Durante más de mil años la Santa Iglesia de Dios ha traído orden a la civilización. A lo largo de la Larga Noche los monasterios y conventos atendieron a los necesitados, educaron a los pobres y, sobre todo, predicaron entre los creyentes. La Iglesia logró así mantener alejada la oscuridad.
Ahora se ha corrompido. Los simonistas venden la salvación, los conventos esconden el lenocinio y los clérigos venden su aprobación por influencia y bienes mundanos. Muchos servidores de Dios permanecen piadosamente inmaculados ante esta vergüenza espiritual, pero la amenaza de la corrupción persiste. La Cuidad de Dios está asediada. Afortunadamente, los Caballeros del Arcángel Gabriel, Mensajero del Señor, están aquí para romper el cerco.
En Su eterna sabiduría, Dios concedió hace muchos años una visión a su servidor Claudius Dediticius. En ella, Gabriel apuntaba a una comunidad de hombres y mujeres reverentes que complementara a la Iglesia de Pedro. Para sellar este pacto Gabriel besó a Claudius, infundiendole el Poder Divino, el Despertar de la Gracia de Dios en su interior. Hasta hoy, ese fuego se agita dentro de los verdaderos Gabrielitas, definiendo su sagrada misión.
Claudius puso por escrito sus visiones en las Revelaciones del Pensamiento Puro de Dios, creando una comunidad de cristianos talentosos para ayudarle. Esta orden divina sobrevivió a Roma, a Carlomagno y a las hordas paganas que en su día gobernaron Europa. Sus miembros fueron a las Cruzadas, construyeron catedrales y crearon biblotecas cuando la educación era prácticamente inexistente. Trabajando desde las sombras del trono de Pedro, esta Cábala secreta trató de unificar a toda la Cristiandad bajo un Mundo, un Dios y una Iglesia, protegiendo después a ésta de sus adversarios.
El declive de esta Sagrada Institución y la mancha de las túnicas santas de San Pedro han puesto a los Caballeros de una posición mas militante. ¿De qué vale la unidad mundial cuando la Iglesia que la proporciona ha sido violada? Los Gabrielitas vieron la Convensión de la Torre Blanca como un modo de extender la Palabra de Dios por medio de la prosperidad. Algunos esperaban al principio convertir a los paganos que había entre ellos, pero pronto se desilucionaron. Ahora la Cábala parece completamente rodeada por los enemigos de Dios. Como respuesta, algunos Caballeros han suspendido su compromiso con el Sexto, el Octavo y el Noveno Mandamiento (matar, robar y mentir). ¡No hay duda de que el Señor comprenderá la necesidad!
Este ejercito de Dios libra una guerra en tres frentes: los Illustroferatores, que alimentan a los hambrientos y atienden a los enfermos, debaten la Palabra de Dios con los escépticos y vigilan la ortodoxia de los libros. Los Poenitenti, que predican entre los débiles, toman confesiones y espían a los infieles. Por último están los Venatores Maleficorum, que guerrean contra los enemigos que no se somenten a métodos más suaves.
Los bien conocidos “Halcones de Gabriel” proceden de esta última rama, mientras que los agentes de las otras dos son muy discretos en su trabajo. Dentro de la Iglesia, estas “Palomas de Cristo” conducen a una cruzada secreta, liberando a los Halcones (sus primos militantes) sólo cuando la gracia ha fallado.
Estis últimos forman el brazo armado de las Convenciones, ofreciendo refugio a los seguidores del Señor (como los Caballeros Templarios caídos en desgracia, o los refugiados de la Guerra de los Cien Años) y castigando a los herejes, a las criaturas de la noche y a los incrédulos. Equipados con las mejores armas y armaduras que la Orden puede ofrecer toman el campo cuando no queda otra opción. Como los Halcones son el rostro evidente de la Cábala, los demás piensan que todos los Gabrielitas son guerreros-sacerdotes.
Nada más lejos de la realidad, ya que casi todos los Caballeros ven a su Cábala como una orden misericordiosa. Es mejor matar a un alma errante que quedarse de brazos cruzados mientras los inocentes sufren. Lo que es peor, si la Iglesia cayera el mundo podría estar condenado. En su ausencia acudirían a los paganos y a los monstruos como ocurrió tras la caída de Roma, lanzando a los Infiernos el alma colectiva de la humanidad. ¡No debe permitirse que eso suceda jamás!
Filosofía: “el bien procede de la sangre sagrada de Cristo, vertida en la Cruz. El hombre se ha negado a seguir las enseñanzas de Dios, de Su Hijo y de los profetas, por lo que el mundo cae mientras Satanas rie. Es una verdad simple y evidente, y no hay motivo para ocultarla detrás de acertijos y símbolos.
Un alma pura tiene pensamientos puros. Aunque no hay hombre sin pecado, este ideal nos da algo a lo que aspirar.” (Hay que señalar que los Gabrielitas odian que se los denomine “Dedalianos”, y nunca asumen ese nombre. Dédalo no fue un hombre reverente.)
Estilo y herramientas: todos los Gabrielitas están investidos con el Fuego Sagrado (el Despertar), al que llevan como una prenda santa que sólo puede romperse perdiendo la propia alma. La oración es la principal herramienta del Gabrielita, ya que mediante ella Dios contesta a las necesidades de sus servidores. A pesar de todo, Él aprecia a los seguidores con talentos, por lo que los Caballeros también emplean discursos e invocaciones (para cambiar las mentes), bálsamos mágicos (para curar enfermedades y heridas), fuego y agua (para purificar) y armas, armaduras y tortura (para destruir lo que no puede cambiarse). Cuando la discreción es imprescindible las palabras claves, las señales y los códigos basados en las Escrituras aseguran el secreto de la Cábala.
Organización: las Palomas (Caballeros de la Paz) y los Halcones (Caballeros de la Guerra) siguen los rangos básicos Dedalianos, pero hacen distinciones entre los Resplendens pacíficos y los militantes. Los Gabrielitas se refieren a los Aprendices como Aspirantes y a las logias como templos. Un Senatus supervisa la Convención e informa directamente a los Máximi. A pesar del título noble todos los Gabrielitas, incluso los plebeyos y las mujeres, son considerados Caballeros de Dios (al menos dentro de su propia comunidad). Diversas órdenes militantes (entre ellas los Templarios, las Espadas de la Gracia, Die Wolffgilde y la Orden del Martillo) forman las filas de los Halcones.
Máximi: a principios del siglo XV: Girollama Gallo y Francesca Gillaume. Después de 1440: Bonifacio Valle y Gertrude de Aquino.
Iniciación: un Gabrielita experimenta una visión sagrada antes de Despertar, lo que normalmente conduce al Aspirante hasta un tutor del que recibe instrucción y un sacramento especial. Este ritual, el Beso de Gabriel, incluye una larga plegaria, el ayuno y la purificación, seguidos por una serie de votos y un beso final. Si el Aspirante siente el Fuego Sagrado en su interior se une a la Cábala. Si no, se convierte en un Hermano.
Daemon: cada Gabrielita tiene un ángel guardian personal que actúa como guía, maestro y custodio de la disciplina.
Afinidades: Fuerzas, Mente y Fuego.
Seguidores: campesinos, clérigos, caballeros y soldados. Cazadores de brujos, eruditos, misioneros.
Conceptos: monje estudioso, exorcista, orador, torturador, Inquisidor, caballero u hombre de armas, sanador, cazador de monstruos, servidor de un obispo o un cardenal.
Dios dio la luz al mundo.
Sostengamosla con sabiduría y honor.
es bueno tener la mente abierta al conosimiento y si es puro mucho mejor