El Paraiso
Mientras Matthew se ocupaba del café, Noah hizo una visita al aseo. Cuando ambos hubieron ocupado de nuevo sus asientos, Matthew frunció el ceño y preguntó: —¿Cómo era el Paraíso? Noah juntó las manos y frunció el ceño. —No estás preparado para entenderlo —dijo, al cabo—. No te lo tomes a mal. Por aquel entonces el mundo era básicamente distinto. Era más… complejo. Más rico. Había capas que ahora ya han desaparecido. —¿Capas? —Sí… piensa en este café que estamos tomando. No es más que café, ¿vale? ¿No es otra cosa? —Supongo que no. —En el mundo incorrupto, este café podría existir también simultáneamente como una canción o una idea estética o incluso una criatura racional y solícita. Cosas distintas en capas distintas, todas igual de reales, todas parecidas, pero todas ellas discretas… aunque se experimentaran simultáneamente. —Al ver la expresión de Matthew, continuó—: Te pondré un ejemplo más relevante. Las primeras personas: ¿Fueron Adán…