En una época en la que la Iglesia es el centro del poder, el arte y la cultura, no sorprende que los Toreador tengan un papel tan importante en su funcionamiento. El hecho de que los Artesanos deban compartir este nicho con otros no siempre crea conflictos. Las obras de la Iglesia afectan a miles de millones de vidas, desde los canteros a los cruzados, desde los oblatos al Santo Padre. En los escalones inferiores del poder los Cainitas podrían pasar sus no vidas trabajando en silencio sin llegar a entrar en conflicto con otros. A medida que se asciende en la jerarquía, los puestos cada vez más escasos hacen inevitable que los encuentros sean más frecuentes, lo que resulta en la aparición de rivalidades. Sin embargo, en muchos casos un Toreador interesado en construir una catedral puede trabajar bien con un Lasombra que pretenda aumentar la autoridad de la Iglesia obteniendo más impuestos del señor local.
Muchos Toreador entran en el clero o sienten un nuevo fervor después del Abrazo. La Iglesia representa seguridad, ya que se puede encontrar mucha fuerza tras unas sólidas murallas de piedra y unos ritos familiares, en la creencia de que sirviendo a Dios y a Su misericordia se puede eliminar la mancha de la maldición de Caín. ¿No hay pasajes en la Biblia en los que Cristo perdona a los mancillados y a los pecadores? En la pasión está el éxtasis, y se cree que los extáticos de la época están bendecidos por el Señor. Este fervor suele traducirse en Fe Verdadera… y un Cainita con tal poder es todo un milagro.
La Iglesia también preserva una conexión con la vida mortal que suele perderse tras el Abrazo. Abadías y catedrales no son precisamente lugares donde uno pueda esconderse del mundo. Son comunidades vivas y prósperas con muchas personas a su servicio. Los abades y abadesas que gobiernan estos lugares tienen un gran poder sobre el territorio circundante y los campesinos que viven en él, y pueden ser convocados a la corte real o actuar como jueces para la Corona. Las catedrales suelen ser destino de peregrinaciones y sedes del poder obispal. Los Toreador que desean conservar sus naturalezas humanas suelen gravitar hacia estos templos, buscándose a sí mismos mientras ayudan o acosan a los demás. Unos pocos Artesanos persiguen la mitra obispal por el poder temporal que concede sobre una región (además del espiritual). Sin embargo, el poder ostentado por el clero no siempre tiene la forma de un anillo con el sello del obispo. En las parroquias menores el clero bajo suele ser visto como líder espiritual de la comunidad, logrando respeto o incluso amor. Los actos de la confesión y la bendición tienen una gran trascendencia para muchos, y celebrar estos sacramentos puede tener importantes resultados en caso necesario. En los días posteriores a la Tercera Cruzada, muchos clérigos han vuelto su atención hacia los salvajes que se hacen llamar caballeros, pidiéndoles que sumen la misericordia, la humildad y la protección de los débiles e indefensos a su lista de virtudes. Mientras los sacerdotes exhortan a los menos caballerosos a que mejoren su comportamiento, la sociedad hace lo mismo con ellos. La aprobación (o desaprobación) del clero, alto o bajo, tiene un mayor impacto del que muchos Cainitas quieren reconocer, y el Toreador sabio sabe aprovecharse de la negligencia de sus camaradas.
Arte Religioso
Sin la Iglesia seguiría existiendo el arte, pero no habría tantas posibilidades como en las del periodo cubierto por Vampiro: Edad Oscura. La construcción de catedrales ha dado trabajo a muchos Toreador, que tratan de alcanzar nuevas cimas con sus obras. El mecenazgo de la Iglesia concede a los Artesanos una cierta libertad para experimentar; todos los obispos quieren una bella catedral como trono (y un magnífico destino para los peregrinos acaudalados), y para ello no sirve tener un templo idéntico a la del pueblo vecino. Pero, ¿es el trabajo de los Artesanos que erigen las catedrales un intento de acrecentar la gloria de Dios, o de superar la grandeza de otra catedral? Al final, esta cuestión carece de importancia. La música, las vidrieras, la cantería, la ebanistería, la dramaturgia, toda el arte se abre paso, y es el resultado lo que importa a los interesados.
