Este es el relato ganador del segundo lugar en nuestro Concurso de Relatos «Secretos Oscuros» por Adonay.
Que lo Disfruten.
Decidido, me voy a donde tuve mi último vahído. En un parque cercano busco donde me senté la última vez con la sorpresa de que no está vacío. En el banco cercano un hombre ha tomado ya asiento. Bueno, siempre me gustó mas sentarme tocando espaldas con el tronco. Saco mi walkman y subo la musica. (aaaaaahhhh…)
Justo en el magnífico punteo de Pearl Jam siento un escalofrío típico. Abro los ojos buscando figuras extrañas, pero el paisaje no ha cambiado nada. La unica persona que alcanzo a ver es ese tipo del banco. No le doy la menor importancia y sigo escuchando música, ya tenía estas sensaciones antes de ser mago. No es plan de ponerse paranoico o terminaré a hostias con el panadero un día de estos.
Voy a darle a play cuando, otra vez, me asalta esa sensación, fría, fuerte y firme. Al abrir los ojos veo de reojo como aquel tipo, quizá solo durante un segundo, me miraba. Me levanto y me acerco hasta taparle el sol de la cara.
– ¿Podría usted dejar de hacer magia por favor?, intento relajarme. – Así me gusta. Sutil como un accidente de trafico.
– ¿Perdone?
– No se haga el loco, sabe de lo que hablo. – Que me ataqueen, vale, que me rompan un par de huesos, de acuerdo, que me tomen el pelo, quizás, pero cortarle el punto a los Pearl Jam no, eso sí que no.
– Me he vuelto descuidado con el tiempo, quizás debería tener mas cuidado la próxima vez.
Mi mueca es un poema.
– Perdone mis modales y permitame presentarme. Soy Dédalo, encantado de conocerle, señor Jeremy.
– Eeeemmm… Iguamente, por qué no me sorprende…
– Se han hecho muy famosos los ultimos meses, señor Jeremy. Los ultimos Despertados, los portadores de los Objetos Sagrados. Espero no le incomode mi presencia, le pido mil perdones por mi entrada anterior. El protocolo es algo de lo que me cuesta deshacerme. Perro viejo…
Me tomo algo de tiempo para observarlo antes de tomar asiento a su lado. Mirándolo no le echaría mas de unos 30 largos, impecáblemente vestido con ropas caras (pijas), sin barba, pelo largo grisáceo. Complexión fuerte, relajado pero no despistado. En sus manos sostiene un trozo de madera y una navaja con la que talla una figura aún indiscernible.
– Estooo… hermético ¿no? – CRASH, otro coche salta en el accidente de tráfico. Me mira directamente a los ojos, quizas más allá, y tras un largo, largo rato sonríe.
– No, lo siento. Si lo que intenta averiguar es mi Tradición, es la del Coro Celestial. – y baja la cabeza de nuevo.
Vaya. -pienso, pues no se parece en nada a Gabriel, es como una version ultra pija o algo asi.
– Perdóneme, nunca antes habia visto uno de la Tradición, descontando a Gabriel, mi maestro. – levemente, pero me ha parecido verle sonreír.
– En tiempos normales verías muchos como yo, como nosotros, y te enseñaría algo de … compostura- (¿me esta insultando?) – pero los tiempos que corren, cada voz canta como puede y los seguidores toman cualquier camino – (me esta insultando, definitivo).
Se hace un silencio.
– Coro ¿eh? Creí que quedaban pocos, muy pocos, y los que estaban están siendo reunidos para la última fiesta desde hace mucho. El próximo Concilio es lo que te ha traído, ¿no crees que llegas algo pronto?
– Creeme, iré al Concilio, pero estoy aquí tomando … muestras, por decirlo de alguna manera. Quería ver como está la ciudad después de tanto tiempo. – alza la vista y el descontento se hace notable en su cara – muchas cosas han cambiado … demasiado tiempo.
– Pues nada, avisaré a Gabriel, seguro que querrá verte. Creo que estará en el comedor benéfico, está a poco minu…
– Preferiría que no me viese. Si puedes guardar un secreto a voces te dire que él y yo no nos llevamos muy bien que digamos.
Total Brain Malfuncion
– Ok, lo que usted diga. De todas maneras creo que debería verlo. La situacion actual no como para andarse con remilgos. – saco los avíos del tabaco y empiezo a liarme uno. – ¿Quiere?
– No, gracias – y sonrie.
– Le hace gracia que fume?
– Me recuerda a mi maestro. Él tambien fumaba tabaco de liar, no habia otra cosa.
– Es verdad, a veces se me olvida que hasta los peces gordos tuvieron maestos una vez, debe ser algo im… – y la vi. durante un par de segundo la vi.
– ¿Ocurre algo? -dice distraído
– ¿Eh? No, nada, crei ver a algui… – y otra vez la vi, tras un arbusto. Page.
– ¿Se encuentra bien?
– Creo que me e vuelto loco del todo.
– Hijo, ni que hubiera usted visto un fantasma.
– Casi… era mi novia … mi … exnovia.
– Vaya, ¿Le dejó? si se puede preguntar, claro.
– Murió. En un accidente de trafico.
– Lo siento mucho, duele oírtelo – de repente sonaba más cercano-. Creo no equivocarme si te digo que aún duele decirlo, verdad?
– Aún señor Dédalo. Hum… – miro atrás en el tiempo mientras me explico – Peleábamos por una tontería, ella estaba al volante cuando se distrajo y … – centro mi vista en el arbusto donde la figura desaparecio, solo logro ver una telaraña con una mosca atrapada.
