¡Atrás cocodrilo del Oeste, que vives en las infatigables estrellas! El odio que siento por ti mora en mi vientre, pues he absorbido el poder de Osiris y soy Set. – Las fórmulas del salir durante el día, hechizo 32
Los seguidores de Set practican una antigua magia diferente a la Taumaturgia Tremere. Los vástagos la denominan “Hechicería Setita” y los Setitas, que no son los únicos que practican este arte mágico, lo conocen como Akhu.
A diferencia de los europeos, los antiguos egipcios consideraban que la magia era un arte legítimo. Un hechicero no blasfemaba contra los dioses cuando lanzaba hechizos, puesto que los dioses concedían el donde la magia a la humanidad; además, cada hechizo reafirmaba el vínculo entre lo humano y lo divino. Los sacerdotes hacían las funciones de magos de la comunidad. Para un egipcio no existía ninguna diferencia entre un rito celebrado en un templo para el bien del Faraón y el estado, y un hechizo realizado en el hogar de una parroquiano para concebir un beneficio personal.
Los antiguos egipcios tampoco establecían ninguna diferencia entre la magia “negra” y “blanca”: todo era neutral. Del mismo modo que a ninguna persona de la edad moderna le gusta recibir un disparo, a los antiguos egipcios no les gustaba ser víctimas de una maldición, de modo que respondían a la magia hostil solicitando al sacerdote-mago local que lanzara algún hechizo que los protegiera… y que les permitiera contraatacar. Los historiadores sólo han encontrado pruebas de un juicio egipcio celebrado contra una persona que utilizó sus artes mágicas con fines criminales: un oficial que intentó dar un golpe de estado usando los libros mágicos que robó de la biblioteca del Faraón (aunque cabe señalar que la acusación se centró en el robo y el intento de asesinato, no en la magia).
Los egipcios utilizaban diversos sinónimos para referirse a la magia. Los más importantes eran Heka (magia) y Akhu (hechizos). Aunque los textos antiguos utilizaban estas palabras indistintamente, en el año 1000 a.C. los vampiros egipcios empezaron a referirse a la hechicería mortal como Heka y a su magia de sangre como Akhu. De todas formas, excepto por el uso de la vital, ambos artes mágicos utilizaban herramientas parecidas para lanzar hechizos similares.
Esta situación cambió durante la época romana. Los romanos prohibieron a los sacerdotes lanzar hechizos (de modo que la práctica mágica pasó a la clandestinidad) y obligaron al pueblo egipcio a convertirse al cristianismo. Siglos después sólo los vampiros recordaban y practicaban los sortilegios antiguos. El Heka murió y el Akhu se convirtió en un arte arcano.
En el mundo antiguo se consideraba que los sacerdotes egipcios eran los mejores hechiceros del mundo y, gracias al Akhu, los Seguidores de Set heredaron su fama. El mundo cristiano y musulmán observaba con tanto recelo a los Setitas “paganos” y la brujería “Satánica” que ciertos historiadores no muertos afirmaban que los Setitas llegaron a creerse los siniestros rumores que corrían sobre ellos y su magia… y que muchas de sus prácticas se desarrollaban gracias a todos esos siglos de propaganda.
En la Edad Media y el Renacimiento, el Clan Tremere se convirtió en el principal proveedor de magia en Europa, puesto que la terrible Inquisición redujo el poder de los Setitas egipcios y destruyó a la mayoría de los hechiceros de otros clanes. Como muy pocos Setitas y menos vampiros de otros clanes se molestaron en aprender Akhu (principalmente, por que eran incapaces de leer los antiguos grimorios), la magia egipcia se convirtió en un arte extraño.
Sin embargo, cuando Champollion tradujo los jeroglíficos egipcios en el siglo XIX, los vástagos y el ganado volvieron a interesarse por el mundo egipcio. Algunos Tremere estudiaron la magia de sus viejos rivales e intentaron aprender el Akhu; es más, muchos de ellos se revelaron contra la jerarquía de su clan y se convirtieron en cultistas de Set. En el año 1930, el Consejo de los Siete prohibió las investigaciones sobre Akhu. Esta prohibición se mantuvo hasta 1973, cuando Muharraq Rasul ibn Babar, Pontífice de Antioquia, logró convencer al consejo para que la levantara. El Pontífice, conocido por el odio que sentía hacia los Setitas, argumentó que tanto la Casa como el Clan debían dominar la magia de la Sierpe para poder defenderse contra ella. Sin embargo, los antiguos del clan siguieron mirando con recelo cualquier Brujo que mostrara demasiado interés por la magia egipcia, pues sus desertores ya habían revelado demasiados secretos.