Órdenes Monacales
¿Por qué las órdenes? Después de todo, una vida en un convento es un claro peligro para alguien cuya “condición” puede hacer que se le tache de demonio, o algo peor. Para muchos Toreador no hay más opciones: una mujer que desee servir a la Iglesia solo puede entrar en una orden monacal. Una viuda, aun siendo Cainita, puede ser obligada a buscar refugio en una abadía (aunque solo sea por guardar las apariencias), especialmente si las tierras de su esposo son usurpadas por un vecino o un rey agresivos. Para otros es un simple asunto de comodidad personal. La rutina de las plegarias, la seguridad del entorno y el contacto con los iguales se combinan para crear una mezcla familiar que algunos Artesanos encuentran buena y necesaria cuando intentan mantener la cabeza concentrada en la fe y en la búsqueda de Dios. Por último, algunos Toreador, tras formar parte de las órdenes en vida, no pueden imaginar la vida sin ellas. Casi todas las órdenes monásticas de la época tienen al menos a un Toreador en su seno. Las únicas excepciones son las mendicantes, como los Carmelitas. Ni siquiera los proclamados Ascetas las buscan, ya que la extrema pobreza nunca ha sido para los Artesanos, y las dificultades del viaje pueden ser una auténtica pesadilla; además, en estas órdenes hay tantos Nosferatu…
Los Toreador Abrazados durante las Cruzadas o después de ellas suelen terminar en las órdenes militares: los Templarios, los Hospitalarios, los Caballeros Teutónicos y otros grupos menores específicos de cada reino. Estos caballeros Cainitas suelen terminar reunidos, formando grupos que no llaman demasiado la atención debido a la normalidad de esta práctica. Sin embargo, se intenta que estos caballeros no salten de estas bandas a las verdaderas órdenes Toreador, ya que cada nueva conversión aumenta el riesgo de que estas organizaciones sean desenmascaradas.
Lo que hacen los Artesanos es apoyar de forma sutil a estas bandas anónimas con oro y hospitalidad, impidiendo de este modo que vean más allá de su actual situación y busquen algo más estructurado. Los Cistercienses también tienen lugar en los Toreador, aunque solo sea por simple cuestión numérica. Hacia 1152 hay cincuenta y cuatro monasterios solo en las Islas Británicas; es el esfuerzo cisterciense lo que apoya el comercio de la lana y las telas, convirtiendo a la zona en líder de esta industria. Sin embargo, las hermanas cistercienses son otro asunto. Este movimiento femenino se asienta principalmente en España e Italia, hasta cierto punto para consternación de los Toreador. Después de todo, verse enclaustrado en una abadía Lasombra en medio de un país dominado por los Magister puede ser una idea peligrosa. Las Cainitas que eligen la ruta cisterciense suelen verse atrapadas en las telarañas de las intrigas Lasombra sin el menor esfuerzo por su parte. Las abadías no dejan de tejer estas redes.
La otra orden apoyada principalmente por los Toreador es la de las monjas gilbertinas. Fundada por San Gilberto de Sempringham alrededor de 1131, esta orden de monjas, hermanos y hermanas legos y canónigos se ha convertido en una causa popular entre los Artesanos ingleses y normandos. Parte de este interés procede del favor de Eleanor de Aquitania, que ayudó y respetó a Gilberto aunque éste apoyara a Thomas á Becket contra su marido, Enrique II.
