Casas – Devorador
“Hace demasiado tiempo desde que saboreé por última vez la sangre en el viento. Esta noche volveremos a cazar”. La Casa de la Naturaleza gozaba de dominio sobre todo ser vivo que se arrastrara, corriera, volara o reptara sobre la tierra. Cuando lo salvaje se extendió por el mundo, los Ángeles de la Naturaleza tejieron las incontables hebras de vida en un intrincado tapiz de belleza, majestad y poder. Los Ángeles de la Naturaleza desempeñaban su labor con solemne orgullo y un fuerte sentido del honor personal, gobernando su reino con justicia y compasión. El nacimiento de la humanidad fue una fuente de maravilla y consternación a un tiempo para los Ángeles de la Naturaleza. Aunque Dios había subrayado que la humanidad debía dominar lo salvaje y a cada ser vivo que lo habitara, los seres humanos desconocían por completo su funcionamiento. Esto planteaba una paradoja a los ángeles: Su…