El destino humano está escrito en las estrellas. Los primeros magos volvieron su atención hacia el firmamento de modo casi instintivo.
Sus heréticos descendientes, astrónomos con el descaro de denominarse “Maestros Celestes”, han dejado de contemplar el Cielo y han comenzado a cuestionárselo. En la tranquilidad de la noche apuntan sus telescopios y rezan porque las respuestas que obtengan no terminen con sus cordura.
Para estos magos el sol, los planetas y las estrellas son anfitriones misteriosos que revelan verdades preocupantes. Examinar los cielos no es más que parte del plan. Los Maestros quieren visitarlos , atravesar la puerta de Dios y pedir una audiencia personal.
Cuando los sacerdotes de Babilonia y Egipto dibujaron los cielos adivinaron acontecimientos y personalidades en el movimiento de las estrellas. Como las comunidades exigían horarios, los astrónomos les dieron los días, los meses y los años, pero la innegable conexión entre el firmamento, la Divinidad y la humanidad seguía fuera de su alcance. Un centenar de discípulos celestes sentaron las bases para un estudio más amplio cuando Antonio Vello y su mecenas (y amante) Mariana Sabine formaron una escuela de astrónomos y aventureros: el Collegium Astrologia. Insatisfechos con ser meros juguetes de las fuerzas celestiales, estos filósofos tomaron una actitud activa hacia los descubrimientos: en vez de limitarse a anotar y a seguir el rastro de los fenómenos, querían influir en ellos. Envueltos en sus túnicas académicas, estos “Maestros Celestes” jugaron con máquinas de diseño cuestionable, esperando poder ver el mismo Cielo. Los más herejes comenzaron a experimentar con el viaje aéreo. Los héroes legendarios habían ascendido a las estrellas, y los denominados Maestros querían seguirles.
Al poco tiempo lo hicieron.
Algunos lo llamaban “el Camino en Ruinas”, “la Carretera Recta” o “el Largo Camino”, una senda que va más allá del extremo del mundo. Para navegar por él los barcos parten en medio de la noche y navegan hacia el exterior, nunca ocultándose por debajo del horizonte, siempre adelante hasta que dejan atrás las olas. Estas naves capturan el Viento Celeste en sus velas o viajan sobre las notas de la Música de las Esferas en busca de mundos diferentes. La bruma del mar se traga el bajel y lo transporta a Otros Mundos. Sin embargo el Camino en Ruinas es traicionero e incierto. Muchos marinos no regresan jamás, o vagan a la deriva hasta que encuentran tierra, no estrellas. Las expediciones son caras, y a menudo tienen resultados fatales. Para superar este problema el Capitán Bernardo Marzani construyó una nave aérea y fue hacia arriba, no hacia fuera. Su primera expedición regresó de la Luna con la tripulación prácticamente intacta. Aunque Marzani murió al poco tiempo, su ejemplo dio un nuevo objetivo a los Maestros, una Profundum Expeditio que se dirigía hacia las estrellas de forma directa, no tangencial.
Ahora los Maestros se dividen en los que inventan, los que exploran y los que profetizan. La Casa de Prometeo cartografía el Firmamento, describiendo la personalidad de los cielos en grandes tomos crípticos. La Casa de Dédalo trabaja con los Masones Artesanos y los Artífices, creando grandes naves, armas y fantasías mecánicas impresindibles en la Expeditio. La Casa de Helios envía a los aventureros Aeronautas hacia el mar o hacia las nubes, mientras que la Casa de Selene transcribe crónicas, publica teorías y realiza profesías basadas en los misterios que desentraña.
Este último grupo es conocido a su espalda como la “Casa de Cassandra”. Como la profetisa, estos videntes han empezado a hacer sonar una alarma silenciosa pero urgente. Los Aeronautas que regresan aseguran que la Tierra en una insignificante esfera en el Vacío Celestial, y que horribles criaturas vivien en guaridas más allá de las estrellas. Este rumor no es únicamente blasfemo para todas las verdades religiosas y científicas, sino que apunta a unas fuerzas que ni siquiera Dios puede concebir. Algunos “Cassandras” han invertido sus fortunas en grupos de guerra, equipando a los Aerostatos para una campaña contra esas fuerzas. Otros ocultan sus descubrimientos o socavan toda la Expeditio antes de que se escape de las manos. En cualquier caso, sus esfuerzos son sutiles. Los hombres de fe (especialmente los Gabrielitas) quemarían felices a toda la Convención si se oyera a un solo Maestro cuestionando la Grandiosa Creación de Dios.
Como grupo, los Maestros son una Convención rica. Casi todos los Prometeos y los Dédalos pertenecen a la nobleza, o tienen ricos mecenas. Sus cofres financian elaborados experimentos y viajes, algunos de los cuales devuelven con creces la inversión. Sin embargo, su mayor riqueza procede del potencial que tiene el dominio sobre las Esferas del Cielo. Comparado con este poder, el simple oro no es nada. Sin embargo, algunos Maestros han comenzado a cuestionarse si alguien (hombre o Dios) puede reclamar realmente ese título cuando el firmamento se extiende hasta el infinito.
Filosofía: “dentro de las estrellas hay poder, y un visionario sabio y educado puede acceder a él. El conocimiento es la llave de las cadenas de la ignorancia. Para liberarte de ellas debes introducir esa llave en los Cielos”.
Estilo y Herramientas: unas extrañas matemáticas y los “trucos” secretos del tiempo y la distancia permiten a los Maestros Celestes abrir portales al espacio. Las cartas astrológicas, utilizadas apropiadamente, pueden convertirse en vehículos de profesías, influencia, encantamientos y hasta lecturas mentales. Las naves, telescopios e instrumentos de navegación realizan sus funciones normales, mientras los descabellados Mecanismos salidos de los laboratorios de los Prometeos canalizan las fuerzas elementales. Luego están las hierbas, metales y gases alienígenas, traídos del espacio y capaces de Dios sabe que…
Organización: cada Logia es muy autónoma y dispone de un Magistrado que lleva los asuntos como considera más adecuado. Estos Magistrados se reúnen en concilio dos veces al año, en Paris, para decidir la política a seguir durante elegantes encuentros de una semana. Los Aeronautas se consideran una Convención separada, ligada tanto a los Maestros Celestes como a los Buscadores, pero siguen los dictados del concilio de Magistrados, aunque sólo sea por su oro. A pesar de la imagen popular de largas barbas y anteojos, muchas mujeres forman parte vital de esta Convención.
Máximi: Caesere de Porto y Sabina Valmarana (bisnieta de Mariana Sabine).
Iniciación: ante todo, un Maestro no teme a nada. No se admiten almas tímidas. Todos los Aprendices deben mostrar coraje, inteligencia, astucia y percepción. Un candidato prometedor busca un mecenas y luego se somete a una serie de pruebas que dependen de cada Casa. Si aprueba, su protector decide como emplear mejor sus talentos.
Daemon: en sueños las estrellas y constelaciones aconsejan a los que las observan, enseñando y a veces castigando.
Afinidades: Conexión, Espíritu y Aire.
Seguidores: príncipes mercantes, mecenas de astrólogo, armadores, marinos, eruditos, filósofos radicales.
Conceptos: Aeronauta, profeta del horóscopo, astrónomo, inventor loco, visionario paranoico, atormentado.
Para alguien que puede tocar los cielos nada es imposible: si esos cielos parecen infinitos, su poder también lo es.