En 1160, los hermanos legos decretaron que las abadías gilbertinas eran inmorales (por una acusación sin duda proferida por ellos mismos, frustrados por la piedad de sus hermanas), algo que el Papa nunca llegó a probar o a aclarar. En este momento la Toreador Heloise de Couci sirve como abadesa de una de las casas gilbertinas en Lincolnshire, mientras tres Toreador varones trabajan como hermanos legos en otra casa, al norte. Heloise, a cambio del apoyo Malkavian contra los intentos del príncipe Ventrue por capturar su casa, ha incluido el cuidado de los locos en la lista de obligaciones de su abadía, un arreglo que satisface a todos los implicados. El convento de Nogent-sur-seine también está bajo la atenta mirada de los Toreador desde su fundación en 1123. Creado por Peter Abelard para su amada Heloise, este lugar ha sido destino de no pocos Artesanos en peregrinación, que acuden para rezar en la capilla pidiendo un amor tan apasionado como el de Heloise y Abelard. Algunos amantes Cainitas también rezan a la pareja como patrones de un amor que supera todas las dificultades.
Herejía
La herejía es un tema delicado entre los Toreador de la Iglesia. Los Cainitas que han entrado en la religión con la esperanza de ser absueltos del pecado del vampirismo suelen preferir principios estrictos y teologías conservadoras, creyendo que la ordalía los reforzará. Los que se volvieron hacia la Iglesia como un refugio para su arte o como canónigos laicos suelen preferir una mano más abierta en la devoción, y se dan menos al proselitismo y más a la atención a Dios, no al ritual y al dogma. El resultado es una disputa interna que suele provocar que uno de los dos bandos se lance al ataque, empleando a peones mortales para culpar al otro de herejía.
Los antiguos Toreador exigen que estas disputas cesen inmediatamente, o al menos que se desarrollen de forma lo más reservada posible. Una investigación de herejía suele atraer la atención de extraños y preguntas incómodas para todos, especialmente para los Cainitas. Sin embargo, existe una disputa especialmente virulenta a pesar de todas las advertencias: la de los albigenses (o cátaros) que habitan en el Languedoc francés. El extremo ascetismo de los cátaros y su pública creencia en que Satanás rige el mundo material mientras Dios se encarga de lo divino ha comenzado a tener efecto, especialmente entre los escalones superiores de la Iglesia a la que los cátaros ya no sirven, y entre los gobernantes seculares que no pueden cobrarles tributo.
Un sorprendente número de Cainitas, bastantes de ellos Toreador, ha recibido el consolamentum Cátaro (el rito de iniciación), y algunos son perfecti (“perfectos”). La dicotomía de cualquier Artesano al decidir que lo material y físico es malvado y rechazar su perpetuación es demasiado increíble para creerla, por lo que más de un antiguo se pregunta si estos conversos están en sus cabales. Se desconoce el número de Cainitas que decide unirse a los cátaros como creyentes (o credenti), pero se rumorea que son más de los que se piensan. Como los requisitos de los perfecti no suponen un gran esfuerzo para los vampiros (la abstención de toda carne, salvo el pescado, celibato, prohibición de tener hijos, castidad perpetua y extinción de la vida para liberar al espíritu de las cadenas de la sangre), algunos líderes Toreador temen que los que engrosan las filas de la secta puedan estar atrayendo la atención de elementos poco deseables del clero. Los vampiros ya matan sin temor a la retribución, y algunos se preguntan si lo hacen con la bendición de los líderes cátaros.
Además, comienzan a llegar rumores inquietantes que aseguran que los Cainitas que caminan como perfecti hacen pocos esfuerzos por ocultar su verdadera naturaleza; se dice que los peores son resultado del influjo de jóvenes Toreador. Terroríficas noticias se extienden por toda Europa, asegurando que el desangramiento se ha convertido en el método de suicidio de los perfecti, de modo que los moribundos puedan alimentar a los inmortales (que practican el Amaranto sin miedo al castigo). Cuando Raymond VI se convirtió en Conde de Toulouse en 1194, los cátaros entraron en la alta política. A medida que las autoridades seculares se interesan cada vez más en ellos, los antiguos Toreador temen que un escrutinio demasiado severo atraiga la atención de los mortales supersticiosos y de la Iglesia. Los Artesanos más viejos ya están buscando la identidad de los que comenzaron las primeras campañas contra los cátaros, quizá Lasombra tratando de rechazar el influjo de los Toreador, quizá un mortal que sepa demasiado, o puede que otro vampiro que intente enfrentar a los Toreador y a los Lasombra.