Transilvania Nocturno: Moradores de las tinieblas
Corresponde a los hombres asustarse y temblar Cuando los más poderosos dioses envían tan terribles heraldos para asombrarnos.
— Shakespeare, » Julio César»
Los Cainitas no son los únicos habitantes sobrenaturales de Europa Oriental. Los bosques y montañas de Transilvania, Polonia y los Balcanes son ancestrales territorios de los Lupinos, mientras que la buena gente abunda allí donde los verdaderos creyentes honran las viejas costumbres y la naturaleza no ha visto aún la pesada mano del progreso humano. Los muertos flotan sin ser vistos, como siempre, y malévolos espíritus buscan corromper a mortales y Cainitas con promesas de poder. Los mortales llevan también la marca de lo sobrenatural sobre ellos. Magos humanos practican sus rituales y recetas en capillas ocultas o entre tribus que les aceptan como chamanes. Los más extraños de todos son las familias ghoul, criados de sus amos Tzimisce, que han ido volviéndose menos humanas con cada generación.
LOS CAMBIANTES
Los densos bosques y cordilleras de Europa Oriental dan cobijo a manadas de Lupinos. Muchos Cainitas transilvanos ven a los hombres lobo como enemigos y rivales. Éstos, a su vez, se ofenden incluso ante las modestas ciudades y pueblos que sirven como centros comerciales y enclaves fortificados. El mero olor de una partida de caza de la nobleza invadiendo los bosques para rastrear y destruir una manada de lobos (ya sea por sus pieles o por diversión) basta para provocar la destructiva furia de los Lupinos de la zona. Incluso las pequeñas aldeas y cabañas aisladas en el margen del bosque son objeto de la ira de los hombres lobo.
Los hombres lobo ejercían un estricto control sobre el crecimiento de las poblaciones humanas en épocas pasadas por medio del Impergium, o la práctica de matar a los miembros sobrantes de una tribu cuando su número excedía lo admisible. Los Lupinos siguen invocando este duro trato en algunas regiones de Europa Oriental. Algunas aldeas dejan a sus miembros viejos y enfermos, criminales y a veces niños enfermizos a merced de la «naturaleza». Estas ofrendas son abandonadas en los bosques (si son niños) o atados o encadenados en una colina. El resultado es siempre el mismo: se les deja para que mueran de hambre o sean presa de los lobos u otros depredadores. Aunque los asentamientos cristianos rechazan esta práctica, los enclaves paganos suelen aceptarla como parte del pacto con la naturaleza bajo el que viven.
LOS SEÑORES DE LA SOMBRA
Aunque muchas tribus de hombres lobo tienen su hogar en Transilvania, la más importante es con mucho la de los Señores de la Sombra. Los tiranos transilvanos de los Señores ejercieron su dominio sobre los humanos en los días del Impergium, librando terribles guerras para poner a prueba su temple frente a otros.
Por desgracia, esos días terminaron hace mucho. Los Señores de la Sombra se dan cuenta de que la humanidad ha caído en Transilvania. Los hombres se han portado poco menos que como bestias: han conquistado y subyugado a las tribus que se oponían a ellos, oprimido a los débiles para enriquecerse y caído presa de los engañosos Cainitas. A pesar del cambio en los tiempos, la amenaza de los Hijos de Trueno no ha pasado. Los Señores de la Sombra ven las luchas del mundo como oportunidades para fortalecerse. Aunque la humanidad está fallando en su evolución, los arrogantes Señores de la Sombra están convencidos de que están purificando su tribu y de que alguna noche dominarán a los Garou.
