El que da título a esta sección es tal vez un término inapropiado. La aparición de los cazadores, definida por la exaltación, es un fenómeno tan reciente en el Mundo de Tinieblas que muy pocas sociedades u organizaciones han podido constituirse entre o alrededor de ellos. La mayor parte de los elegidos se limita a lidiar con el terrorífico entorno que acaba de descubrir, con las voces que escucha, con las visiones que recibe y con los monstruos a los que descubre, acechantes, por todas partes. Al lado de la supervivencia y la cordura, la organización es una prioridad de menor importancia para los cazadores. No obstante, al cabo del tiempo y cuando su situación se lo permite, la necesidad impulsa a los cazadores a buscar a sus semejantes y forjar lazos con ellos, ya sea en pequeños círculos o a través de extendidas vías de comunicación.
Las siguientes son sólo algunas organizaciones de cazadores que hasta el momento se han constituido, que están en proceso de formación o que podrían aparecer en el futuro de tu crónica de Cazador. Algunas de ellas podrían representar papeles claves en el destino de los cazadores en su conjunto. Otras están condenadas a fracasar desde su mismo nacimiento, dada la debilidad de sus cimientos. E incluso otras podrían estar dirigidas por el sutil contacto de las mismas criaturas a las que los cazadores acechan. Los personajes de tu grupo pueden encontrarse con cualquiera de estos grupos, contribuir a su fundación o enfrentarse con ellos. Así, los personajes de los jugadores podrían ascender junto a estrellas fugaces o desplomarse en compañía de ángeles caídos.
El Grupo Connell
Para muchos, la extraña organización de cazadores fundada por Maximillian Connell es un enigma. Radicado en Boston, Massachussets, el grupo ha aumentado y menguado de tamaño desde su creación, pocas semanas después de la aparición en la red de hunter-net. Aunque el grupo parece existir desde hace ya algunos meses, existe muy poca información disponible sobre él. Pocos de sus miembros hablan abiertamente de su funcionamiento o dicen algo que confirme o niegue los rumores sobre las extrañas predilecciones de su fundador. Las noticias que han llegado a los círculos de cazadores (difundidas por antiguos miembros) resultan perturbadoras y (desde la perspectiva de algunos) perversamente atractivas. Quizá el hecho más ominoso de todos es que una organización tan joven como ésta cuente ya con una serie de antiguos miembros.
Cuanto se sabe del grupo se centra en su fundador, Maximillian Connell. Es bien sabido que este heredero de un imperio industrial ha llevado una vicia de lujo e indulgencia y que es un fanático de la caza deportiva. La fortuna familiar le ha permitido dedicarse a su vocación por todo el globo y, gracias a sus recursos e influencia, ha podido infringir con impunidad las leyes cinegéticas y de veda en numerosos lugares.
Aparentemente, la vida de Connell cambió cuando tuvo que enfrentarse a un depredador de humanos, que intentaba cobrárselo como pieza viviente. Al parecer, se trataba de un peón en alguna clase de juego nocturno. Sin embargo, en aquella confrontación, Maximillian fue exaltado y combatió contra el que pretendía convertirse en su amo. Se desconocen más detalles sobre este suceso, pero el caso es que el heredero se convirtió en el típico perfeccionista extravagante, consumido por una obsesión. Un nuevo mundo le acababa de ser revelado y, supuestamente, Connell hizo voto de conquistarlo (y a sus depredadores con él) en vez de ser conquistado.
El Grupo Connell fue fundado en algún momento posterior a estos acontecimientos. Reunía a otros exaltados a los que el millonario descubrió, financió, protegió … e hizo demandas. Los antiguos miembros hablan de extraños (cuando no aterradores o sencillamente repugnantes) métodos y prácticas: el precio del privilegio y la protección y el requisito para ser miembro. Supuestamente y por razones desconocidas, Connell inicia a personas normales, no exaltadas. Estas personas suelen ser las primeras en caer bajo las garras y los colmillos sobrenaturales y Connell dedica inmensas sumas de dinero a encubrir sus desapariciones.
