo. Volvió a viajar a Italia y de nuevo, tras una temporada regresó a Francia. De nuevo en su castillo de La Coste emplea a más jovencitas y una de ellas, Justine, que trabajaba de cocinera, recibe la visita de su propio padre que trataba de salvarla a punta de pistola. En aquel momento falleció su madre y el marqués viajó a París, pero allí le esperaba la venganza de su suegra que le denunció para que fuera detenido. Ingresó en Vicennes, se reabrió el caso de Marsella y sale casi indemne con una rebaja de la pena (multa y prohibición de pisar Marsella en tres años). Contento de que todo quedara en nada baja la guardia y su suegra vuelve a conseguir que el inspector Marais lo encarcele por otros de sus actos. A partir de ese momento vivió un montón de idas y venidas a su casa de La Coste para ingresar de nuevo en prisión. En cualquier caso, su esposa siempre estuvo de su lado pero le abandonó justo cuando fue liberado.
El marqués de Sade vivió veintisiete de sus 74 años ingresando en prisiones y manicomios. Estuvo a punto de ser guillotinado y finalmente, por orden de Napoleón, fue encarcelado hasta su muerte. En 1801 le detuvieron y juzgaron por sus obras, «Justine» y «La historia de Juliette» en el manicomnio de Charenton. Allí falleció el 30 de noviembre de 1814.
No creía en las virtudes ni en el pecado; no tenía problemas ni con la homosexualidad ni con la pederastia y creía que había sido limpio en sus actos, produciendo placer, sin embargo no se consideraba ninguna de las dos cosas, sólo se pronunciaba sodomita, y confesaba que le gustaba tanto sodomizar como que le sodomizaran, pero que incluso prefería que fuese con mujeres aunque no les hacía ascos a los hombres.