EL CLAN DEL CIELO NOCTURNO
Casi todos los Garou de Transilvania respetan a este clan del sur de los Cárpalos. Aunque las manadas rondan por Transilvania, muchas vuelven a sus túmulos en Valaquia varias veces al año. Grandes hazañas y mayores desafíos aguardan a los guardianes de Gaia. Los Señores, en particular, están ansiosos de asegurar el honor y la gloria para seguir ascendiendo al poder. Puede encontrarse el túmulo del clan en lo alto de los picos del sur de los Cárpatos, desde donde los hombres lobo dominan las tierras de Valaquia y Transilvania. Para los cachorros aspirantes, alcanzar la cima es una peligrosa aventura: el camino es traicionero y más de un hombre lobo se ha despeñado de un sendero que creía seguro. Los cuervos vuelan en círculo sobre la cumbre. Ocasionalmente, un espíritu de Cuervo de la Tormenta desciende para encontrarse: con un hombre lobo recién llegado, ofreciéndole ayuda para encontrar el camino correcto a cambio de conocimiento. Por supuesto, muchos de estos espíritus sirven a otros Señores, asegurándose de que los que están en el poder tienen información sobre los viajeros mucho antes de que éstos se encuentren con el clan.
HISTORIA
En los días en que Roma gobernaba las pacíficas tierras de Dacia, éste era un túmulo de entendimiento, un lugar donde hombres lobo de diferentes tribus podían negociar. Los asuntos políticos eran discutidos por expertos diplomáticos y negociadores. Mientras las tribus humanas y sus tenebrosos protectores luchaban por territorio en las tierras bajas, los Señores dejaron a un lado sus guerras el tiempo suficiente para unificarse entre sus túmulos. Esto aseguró que, independientemente de quién dominase la cuenca de los Cárpatos, los hombres lobo conservarían su centro de poder. Aunque sus homínidos hablaban una vasta variedad de idiomas y dialectos, el lenguaje de los Lupinos estableció la lengua común para resolver las disputas.
La caída del Imperio romano cambió todo aquello. Los Señores de la Sombra godos lograron el liderazgo del clan demostrando su supremacía sobre todas las demás tribus. Su conspiración se vino abajo gracias a un linaje cuyo nombre sigue reverenciándose en el Registro de Plata. Una familia de Parientes fue bendecida con niños hombres lobo durante cuatro generaciones por la magnificencia de Gaia. Su herencia era eslava, no goda, y los Danislav se ganaron el respeto de todas las tribus. Más adelante, volverían a desempeñar un papel importante en la historia de la tribu. En el siglo V, los Señores descubrieron que la mejor forma de asegurarse el poder era dirigir con éxito a una tribu mortal en batalla. Ya fuesen godos, ostrogodos, avaros o gépidos, correr con una tribu victoriosa era útil para los Lupinos ambiciosos. Algunos miembros de otras tribus se opusieron a esta practica, citando la Letanía e insistiendo en que violaba los términos del Concordato. Los humanos, dijeron, tenían sus propias civilizaciones, y su política no concernía a los hombres lobo. Era un argumento difícil de rebatir para los Philodox de los Señores de la Sombra. El túmulo se acabó convirtiendo en uno de guerra, y el entendimiento perdió su prioridad. Los guerreros victoriosos llevaban las cabezas de sus enemigos a la cumbre y aullaban su triunfo en el nombre de Abuelo Trueno. Los arteros Theurge vinculaban Espíritus de Guerra y Dolor a los klaives de los señores guerreros.