Otros exmiembros murmuran que el millonario demanda pruebas de cada presa abatida: la cabeza y el brazo izquierdo de cada monstruo sobrenatural destruido o sus ojos y su mano izquierda si no hay nada más disponible. Los pocos exaltados que se han encontrado cara a cara con Connell (lo cual sólo es posible cuando uno cuenta con un historial significativo de muertes a sus espaldas) aseguran que a su patrón le falta el ojo izquierdo y que su brazo derecho está inutilizado, quizá como resultado de su exaltación o de posteriores encuentros con lo sobrenatural. Pero ninguna de estas historias está confirmada: los miembros actuales admiten sólo haberse encontrado con una persona muy discreta que rara vez se deja ver por completo.
Quizá los miembros actuales (y muchos de los antiguos) se muestran tan poco dispuestos a revelar lo que saben sobre Connell y su sociedad de cazadores por miedo a las represalias. El fundador parece poseer mucha información referente a aquellos a quienes ofrece camaradería, financiación, aliados y oportunidades para atacar a lo desconocido. Sus promesas resultan especialmente sugerentes para los recién exaltados, que no suelen tener a nadie más a quien recurrir. Pero con el tiempo, las extravagantes demandas de Connell acaban por empujar a muchos a apartarse, aunque el conocimiento de su extremismo mantiene sus bocas cerradas. Sin embargo, sigue habiendo cazadores en la esfera de influencia de Connell, sea por miedo, por la seguridad que ofrece o quizá porque comparten su misma y pervertida emoción por la caza. Y, por supuesto, Connell está siempre en busca de nuevos reclutas.
Los Moderadores
-No todos los hombres y mujeres que escuchan el mensaje de los Heraldos responden a los horrores sobrenaturales que acechan en la oscuridad. Algunas personas, conocidas en los círculos de cazadores como espectadores, quedan paralizadas e indecisas cuando se enfrentan a la horripilante e inmensá verdad que los Mensajeros les revelan. Esta gente es conducida a los encuentros con lo sobrenatural o se topa con ellos.
Sus ojos se abren a la realidad, pero no actúan. Privados de las facultades que distinguen a los cazadores (según algunos, como castigo a su cobardía), pero todavía conscientes de la existencia de las criaturas que se alimentan de la humanidad, los espectadores son extraños entre los extraños. Pero no todos ellos se sientan sencillamente a esperar mientras las cosas que no deberían existir acechan a los indefensos.
Un espectador ha comenzado a organizar a otros que, como él, vacilaron en el momento decisivo. Stephen Lambert ha convencido a muchos espectadores y cazadores lisiados o retirados (y en general, todos aquellos que ya no pueden continuar la lucha de forma activa) para que lo ayuden a reunir información sobre las actividades sobrenaturales.
Muchos se unieron a su causa cuando dio su nombre a conocer a la creciente comunidad de cazadores. Reveló su culpa y su vergüenza en hunter-net, aparentemente poco después de que fuera incapaz de detener a un cadáver an dante que atacó y muüló a su mujer en Manhattan. A pesar de las advertencias que aparecían por todo el sitio Web, Lambert reveló su dirección y número de teléfono, ofreciendo la poca ayuda que pudiera proporcionar a aquellos que, en sus propias palabras, «hacen cada noche lo que yo no fui capaz de hacer una sola vez».
