Seguro que todo suena como si fuera sencillo. Robin Hood con colmillos, ¿verdad? La idea posee un atractivo inapelable. Sin embargo, la estructuración de una crónica en torno a una banda de hombres felices cainitas(o incluso un cainita con sus ghouls y compañeros mortales) presenta una serie de dificultades logísticas y dramáticas. A continuación se enumera una serie de obstáculos que debes tener en cuenta:
Aislamiento: la corte es el escenario tradicional del conflicto vampírico, es infame nido de intrigas. Aunque los personajes de los jugadores no necesiten ser unos habituales del Eliseo para verse involucrados en estas intrigas, deben encontrarse en las proximidades, o tener medios eficaces para mantenerse informados y ser capaces de poder influir en los acontecimientos. Ciertamente existen cortes clínicas fuera de las ciudades y pueblos más importantes de Europa, pero tienden a ser mucho más pequeñas y, de hecho, a menudo están compuestas únicamente por el príncipe y su camada, contando con la presencia de algún huésped ocasional. Las oportunidades para crear una rivalidad entre los vampiros son mucho menores para los personajes rurales, especialmente en el caso de los forajidos cainitas y oficiales como el matón que pasan la mayor parte del tiempo bajo las estrellas.
La cuadrilla de forajidos: si te paras pensar, existen muchas pocas razones para que los cainitas adopten el modo de vida de los bandidos. Si, es un camino rápido para hacerse rico, si se planifica con cuidado. Sin embargo, existen problemas importantes que estos personajes deben afrontar, especialmente el refugio y la comida. Cuanto más vampiros hacen el grupo menos abundante será la cantidad de vitae local. Tampoco es necesaria una alta presencia de inmortales para ser capaz de vencer a las presas habituales de los bandidos, y las víctimas más substanciales (otros cainitas) probablemente aparezcan ocasionalmente. De esta forma, aunque tendría sentido que una cuadrilla mida fuerzas para realizar emboscadas contra objetivos específicos, la justificación para que la banda de vampiros se oculte el bosque es bastante inverosímil.
El silencio de la sangre: los cainitas que deseen probar fortuna como bandidos querrán disponer de un grupo importante de mortales bajo su mando. Después de todo, una clara superioridad numérica es la mejor forma asegurarse una rendición rápida y pacífica de sus víctimas. Ello conlleva unas dos menores de botín, pero aumenta las probabilidades de vivir para poder continuar robando, ¿verdad? Y aunque un futuro rey de ladrones puede evitar tratar personalmente con sus hombres en caso necesario (mediante la ayuda de sus ghouls por ejemplo), ello corta de raíz la posibilidad de que un personaje aislado de la sociedad cainita pueda interaccionar con el mundo que le rodea. Por otro lado, si el personaje utiliza un estilo más personal de gobierno (más diversión para todos los implicados), deberá bregar cada noche con la disyuntiva de ocultar su verdadera naturaleza o mostrarla bajo la luz más convincente posible.
Antorcha contra bombillas: la verdadera maldición de los vampiros de la edad oscura: los mortales no son tan activos durante la noche como lo serán en los próximos ciclos. Esto se aplica especialmente a los viajes. Las personas no viajan de noche cuando pueden evitarlo, incluso en el caso del camino más seguro. Los caballos no ghouls tropiezan en la oscuridad, y durante las noches nubladas o de luna nueva los seres humanos no pueden ver más allá de los pocos metros que ilumina la luz proveniente de la antorcha o una lámpara. La mayoría de los ataques tienen lugar durante el día (especialmente en los mercados, una táctica favorita de los bandidos medievales), aunque siempre existe una justificación estratégica para atacar una posada o pueblo la mitad anoche. El negocio del día a día de los bandidos es eso, día a día, lo que priva los vampiros de la mayor parte de la diversión.