Los Philodox caminaban en forma humana entre los líderes tribales, esperando una oportunidad para maniobrar hacia la guerra mientras prometían paz. El conflicto era difícil de dejar a un lado en las reuniones del clan, y la unidad de los Señores no tardó en quebrarse. Otras tribus empezaron a congregarse en el túmulo, con la esperanza de arrebatárselo a aquellos locos y dedicarlo de nuevo a los ideales de Gaia en lugar de al derramamiento de sangre que complacía a Abuelo Trueno. Los Señores perdieron su base durante su siglo: el peor momento fue cuando una manada de la Camada de Fenris se hizo con el túmulo en el siglo VII. La Camada despreciaba la mezquindad de los Señores y les obligó a lanzarse contra los enemigos comunes de los Garou en el norte. En lugar de animar las feroces competiciones por el honor personal. Martillo- de-la-Noche, un brillante táctico Ahroun, coordinó los ataques contra blancos seleccionados. Pero aquella fuerza creciente se convirtió en una amenaza para el equilibrio de poderes en Transilvania, y varios Tzimisce dejaron a un lado sus diferencias para levantar un ejército contra el Cielo Nocturno. Martillo-de-la-Noche organizó entonces un ataque contra el más fuerte de los feudos Tzimisce, lo que fue el comienzo de uno de los más celebrados juicios de Guerra en la historia de Transilvania. Los campesinos locales tuvieron miedo de salir de sus casas, incluso de día, durante un año entero. Temiendo la luz de la luna llena, rezaban fervientemente para ser liberados de los horrores de la noche. La fuerza del delirio se hizo más poderosa que nunca mientras Gaia buscaba purgar el terror de sus mentes. Las épicas batallas entre Tzimisce y Señores de la Noche dieron nacimiento a legendarios héroes y villanos. El líder Fenris del Clan sentía la victoria muy próxima, y su dominio del clan era más fuerte que nunca… o eso pensaba. Un asesino Ragabash apuñaló por la espalda con un klaive a Martillo-de-la-Noche en la víspera de una gran batalla. El traidor arrojó el cadáver desde la cumbre, y los Cuervos de la Tormenta se alimentaron de la carne del caído. Los ejércitos de hombres lobo se retiraron misteriosamente a Valaquia, seguros de la victoria que deseaban.
Según sus criterios particulares, los Señores de la Sombra habían vencido. Aquello hizo que los Tzimisce se organizasen mejor: definieron adecuadamente los límites de sus feudos y aseguraron su poder para los siguientes 150 años. A cambio de su fuerza militar, los Cainitas y otras criaturas de la noche no tuvieron más opción que inclinarse ante la autoridad de los Demonios. La creciente dependencia Tzimisce de las familias de aparecidos también enfureció a los Señores. Sabían de la existencia de los Bratovitch, los astutos cazadores de hombres lobo que los Tzimisce habían criado durante generaciones. Pero no sabían que miembros de la familia Pariente de los Danislav habían sido criados en un feudo en el norte. Cuando una manada de alto rango descubrió aquella trama,no ahorraron esfuerzos para comunicárselo al cielo Nocturno. Un Ahroun herido, con sus huesos retorcidos en nudos espinosos, cayó ante el líder del clan tras informarle. Las hostilidades entre los Tzimisce y los Señores hirvieron durante los dos siglos siguientes. El nacimiento de algunos Señores de la Sombra Danislav fue una buena noticia, pero quedó eclipsada por un gran triunfo táctico.
En la cercana Rusia, los Señores habían observado a las gentes de las estepas, los campesinos que apoyaban a la corrupta nobleza reverenciada por los Colmillos Plateados. Con la ayuda en las sombras de los Señores, diez tribus humanas de las estepas rusas se unieron en una sola, guiada por Parientes de los Señores: la familia Arpad. Los Señores de la Sombra tenían una visión de reformar los antiguos territorios de Dacia y Panonia, y su pericia política ayudó a los Arpad. Sus tácticas de caballería ligera les llevaron hasta el Danubio. Desde entonces, los Señores de la Sombra han perdido el contacto con muchos de sus Parientes húngaros. Los Arpad, en particular, han caído presa de los Cainitas. Ventrue teutónicos del Sacro Imperio Romano se han infiltrado en la aristocracia húngara, y los Arpad mortales hablan ahora de domar a la población mortal de Transilvania. Los Brujah han Abrazado a guerreros húngaros, y uno de ellos incluso les ha dirigido en combate contra los Ventrue. El odio entre Este y Oeste se ha hecho mayor. No obstante, todavía quedan varias familias de Parientes en Transilvania. Los Danislav, por ejemplo, se han establecido en Valaquia, aunque persisten los rumores acerca de su dominación por los Tzimisce locales.
