Casas – Malefactores
“Sé cuánto has sufrido. Aquí tengo algo que hará que tu vida vuelva a ser mejor”. Al tercer día, Dios separó los mares de la tierra, y cedió el suelo a un selecto grupo de ángeles. Estos Celestiales, llamados Artífices, gobernaban —y amaban— la tierra y todo lo que en ella habitaba. Recibieron el don de la afinidad con la tierra, las gemas y la roca; con los fuegos que ardían bajo la superficie de la tierra; y sobre todo, con el metal. Los Artífices recibieron asimismo la responsabilidad de enseñar a la humanidad a usar la tierra: labrar los campos, extraer los metales y forjar las herramientas que necesitarían para dar forma a su mundo. Los ángeles se aplicaron a su tarea gustosos, ansiosos por compartir su amor por la tierra con sus protegidos. Pero la humanidad no estaba preparada para asumir tamaña responsabilidad. Intentaron utilizar los milagrosos instrumentos…