Coordinador de una red de solitarios, paranoicos y secretos asociados, Lambert recopila toda la información que puede sobre objetivos potenciales de los cazadores y la pone a disposición de todo exaltado que se atreva a confiar en él. Rehúsa investigar a aquellos que acceden a convertirse en sus compañeros Moderadores (un nombre que refleja el apodo de Lambert en hunter-net, Moderador87), lo que hace que los cazadores se muestren sumamente cautelosos hacia la información que él les proporciona. Este espectador sostiene que la privacidad de los Moderadores individuales es precisamente lo que les permite hacer su trabajo y por eso debe ser mantenida a tocia costa, aunque eso suponga que tengan que mantener su identidad en secreto hasta para su propio líder. Hasta la fecha, no se sabe de ningún cazador que se haya quejado por la inexactitud de la información proporcionada por ellos. No obstante, los detractores de Lambert se apresuran a señalar que, si alguna vez un Moderador diera información equivocada, no quedaría ningún cazador para quejarse. En general, Lambert se mantienen al margen de la controversia (así como de todas las que surgen en el seno de hunter net) y continúa ofreciendo su ayuda allá donde cree que es más necesaria.
La información sobre la manera en que operan los Moderadores es, cuando menos, exigua. Lambert asegura utilizar el equipo de vigilancia de un investigador privado, «tomado prestado». Revisa minuciosamente los artículos aparecidos en la prensa sensacionalista, buscando aquellos que se ajusten a patrones discernibles. Incluso se utiliza a sí mismo cómo cebo para atraer a depredadores de carácter más social. No responde a ninguna pregunta acerca de porqué arrostra tales peligros (algunos dicen que su actitud es sencillamente suicida) para proporcionar información a los cazadores. Existen innumerables teorías (desde psicoanálisis baratos hasta observaciones astutas). Sea cual sea la verdad, ninguno de los otros Moderadores ha revelado jamás cómo consiguen la información (e, indudablemente, muchos de ellos han muerto desarrollando su misión). La mayoría de los cazadores prefiere no preguntar. Todo lo que se conoce con seguridad es el método que los Moderadores han adoptado para comunicar la información. Una vez que se ha reunido la suficiente información sobre un objetivo, Lambert (o uno de sus asociados) se pone en contacto con los cazadores del área a través de hunter-net. Los invita a reunirse con él en una sala de chat en línea o en una lista de correo electrónico personal. Una vez que ha contactado con un grupo potencial, les ofrece al posibilidad de encontrarse cara a cara y se despide, firmando con el lema «Por los Débiles».
A pesar de todas las presiones, Lambert se niega a explicar el significado de la frase. Sea cual sea, todos los Moderadores la utilizan. Es muy probable que muchos de ellos no sepan exactamente su sentido, pero los pocos miembros que forman el corazón del grupo y que se mantienen en contacto regular con él aseguran que insiste en que se utilice.
Para proteger la seguridad y el secreto de los Moderadores, Lambert practica y ofrece una estricta política de no interferencia. Ningún Moderador puede ponerse en contacto telefónico o personal con los cazadores o con otros miembros del grupo. De hecho, desde la fundación del grupo, él es el único que ha hecho «público» su nombre. Incluso el número de sus miembros es materia de conjetura, así como el alcance de la acción del grupo, dentro y fuera de los Estados Unidos.
La Croisade de L’ Enfant (La Cruzada de los Niños)
Su nombre es Noelle. Tiene 12 años y asegura que era una huérfana en Marsella antes de ser exaltada por «la luz sobrenatural de Juana de Arco». Supuestamente, este «espíritu» ordenó a Noelle que abandonara el orfanato y le mostró las cosas muertas que caminan sobre la Tierra. Para poder enfrentarse a estos cauchemars, las santas (sin duda Margarita de Antioquía y Catalina de Alejandría) bendijeron a otros y los reunieron alrededor de la joven exaltada. Bajo el estandarte de Noelle, pretenden liberar al sur de Francia de los seres de otros mudos que lo infestan. Los discípulos de Noelle morirían gustosos en su nombre y varios de e llos han recibido ya ese honor.
Después de varias campañas triunfantes, «Juana de Arco» conduce a la chica y a sus seguidores al campo para que aguarden mientras los Heraldos convocan a más Benditos a su servicio. Pronto, las santas ordenan la chica, L’Innocente (como es llamada Noelle), y a sus seguidores que marchen a París, expongan a la luz al demonio que se esconde en ella y purguen la Tierra de su presencia. Servir a Noelle es servir al Señor; luchar por ella es luchar por Dios y por Francia. Al menos, estas son las proclamas que los Cruzados dirigen a los otros exaltados de Francia.