Los Señores de la Sombra tienen ahora muchos enemigos en Transilvania, y no escasean las oportunidades de conseguir gran honor y gloria. Algunos incluso optan por lanzarse contra otros Señores o mezclarse en disputas Cainitas. Unos pocos permanecen cerca del túmulo, adictos a la emoción del conflicto político. Muchos se conforman con cazar en manadas en sus patrias y esperar el día en que la tierra vuelva a ser suya.
LOS QUE SE HAN IDO
Europa Oriental es rica en cuentos de manifestaciones fantasmales, y el Manto que separa el mundo de los vivos del dominio de los muertos se hace muy tenue en la región. La fuerte creencia pagana en la presencia continuada de los fallecidos perpetúa la capacidad de los muertos de interactuar con mortales y otras criaturas de las tinieblas. Muchos castillos y fortalezas ocultas en los Alpes Transilvanos, los Cárpatos y otras cordilleras de la zona albergan a fantasmas «familiares»: los espíritus sin reposo de gobernantes asesinados o sus rivales. Algunos voivodas Tzimisce encuentran sus refugios plagados por sonidos inexplicables y diversas calamidades, todo ellos puntuado con gritos de ultratumba y terribles visiones. Estos fenómenos son obra de sus víctimas maltratadas y empaladas, que encuentran libertad en la muerte para expresar su horror y cólera sin temer las repercusiones (o eso creen). Estas almas desdichadas conservan todas las retorcidas y grotescas formas impuestas por sus torturadores Tzimisce, y usan sus deformidades para provocar el horror de aquellos ante quienes se aparecen. Por supuesto, los Demonios consideran estas apariciones sumamente entretenidas.
Sobre viejos campos de batalla, ejércitos fantasmales se alzan ciertas noches para recrear las batallas en las que cayeron. Otros fantasmas embrujan el campo y las aldeas de Europa Oriental. La muerte por inanición es frecuente entre campesinos y siervos, debiéndose por lo general a las crueles privaciones a las que les someten los señores locales. Aunque la mayoría de lo mortales y Cainitas no pueden entrar en el mundo de los muertos, unos pocos individuos tienen la capacidad de hacerlo en determinadas circunstancias. Otros, particularmente los nacidos con la placenta sobre el rostro o marcados de alguna otra forma, son capaces de atisbar el «otro lado». Estos notables sujetos han traído de vuelta información sobre sus visiones o viajes.
Por regla general, los mortales, al igual que los Cainitas, temen y evitan el contacto con los muertos, pero hay excepciones. En lugares donde se mantiene la vieja religión, sacerdotes paganos, mujeres sabias y sami (o chamanes) reconocen las conexiones entre los vivos y los muertos. Muchos de ellos actúan como conductos para los espíritus de los fallecidos u ofrecen ritos para honrar a los fantasmas ancestrales y congraciarse con los espíritus. Los Capadocios intentan atravesar la barrera entre mundos para conseguir la sabiduría que les niega su condición de Cainitas.
LA RUSALKA
La rusalka, uno de los más comunes (y temidos) espíritus de la región, toma su nombre de la similaridad de su forma con la raza feérica de los rusalki (ver más abajo). Una rusalka es el wraith de un suicida, con frecuencia ahogado, que acecha en el lugar de su muerte, ya sea un río, un acantilado u otro lugar solitario. Poseída en la muerte por una belleza ultraterrena, la rusalka usa sus poderes de atracción para seducir a sus víctimas. Muchos jóvenes tan imprudentes o desesperados como para viajar solos han sido atrapados por las artes de alguna rusalka. Normalmente, un encuentro con este fantasma no es fatal: la rusalka desea compañía y atención y suele contentarse con flirteos y caricias: esto hace poco más que arrebatar a la víctima sus emociones y voluntad, dejándola aturdida y poseída por el anhelo de quedarse cerca de su amante.
