Los pecados de nuestros Sires, Caitiff
Nunca quise el Abrazo. Nunca busque la inmortalidad ni estos extraños poderes. Sólo quería vivir. Cuando le hablé a mi chica de mi cáncer sólo quería un hombro donde llorar. Ella me abandonó dejando que me buscara la vida en mi nueva existencia. Lo único que me avisó fue que tuviera cuidado con el sol. Nunca me habló de clanes, Camarilla o las reglas de crear más Vástagos. Me dejó vivir, que suerte. Ella murió achicharrada por el sol, grabado en video, como aviso para todos aquellos que tuvieran compasión de un humano que se moría. Supongo que era una Gangrel, pero yo era un Caitiff y nadie me enseñó como ser un Gangrel y yo no aprendí. Decidí quedarme en la ciudad que conocía y todo habría ido bien si no hubiera desarrollado Disciplinas de otros clanes. Mi amor a la magia y el ocultismo me dirigió hacia la…