Le verdad resulta menos inspiradora. El fervor religioso que inicialmente se apodera de los seguidores de Noelle y que los empuje a enaltecerla como a una santa, se desvanece pronto a causa de la incertidumbre, la confusión y la sospecha. La niña, una imagen beatífica con sus cabellos rojizos, su mirada cándida y su carácter radiante, desarrolla gradualmente hábitos extraños y comienza a hacer peticiones insólitas a sus seguidores Benditos. En vez de renovar sus incursiones en Mónaco, Niza y Marsella, Noelle secuestra al grupo en una granja abandonada cerca de Arlés.
Noelle comienza a vagar de noche, alejándose del santuario de los Benditos para rezar a solas y «conversar con Miguel». Guy Salliot, un recluta reciente que se muestra escéptico con respecto a las pretensiones de la chica, la sigue en varios de esos paseos nocturnos para descubrir por sí mismo la fuente de la divina inspiración de la niña. La ironía es, para Guy, que sus propios «dones divinos» la muestran corno una marioneta en manos de las criaturas para cuya destrucción se reunió la cruzada.
Noelle no es una salvadora, sin más bien una exaltada que se encuentra bajo la influencia del enemigo. Indudablemente ha sido seducida para mantener a sus seguidores alejados de las ciudades del sur de Francia, verdadero hogar de las criaturas nocturnas del país.
Después de que se extienden los rumores sobre la verdad, más de un tercio de los seguidores de Noelle abandona el santuario, a pesar de los ruegos de la niña. La mayoría de ellos regresa a su ciudad natal para enfrentarse a los espectros y las otras cosas que acechan, escondidas en las sombras. Esta «traición» deja desolada a Noelle, pero a pesar de todo, todavía permanece a su lado (cuando no a sus pies) una multitud devota.
Noelle es el pilar sobre el que descansan los Benditos que han decidido permanecer allí, la que los ayuda a olvidar (si bien por breve tiempo) sus vidas pasadas. La mera compañía de Noelle les proporciona una liberación catártica de las presiones y paranoias de sus existencias como cazadores. Posee un don peculiar para absolver a sus seguidores por su cólera, su desunión y su miedo. Para algunos de ellos, es imposible que Noelle haga nada malo. Sin embargo, su comportamiento se hace más y más errático a cada semana que pasa. Sus «Mensajeros» la ordenan que recupere una cierta muñeca, un viejo juego de pinceles, un viejo libro infantil y otros objetos inocuos. Aunque suelen ser sus Benditos los que localizan los objetos, es ella la que, sola, los lleva a los bosques cercanos. Cada día, las voces que hablan a través de ella parecen menos angelicales y cada noche, Noelle parece menos ella misma.
La inquietud comienza a extenderse entre los Cruzados. Después de todo, ninguno de ellos ignora lo que le ocurrió a la primera Juana de Arco.
La Conciencia de la Tierra
El colectivo que se hace llamar La Conciencia de la Tierra viaja a través de Norteamérica, predicando su mensaje a cualquiera que quiera escucharlo. Sin embargo, el grupo se muestra mudo frente a los exaltados curiosos. Sus miembros viajan en dos grupos separados. El primero de ellos (los Guias) llegan a las ciudades de noche. Los «Hermanos de la Caza» llegan mas tarde en dos vehículos. Lo exploradores peinan la ciudad durante los dos días anteriores a la llegada de los otros buscando a todos los seres sobrenaturales que vivan en la ciudad y siguiendo su pista. Los rastros dejados por sus presas (lee más adelante) suelen ser una señal para los cazadores locales de que otros exaltados están operando en la ciudad.