La rusalka acaba cansándose de este contacto limitado e intenta atraer a su consorte mortal a través del Manto, a su reino de existencia. Incapaz de resistirse, su víctima se arroja a un río, salta por un precipicio o hace alguna otra cosa para unirse a su amante en la muerte. Extrañamente, las víctimas de una rusalka no suelen convertirse en rusalka a su vez.
LOS DEPRAVADOS
Junto con la aparición del cristianismo en Europa Oriental, la práctica de la adoración al diablo también se dio a conocer como una religión (o anti-religión). Antes de la llegada de los seguidores de Cristo, los fieles de las viejas religiones paganas aceptaban la existencia de dos tipos de deidades: los benévolos dioses de la luz y los destructivos dioses de la oscuridad. Aunque sólo unos pocos servían activamente a los dioses oscuros, todos los paganos reconocían su existencia y aceptaban su presencia como parte de la naturaleza dual del mundo.
En respuesta a la persecución cristiana, o como medio de ganar poder para liberarse de amos extranjeros, algunos lugareños han empezado a adorar activamente a seres infernales. Vistos por algunos como servidores del Infierno o como la encarnación de los «dioses oscuros», estas entidades del inframundo responden a los sacrificios hechos en su honor. Muchos poderosos Cainitas entregados a prácticas infernales han entrado en pactos con alguno de los poderes del Infierno. En su mayoría ven a los demonios como iguales (o, como en el caso de los Tzimisce, casi iguales); pocos sospechan hasta que es demasiado tarde el verdadero control de sus «socios» sobre ellos. El atractivo de las concesiones demoníacas, poderes ganados regateando con los demonios, suele ser difícil de resistir para los Cainitas. Algunos herejes, como los bogomilos, sufren una reputación de adoradores del diablo a causa de su creencia en la supremacía de Satán en el mundo de la carne.
Su insistencia en que Satán creó el mundo lleva a muchos en la iglesia a creer que estos cristianos adoran al Diablo. Nada más lejos de la verdad. No obstante, tanto la Iglesia Latina como la Ortodoxa lanza acusaciones de satanismo contra los bogomilos, mientras los herejes, a su vez, ven a sus perseguidores como verdaderos siervos de Satán. Los cultos paganos que sirven a los poderes infernales bajo el auspicio de adorar a los «dioses oscuros» forman otro tipo de religión demoníaca. Más precisamente, las deidades veneradas por estas grupos pertenecen a la insondable clase de espíritus conocida como los Nonatos, habitantes del mundo espiritual. Por tanto, caen enteramente fuera de los parámetros cristianos. Pero la Iglesia no hace estas distinciones: cualquiera que sirva a alguien que no sea Cristo, adora por definición «al Diablo».
LAS HADAS
Tan antiguas como los Cainitas, las hadas de Europa Oriental encarnan los sueños y temores de la población mortal de la zona. Íntimamente ligadas a la tierra, la disposición de estas criaturas se hace más siniestra en respuesta a los elementos mortales y sobrenaturales que afectan a su realidad. Aunque cada región tiene su propio nombre local para las hadas, la práctica de referirse a ellas como «buena gente» o algún otro término respetuoso es casi universal. Los lugareños creen que así es posible evitar el descontento de estas criaturas veleidosas y a veces incomprensibles. Los bosques y montañas, en particular, retienen un aura de encanto. Criaturas relegadas al mito hace mucho siguen habitando en cañadas remotas o cubiles ocultos en el bosque de Bialoweza en Polonia. Otros bosques en partes de Bohemia y Hungría parecen moverse, cambiando sutilmente de ubicación y dando pie a leyendas de bosques reptantes y árboles andarines. Se cree de algunas montañas que cambian de posición, como si se agitasen en un profundo sueño. En esos lugares, donde la naturaleza no ha perdido su encantamiento, la buena gente se reúne en relativa seguridad, lejos de un mundo que cada vez se vuelve más hostil hacia ellas. Las hadas no interactúan con los Cainitas por regla general, no encontrando atractivo alguno en la obsesión de los vampiros por el poder temporal. Sólo los Cainitas que descienden de Malkav tienen la capacidad de conversar e interactuar íntimamente con las hadas. Su locura les otorga un infantil sentido de la maravilla que atrae a las hadas. Algunos Cainitas, a la inversa, han desarrollado un ávido interés por las razas feéricas. Tanto las Tzimisce como los Tremere usan hadas cautivas en sus repulsivos experimentos. Los Tzimisce desean encontrar formas de introducir sangre y poderes feéricos en alguna de sus familias de aparecidos, mientras que los Tremere desean la potente sangre feérica para usarla en sus rituales Taumatúrgicos.
