Toreador – En el Salón de Don Héctor Gonzaga

Entra, chiquillo, no te quedes en la puerta como un perro famélico. Eres un Toreador, ¿no? A tu sire no le gustaría verte comportarte de ese modo. Así que has venido a aprender sobre las órdenes. ¿Quieres unirte a sus filas, acaso? Hmmm, no suelen aceptar a aquéllos tan jóvenes en la sangre como tú, ya que prefieren ver primero si eres de los que se tropiezan con la espada al caminar. Mejor entrenarte jugando a ser caballero en el patio que en el campo de batalla. Sin embargo, algo sé de tu sire, y sé que fue él quien te envió. Siéntate pues y escucha, pues no me gusta repetirme.

Las órdenes Cainitas de caballería están entre las primeras en abrazar totalmente esta filosofía como un ideal y un sistema de creencias. Algunos de nuestros eruditos especulan con que los Toreador de esas órdenes fueron también los creadores de la Via Equitum, y no hay mucho que contradiga esta opinión. He oído teorías tan numerosas como absurdas, así que no me interesa demasiado seguir profundizando en el asunto. Las órdenes suelen considerarse investidas por el cielo o estar inspiradas por los Hospitalarios o los Templarios, en cuyas filas encontrarás a
algunos de los nuestros.

Hay Cainitas que encuentran estúpida o errónea la idea de las órdenes vampíricas de caballería. Otros se sienten intrigados por la idea de que exista una organización del ganado modificada para adecuarse a nuestras especiales necesidades. De momento solo hablaré de las fundadas y regidas exclusivamente por los Toreador. Los miembros de otros clanes pueden solicitar su ingreso o, si muestran el estómago suficiente, ser invitados a unirse, aunque a los extraños no se les suelen tolerar los errores. En el caso de los canticleranos, el primer error suele ser el último.

La Compañía Blanca: estos Cainitas, que han adoptado la guía de flores de la caballería como Galahad y Parsifal, se rigen por estrictos códigos de honor, obediencia a Dios y celibato (negándose a beber de mujeres por placer o a tener relaciones íntimas de clase alguna con vampiras). Eligen a sus miembros solo después de observarlos en el campo de batalla y recibir testimonio de su carácter y honor. Se encargan rápidamente de los que rompen su palabra o carecen de dignidad. Casi todos se identifican con una faja blanca o un tabardo blanco sin marcas.

La Comunidad de Nuestra Señora: esta banda de caballeros es pequeña (no cuenta con más de nueve miembros), pero son notables por su devoción a los ideales de María y por la protección a las mujeres. Esta extraña elección se explica con su líder, William Grey, que asegura haber sido bendecido con una visión de la Virgen estando en las Cruzadas. Según su relato, le encargó la misión de proteger y asistir a las mujeres, un objetivo que cree podrá limpiar su mancha vampírica. La Comunidad no se alimenta de las mujeres salvo en las circunstancias más extremas, y cree que todas ellas deberían ser tratadas como hermanas de la Reina del Cielo. Sin embargo, la reciente disputa de William con el príncipe Ventrue de Aviñón puede haber acabado con ellos; sus caballeros son ahora sospechosos de herejía, y en el mundo mortal en general el Marianismo comienza a ser visto con suspicacia. Suelen llevar lilas blancas, la señal de la Virgen, ya sea bordada en la ropa o en su equipo.

La Orden de Canticler: el nombre de la orden hace referencia al astuto gallo de una historia campesina. Sin embargo, su objetivo es mucho más serio que las leyendas infantiles, ya que emplean el nombre del gallo para identificarse como cazadores de demonios (específicamente, de Baali). Los canticleranos llevan el símbolo del sol naciente en sus escudos para simbolizar la luz purificadora del alba, o bien una pluma de gallo en sus yelmos. Muchos intentan obligarse a permanecer despiertos para saludar al amanecer, retirándose solo cuando llega el propio sol. El fanatismo, xenofobia e imperiosa piedad no les ha hecho muchos aliados, dejando a los que les llaman con la tarea de decidir si el remedio ha sido o no peor que la enfermedad. La lucha de la orden contra los Baali les ha enfrentado directamente con los antiguos más decadentes de los Toreador que moran en el sur, atrapando a los canticleranos entre dos preceptos de su código. Hasta que tomen una decisión están confusos, incapaces de moverse en ninguna dirección y exponiéndose a los atentos aliados de los Baali.

El Código Cainita de Caballería

Los Cainitas que abrazan la caballería suelen seguir la Via Equitum, empleándola como base para sus códigos personales. Los miembros de las nuevas órdenes modifican la Via según sus creencias personales, los escritos populares y los acuerdos de los miembros. Para cuando algunos Cainitas terminan, la intención original del código apenas es reconocible. Lo que sigue es una aproximación del original.

1 — Serás honorable y justo al tratar con los demás.
2 — Serás firme y no te retirarás ante el enemigo.
3 — Respetarás a tus superiores.
4 — Prestarás tu ayuda a los desamparados si te lo solicitan.
5 — Defenderás el honor de tu dama, de tu señor y de aquellos a tu cargo. Si se pierde este honor, deberás vengarlo.
6 — Tratarás a todos los hombres con igual mérito.
7 — Resguardarás a las mujeres de este mundo con tu espada, tu fuerza y tu honor.
8 — No romperás tu palabra.
9 — No abusarás de la confianza y del rango que se te otorgan.
10 — Tratarás a tu oponente con el respeto que merece un igual.

Por supuesto, este código ha sido reinterpretado muchas veces para acoger las ideas y deseos de un grupo particular. Por ejemplo, el punto octavo puede ser interpretado con el corolario “…dada a tus congéneres Cainitas”, o solo a la nobleza. Lo que uno haga con los mortales, los campesinos o los animales es otro asunto. Del mismo modo, el punto sexto ha sido reescrito haciendo que “hombres” haga referencia únicamente a Cainitas varones cristianos de alta cuna, a nobles cristianos (Cainitas o mortales), a todos los varones o a cualquier “persona” (lo que podría excluir a los musulmanes, Gangrel, Malkavian, campesinos y a cualquier otro que no convenga a las ideas del caballero). La idea actual es que el código no es más que un préstamo de algo mucho más antiguo. El supuesto autor, un tal Aloyius D’Etienne, ha sido su inspiración, pero en uno de sus momentos menos prudentes mencionó un conjunto de frágiles pergaminos que conservan un código escrito por una mano curiosa, y cuya filosofía básica encontró de su agrado.

Para aquellos que defienden el código en su forma más elevada, la reorganización casual de la “verdad” por parte de los camaradas de clan es una violación de todo lo que la caballería representa, como un sistema para tratar con los iguales, los superiores, los enemigos y los inferiores con honor y eficiencia. Los que interpretan esta filosofía demasiado libremente se ven perseguidos por sus compañeros Cainitas por sus crímenes, siendo obligados a realizar “búsquedas” que limpien su honor mancillado. Los que rompen así el código no suelen regresar, ya que son enviados a misiones diseñadas para acabar con ellos, siendo comunes las búsquedas de reliquias sagradas y las peregrinaciones. Los que sobreviven y regresan a la vida Cainita no suelen ser aceptados completamente; las experiencias les cambian y endurecen, a veces depositándolos en otra Via, a veces arrojándolos en brazos de la Golconda.

 

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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