Cambiaformas
Pero muchos de los lugares salvajes siguen siéndolo, y sus defensores han jurado por lo más sagrado que así permanecerán. Sean magos o humanos, cristianos o paganos, los intrusos en estos lugares sagrados no suelen encontrar más que una muerte rápida a garras de los hijos de la Luna… los licántropos. Le Roi buscó aire desesperadamente mientras caía al suelo del bosque. Los aullidos de los lobos le rodeaban por todas partes. El saco con las herramientas había caído hacía mucho. El pánico se adueñaba de él, haciéndole olvidar hasta los encantamientos más sencillos. Estaba temblando como una hoja. Qué terriblemente blando y frágil era, qué fácilmente sucumbiría ante las garras y los colmillos… Volvió a boquear, pero casi se ahogó con el hedor de la carne fresca. Sus dedos buscaron y encontraron un trozo manchado y caliente de… ¡Dios santo!. Gimiendo, arrojó con fuerza aquella… masa. Trató deponerse de…