Normalmente, los Hermanos de la Caza llegan a la ciudad una tarde de viernes y buscan un parque público en el que es muy probable que se reúna mucha gente durante el fin de semana. Levantan un pabellón y recopilan toda la información descubierta por los Guías. Desde primeras horas de la mañana, los visitantes del parque son obsequiados con refrigerios y panfletos. Éstos últimos contienen vagas e inocuas promesas de iluminación para aque llos que escuchen «el mensaje». A mediodía, los Hermanos de la Caza invitan a la audiencia a «cobijarse en la sombra de la tienda» para esperar la llegada del mensaje.
El orador del grupo es Elías, un hombre alto y robusto, de ojos penetrantes y dotado de un talento natural para detectar los sentimientos de una multitud y componer un sermón a medida, de acuerdo a sus intereses. Aunque sus discursos muestran una vena retrógrada, no implican el típico vitriolo de fuego y azufre.
El mensaje de Elías ofrece una senda a «la consciencia, la iluminación y la evolución espiritual» pero al mismo tiempo contiene advertencias dedicadas a aquellos «miserables espirituales que se empeñan en permanecer en las células cancerosas de la norma espiritual» en vez de unirse a la creciente «alma colectiva de la humanidad». Las homilías de Elías están salpicadas de referencias vagas a «las sombras que se esconden en nuestras nieblas», alusiones que se van haciendo más concretas en cada encuentro sucesivo. El predicador rea liza sus sermones dos veces cada sábado y cada domingo, a media tarde y a poco de ponerse el sol. Los Hermanos de la Caza empaquetan entonces la tienda y la Conciencia de la Tierra se traslada a su próximo destino. Cualquier criatura sobrenatural curiosa que acuda a uno de los sermones de Elías deja tras de sí un rastro cuando se marcha, por cortesía de los vigilantes Hermanos de la Caza. Los Guías no provocan enfrentamiento alguno, a menos que se vean. obligados a ello. Su objetivo es atravesar los disfraces de tales seres, observar sus actividades y entonces informar de ellas a los Hermanos de la Caza.
Éstos poseen detallados archivos sobre varios monstruos conocidos, a lo largo y ancho del país. De un modo similar, Elías no parece buscar conversos de forma inmediata, un hecho que deja muy claro durante sus discursos. Más bien, expone lentamente a su audiencia la verdad del mundo, un hecho tras otro, para asegurarse de que cuando llegue el momento de la venganza, los cazadores y la humanidad sean los que emerjan victoriosos y la siguiente edad del hombre pueda comenzar.
Los cazadores de la Conciencia de la Tierra se consideran a sí mismos más que meros revolucionarios que combaten a las fuerzas de la oscuridad. Creen que son los representantes del próximo paso que la humanidad ciará en el camino de su evolución hacia la verdadera divinidad. El que los Mensajeros sean represtaciones sobrenaturales del inconsciente colectivo de la humanidad, o los mismos elevas, bodhisattvas y ángeles de los que Elías habla en sus discursos es objeto de debate en el seno del grupo. El consenso generalizado actual sostiene que los Mensajeros son de hecho entidades con complicados planes propios y que los cazadores son sus vicarios en la Tierra. Sin embargo, la incómoda pregunta sigue sin contestación: si Elías predica la verdad sobre la meta de los Mensajeros para la humanidad y los cazadores, ¿por qué tienen otros exaltados visiones tan diferentes sobre su papel y la naturaleza de sus benefactores?
La Iglesia de la Fe justificada
Para ser una organización que ha atraído en tal medida la atención de los medios de comunicación, hay que reconocer que la Iglesia de la Fe Justificada ha conseguido mantener su secretismo sorprendentemente intacto. Al margen de las sospechas de la administración y de las agencias encargadas de hacer cumplir la ley, este colectivo radicado en California se dedica a la caza con un fervor religioso que traspasa la línea existente entre la devoción y el fanatismo. Con la llegada del nuevo milenio, la Iglesia de la Fe Justificada espera nada menos que el cumplimiento de la Revelación. La identidad de su líder es materia de extendidas especulaciones entre los no creyentes.
