Toreador – La Biblioteca de Malta

Uno podría asociar los tomos prohibidos y los saberes secretos con los Tremere y los Capadocios, y pocos considerarían a los Toreador guardianes de conocimientos. Mientras los Usurpadores investigan sus grimorios y los Ladrones de Tumbas investigan los misterios de la muerte, los Artesanos conservan vivas las viejas bibliotecas de Egipto, Grecia y Roma.

Mientras el mundo clásico se colapsaba bajo el peso de las hordas bárbaras y los excesos de emperadores desequilibrados, muchos Cainitas trataban por todos los medios de evitar la muerte del saber, en ocasiones atesorando sus propias colecciones personales. En tumbas, sótanos, catacumbas y cuevas, el conocimiento de siglos pasados se conserva en pergaminos, tablas de arcilla, fragmentos de piedra, papiros y libros. De momento los Cainitas se conforman con ocultar estos tesoros, esperando que alguien dé la señal de que pueden empezar a devolverlos al mundo.

La mayor de estas bibliotecas secretas es la colección albergada en el aire fresco y seco de una cueva en Malta, protegida por un Toreador conocido solo como Simon. Pocos saben si tiene apellido, aunque ha firmado algunas cartas como “ben-Jacob”, una referencia a un pasado mortal del que se niega a hablar. Algunas pistas en su habla y sus modales permiten especular con que fue Abrazado en Oriente Medio durante la ocupación romana, quizá en época de Cristo, y que había sido muy culto para la época.

Simon recibe pocas visitas, y la orden de caballeros mortales que tiene su base en Malta sirve para mantener alejados a los curiosos. Los que se aventuran en el hogar de Simon suelen saber lo que quieren, y no tolera a los invitados inesperados a no ser que puedan convencerle de la urgencia de su situación. Si un viajero acude en busca de un texto determinado se le pedirá que espere mientras Simon lo trae de la cueva. Solo unos pocos privilegiados han podido seguirle nunca por el camino serpenteante que atraviesa los arbustos de espinos y entra en una caverna de varios niveles donde reposa la sabiduría de las edades. La propia cueva consta de varias cámaras conectadas por un único túnel que rodea una galería principal. En algunas paredes pueden verse restos de viejas pinturas a la luz trémula de las lámparas, huellas de manos humanas y criaturas animistas en colores índigo y rojo. En la galería principal hay una enorme losa de piedra llena de cuchilladas y marcas, empleada a menudo como mesa de lectura. Directamente sobre un altar hay más figuras que muestran espirales y figuras estelares.

Simon asegura que la galería y las cámaras están como la noche en que las ocupó. La primera cámara alberga en su mayoría obras menores de Grecia y Roma, por lo general historias y registros,
con algunas oraciones antiguas y algo de poesía. La segunda tiene palabras inscritas con carbón y más pinturas azules; hay quien asegura que algunas palabras están en enoquiano, la lengua de la Primera y la Segunda Ciudad. La cámara está llena de poesía, teatro y diarios de varios siglos, griegos y romanos. En otra sala se guardan escritos árabes de todo tipo, desde poesía y religión hasta decretos reales. La cuarta cámara, en un nivel inferior, guarda obras “bárbaras”, incluyendo un juego de palillos de madera inscritos con símbolos druídicos; una cara humana sonriente adornada con orejas y colmillos animales vigila a los visitantes. Bajo la cuarta sala, en una habitación diminuta con una puerta inscrita con símbolos hebreos, Simon guarda su preciada colección de textos hebreos y arameos. Una sexta cámara, con símbolos de protección rojos y el Sello de Salomón en el suelo, guarda los tesoros más oscuros de la colección: conocimiento místico, textos sobre demonología, literatura erótica y manuales de guerra y tortura.

Una cámara adyacente a la galería sigue siendo un misterio hasta para Simon. Está bloqueada por una inmensa piedra con el símbolo de un cedro, y lleva sellada desde la llegada del bibliotecario. Nunca ha estado al otro lado y ha rechazado todas las ofertas por excavar el lugar. Si se trata de una cámara funeraria, ningún espíritu iracundo ha hecho público su desagrado. A veces Simon siente una presencia al estar cerca de la piedra, pero no tiene idea de lo que podría encontrarse dentro. De momento, la cámara conserva sus secretos.

Se dice que el erudito realiza pequeñas excursiones en busca de libros a Salerno, Bolonia, Palermo y Nápoles, donde habla de literatura con sus “camaradas” mortales y con sus hermanos cainitas, aunque con éstos de asuntos más graves. No responde a ninguna llamada a la corte, y los Toreador sabios deciden ignorarle. Ha alcanzado una gran influencia debido a su edad y su trabajo, y por tanto se ha ganado el derecho a la intimidad. Además, Simon dispone de poderosos mecenas y defensores que prefieren que su colección permanezca en paz, aunque el propio erudito es más que capaz de defender su intimidad y sus posesiones. Una vez un Ventrue desaprensivo trató de enseñar una lección al “viejo chocho” y destrozó un pergamino hebreo delante de sus ojos. Lo que ocurrió a continuación es un secreto entre el Ventrue y Simon, pero la mera mención del nombre del bibliotecario hace que el desvergonzado vampiro se ponga a temblar.

Las nuevas universidades se han convertido en la afición más reciente del Toreador. Cediéndoles reproducciones seleccionadas de algunas de sus obras logra que los profesores moldeen las jóvenes mentes mortales con un programa dirigido por él. Parece disfrutar enormemente decidiendo lo que se enseñará y lo que no, como si se deleitara con una perversa venganza o tuviera planes propios y desconocidos. Otros antiguos que también se interesan en las universidades no suelen inmiscuirse en sus caprichos, ya sea por amistad o por prudente respeto.

Tiburk

Un amante de los juegos de rol...

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