LOS MÍSTICOS
La presencia de poderosos usuarios de la magia en Europa Oriental actúa como un freno (aunque menor) para lo que de otro modo sería el absoluto dominio de Cainitas y otras criaturas inhumanas. Con la deserción de la Casa Tremere, la Orden de Hermes recibió un inequívoco aviso del peligro representado por los Cainitas. Aunque la verdad sobre la apostasía Tremere no ha llegado todavía a la Orden, unos pocos magos sospechan lo que ha ocurrido, empezando a tomar medidas para asegurar que ninguna otra Casa siga a la Tremere.
Entre los fieles de la vieja religión, los practicantes de la magia han sido siempre reverenciados como guardianes de la sabiduría. Muchos magos paganos sobresalen en uno o dos tipos de magia; algunos tratan casi exclusivamente con el reino de los espíritus. Estos chamanes sirven como enlaces entre el mundo visible y el invisible, tendiendo un puente sobre el abismo entre los vivos y los muertos. Otros sacan su poder de la comprensión de los ciclos naturales de la vida y la muerte. Conocidos como brujos o «los sabios», estos magos de la naturaleza practican magia curativa y climática para sus comunidades. Como los magos del espíritu, suelen operar en beneficio de una tribu o aldea, aunque algunos de ellos se alejan de la humanidad, viviendo en chozas aisladas en los bosques o cavernas solitarias. El cristianismo tiene también sus magos, individuos cuya comprensión de la esencia del poder puro les permite hacer «milagros» de curación y otras formas de magia. Sacan su capacidad de modelar la realidad de su devoción a Dios y su disposición a actuar como canalizadores de Su gracia divina. Las relaciones entre magos y Cainitas son tenues en el mejor de los casos, hostiles en el peor, pero llenas de tensión en todo momento. Los Tremere, aunque intentan introducirse en la sociedad Cainita, son mirados con desconfianza por la mayoría de los clanes no muertos. Los Cainitas con fuertes lazos e influencia sobre la Iglesia ven a los místicos cristianos como rivales, sobre todo en los casos en los que estos santos hombres y mujeres tienen devotos seguidores. Los voivodas Tzimisce suelen buscar a los magos populares como víctimas, deleitándose en los tormentos que pueden infligir como demonios-en-la-carne.
Algunos magos buscan a los Cainitas por su potente sangre, que es útil en ciertos rituales o como fuente de energía mágica. Los magos tan estúpidos como para beber sangre Cainita se encuentran a veces transformados sin quererlo en criados de los no muertos. El proceso por el que los ghoul son criados y vinculados a sus amos no suele ser conocido, y sólo los más aplicados y eruditos magos están al tanto del peligro que supone ingerir la sangre de un hijo de Caín. Aunque la mayoría de los brujos ven a los vampiros como criaturas antinaturales, unos pocos les respetan a pesar de todo. Ciertos Cainitas cortejan deliberadamente a magos conocidos para conseguir su vitae. Otros, particularmente Tzimisce y Tremere, desean capturar a los magos para usarlos en sus experimentos o por el placer de someterlos a crueldades expresamente ideadas para estos rivales mortales. Pero subestimar el poder de un mago puede llevar fácilmente a resultados imprevistos y a veces fatales al vampiro mal informado.