Sus seguidores se refieren a él sólo por el título «Crucifer». Y eso cuando se avienen a nombrarlo. Supuestamente es un hombre valiente, de convicciones inquebrantables y completamente convencido de que sus seguidores y él son los verdaderos Elegidos de Dios. El Crucifer y sus discípulos buscan de forma activa a otros que hayan experimentado la misma metanoia, normalmente en el seno de otras congregaciones. Cuando encuentran a alguien digno, lo invitan a unirse a la Iglesia. La Iglesia de la Fe Justificada también conmina a aquellos que hayan presenciado la metanoia y sean Testigos de la presencia de los secuaces de la Bestia a que se unan a sus filas. Para aumentar su devoción, les proporciona incentivos en forma de milagros. Estos Testigos son los ojos y los oídos de los Justificados y aportan a la organización los lugares de encuentro y los fondos necesarios para financiar la Batalla Final. Por medio de la metanoia, Dios concede a Sus Elegidos los poderes necesarios para exorcizar al mundo y librarlo de sus demonios.
Esta es una tarea a la que sus paladines se entregan fervorosamente. Los Justificados no rehúyen la confrontación directa, pero prefieren espiar y analizar a un enemigo a lo largo de un período de días o semanas. Después, se produce un ataque coordinado y letal. Aunque entregados a su misión, estos cazadores son muy cuidadosos a la hora de eliminar todo rastro de su presencia y su actuación, especialmente cuando éstas se dirigen contra lobos demoníacos escondidos bajo pieles de cordero. Recientemente, y a pesar de sus precauciones, los Justificados no han podido evitar algunos encuentros con la ley. La Policía sabe que Kyle McBride y John Tang, los dos discípulos más antiguos de Crucifer, están implicados en sendos incidentes de espionaje y acoso, lo que ha atraído sobre La Iglesia de la Fe Justificada el interés de la fiscalía del estado y de otros cazadores.
La atención que le dedican actualmente las autoridades a este grupo es bastante laxa si se la compara con la vigilancia a que la están sometiendo otros exaltados. El punto de vista apocalíptico de los Justificados, unido a la fanática devoción que sienten por la Revelación y la caza, inquieta a otros cazadores que han tenido tratos con ellos o han vigilado sus actividades. El extremismo creciente demostrado por el grupo preocupa cada vez más a los que no son miembros. Apuntan a un reciente ataque realizado sobre los muertos andantes (en el que murieron varias personas inocentes) como causa de sus preocupaciones.
Los rumores sobre comuniones realizadas con la sangre de sus monstruosas víctimas y un relicario lleno de artefactos recuperados en diversas misiones no hacen sino alimentar estas preocupaciones. Cada día que pasa es mayor el consenso existente entre los cazadores de la Costa Oeste al respecto de que la Iglesia debe ser detenida.
Naturalmente, la Iglesia de la Fe Justificada considera cualquier interferencia en sus actividades como prueba evidente de una alianza con el mal. Algunos cazadores, dicen los Justificados, están simplemente extraviados. Aunque no aceptan la Divina Verdad que les ha sido otorgada por medio de la metanoia, al menos actúan de acuerdo a los mandamientos de esta Verdad, Otros, sin embargo, no han conseguido escapar a las trampas tendidas por los secuaces del Maligno. Aparentemente, estos últimos no se diferencian en nada de aquellos, pero la inte1lerencia en los planes de la Iglesia revela dónde está la verdadera lealtad de estos sirvientes caídos del Señor. Además, las cada vez más intensas investigaciones de los medios de comunicación y las autoridades sobre ella, han convencido a la Iglesia de la Fe Justificada de que estas instituciones están en manos del Diablo. Parece que las fuerzas del mal están por todas partes, oponiéndose directamente a los Justificados. «Muchos son los llamados pero muy pocos los elegidos», cita el Crucifer, y los miembros de su congregación no albergan la menor duda sobre la identidad de quienes serán salvados y quienes serán condenado: cuando la Revelación se complete…