– No soy psicologo, Jeremy, pero me parece que aún no lo has superado. Ven.
De la mano me lleva a la telaraña.
-¿Qué ves?
– Si te respondo una telaraña, mal ¿verdad?
– ¿Qué más?
– Una mosca atrapada. La araña vendrá pronto. Je, tuve que hacerme entomólogo…
– Dime, si qukisieras salvarla ¿qué harías?
– Sacarla de la red.
– ¿No matarias a la araña?
– No.¿Por qué debería hacerlo?
– Cazará otra mosca cuando no estés.¿Condenarás a esa otra mosca?
– Puedo vigilarla para que no cace, o atraparla.
– Así mataras a la araña de hambre… En todo lo que dices te contradices a tí mismo. Piensa.
Y me quedo pillado.
– Bueno, supongo que es un equilibrio. De todas maneras no quiero matarla. Debe haber otro camino.
– ¿De qué tienes miedo? Es sólo una araña. Es fácil matarla.
– Es DEMASIADO fácil, eso es lo que me asusta.
– Me parece que algo te impide hacerlo. No es tu consciencia, ni tu juicio. En tu interior sabes qué es lo correcto, pero algo más dentro de tí te lo impide. ¿De qué dijistes k murio tu … exnovia?
– Un accidente … ¿Qué tiene eso que ver?
– ¿Estás seguro?
– Si, conducíamos cuando … no, espera.
En una cabina dividida por un cristal, me encuentro con Page. Estoy enfadado con ella, no se por qué. En mi parte hay una silla, y sentado en ella, miro al suelo. En su parte Page permanece de pie.
– ¿Por qué estas aquí?
– Por tÍ.
– Yo no quiero que estes aquí, Page. Te fuiste. Me dejastes.
– Aún lo quieres, sino, me habria marchado.
Unos niños juegan en un lago. Sobre una barca un niño y una niña juegan a cosas de críos. Y miro.
– Desde que te fuiste no he sido el mismo. Creo … creo que he sido mejor que antes.
– ¿Por qué quieres que este aquí?
– Lucho por que nadie muera a mi alrededor. La verdad es que no se por qué…
– ¿Por qué quieres que este aquí?
En la barca un niño cae al agua. No sabe nadar.
– Recuerdo el día que lo dejamos. Hasta ahora no lo recordaba, no se por qué. Íbamos de acampada. En el coche conducía yo, no tú. No lo recordaba.
El niño de la barca, presa del peligro, grita entre lágrimas pidiendo ayuda.
– Un niño se cayo al lago, casi al aminorar la marcha por aquel camino. Nos bajamos del coche a ver que pasaba, ¿recuerdas?
– ¿Por qué quieres que este contigo, Jeremy?
La cabina empieza a llenarse de agua poco a poco. Solo la parte de Page.
Dos figuras saltan en ayuda del niño, una duda, la otra no.
– Yo me pare a ver qué pasaba realmente. Creí de 1ª mano que eran una pareja de salidos jugando, pero tu vistes las lagrimas d la niña antes que yo.
Una figura coge al niño y nada en sentido contrario. Agotada pasa el cuerpo del niño a su compañero.
– Me diste el niño y me gritastes que fuera a ponerlo a salvo.
De las dos figuras del lago sólo una sale a la orilla. Ninguna mas.
– ¿Sabes?, ni miré. Crei que venías detras mía. Cogí al niño y, cuando vomitó el agua, me giré para mirarte con una sonrisa. Pero no estabas.
– ¿Por qué quieres que siga aquí, amor?
– Por que no puedo perderte de nuevo, ¿entiendes? ¡¡¡Prefiero morir yo a perder a alguien mas!!! Soy un cobarde … por que así … así al menos estaría contigo.
-¿Por qué quieres que esté aquí?
– … Por que nunca pude despedirme de tí…
La cabina inundada por completo se lleva a Page. Juntamos los labios antes de que la oscuridad se la trague. Nuestros labios dibujan un te quiero antes de quedarme solo allí.
Un hombre arrastrando un cuerpo sin vida a la orilla. Llora, suplica. Nada. Sigue llorando desde entonces…
Vuelvo en mí. Mareado extiendo la mano y atrapo la araña. Sin contemplaciones la mato.
Me encuentro sentado junto a Dédalo. No me he movido de allí en todo este tiempo.
– ¿Te encuentras bien hijo? Pareces mareado.
– Dios … yo, sólo quería despedirme. Yo sólo… ha estado aquí por mi culpa todo este tiempo…
– Ella eligió quedarse también. Sentía tu dolor como el suyo propio. Ahora es feliz, tranquilo.
– Has sido tu ¿no?
– Ella te dejó un regalo. «Puedes seguir con tu vida».
Al despedirme, aún aturdido, caigo en la ironía. Y sonrío.
– Gracias Dédalo… No te llamas Dédalo ¿verdad? – Y el también sonríe. – ¿Sabes? me ha costado pillarlo, los recuerdos, la magia,… me tenian distraido. «Dédalo, padre de Ícaro» Sacó a su hijo perdido del laberinto de Minos. ¿No? ¿Es eso lo que has hecho conmigo? ¿Sacarme del laberinto?
– Yo no he hecho nada, lo has hecho todo tú hijo.
– ¿Le querías? A aquél que perdistes, Dédalo. A tu Ícaro. ¿Le querías?
– Como a un hijo. – dice al final.
Al despedirme cortesmente cojo tres autobuses para ver a una señora. Hecha un mar de lágrimas, me abraza y me da gracias. Me invita a entrar, pero no paso. Y me marcho con los agradecimientos de aquella familia, cuyo hijo salvamos hace ya un par de años.