No es la gente… es algo que sale de la tierra en ciertas partes del mundo y que tiene un efecto sobre la psique humana, haciendo que el hombre reaccione exactamente de la misma forma una generación tras otra.
-J. Burdett, «Los últimos seis millones de segundos»
Ambientación de La Rusia de Kiev
Ocupado desde el Neolítico, el lugar que acabaría siendo conocido en tiempos medievales como Kiev servía como centro del comercio a lo largo del río Dniéper. Un antiguo asentamiento eslavo floreció en esta región central ya en el siglo II a.C. La abundancia de grano y madera de la zona la convertía en un paraíso agrícola, y la riqueza en hierro para hacer armas y en piezas de caza proporcionaba todo lo necesario para vivir y prosperar. La fecha real de fundación de una ciudad conocida como Kiev (o Kiyv) es el año 482, de acuerdo con la leyenda. Se considera su fundador a Kiy, el príncipe de la tribu eslava oriental de los polianos. Tres hermanos, Kiy, Khorev y Shchek, junto con su hermana Lybid, condujeron a su tribu hasta la región y se establecieron allí, erigiendo una ciudad y bautizándola en honor al mayor de ellos.
La ciudad servía como parada de las rutas de caravanas de Asia Central y como parte bien defendida del «camino varego», las vías fluviales recorridas por los vikingos en sus viajes para comerciar con Bizancio o atacada. La zona se convirtió también en un cruce de caminos para las hordas bárbaras que viajaban deeste a oeste. Magiares, hunos, avaros, búlgaros… todos atravesaron las tierras reclamadas por Kiev, hacia los territorios que se convertirían en Europa Oriental. Aliándose con ciudades similares (como Novgorod, Smolensko, Suzdal y más tarde Moscú) diseminadas por las rutas comerciales de Asia y el Dniéper, Kiev se convirtió en el centro de una laxa confederación de principados, creciendo en prominencia debido a su importancia estratégica en la ruta comercial al Mar Negro. Los comerciantes varegos, conocidos entre los eslavos como «rus», usaban el río para transportar sus mercancías (y botines). Kiev llevaba mucho tiempo como centro de un gran estado cuando la dinastía varega ocupó el trono en el siglo IX. Conscientes de la importancia de la ciudad, los vikingos (guiados por el Príncipe Rurik de Jutlandia del Sur) conquistaron Novgorod en el año 862.
El hijo de Rurik, Oleg, capturó Smolensko y Kiev. Según la leyenda, los eslavos de la región le llamaron: «Nuestras tierras son ricas y prósperas, pero no hay orden en ellas. Ven y gobierna sobre nosotros.» Aunque es dudoso que ocurriese así, Oleg lo usó para reclamar el trono, proclamando a Kiev su nueva capital y «madre de todas las ciudades rusas». Así nació el estado. Hay pruebas de que ya en el siglo IX, muchos de los eslavos orientales de la región eran llamados ucranianos. Aunque el nombre quedaría asimilado por «rusos», la región sigue siendo conocida para muchos como Ucrania. Los varegos eran escasos en número, y adoptaron rápidamente muchas costumbres eslavas, mezclándose con el pueblo que gobernaban. Entre aquellas costumbres había creencias religiosas, especialmente el culto de los dioses paganos de los eslavos. Las culturas se mezclaron con preeminencia de la eslava, y los rusos se beneficiaron culturalmente de sus últimos contactos con Bizancio. Pero el pueblo de Kiev ha entrado en contacto con otras fuerzas más siniestras. Salvajes Gangrel vagan por las zonas más boscosas del país; muchos evitan el contacto con los mortales, pero algunos viajeros desafortunados se han convertido en sus presas. Es frecuente que desaparezcan caravanas enteras en los yermos, atacadas por manadas de Nosferatu chiquillos de la maldita bruja Baba Yaga. Los Tzimisce, atraídos a la región por su riqueza y la posibilidad de añadirla a sus dominios, han escogido a algunos nativos para crear familias ghoul o recibir el Abrazo… sobre todo a causa de la creciente cultura y educación de los rusos (resultado de su contacto con Constantinopla).
Utilizando el gran río, las ciudades rusas lanzaron incursiones contra Bizancio y Bulgaria. El Rey Sviatoslav estableció su trono en la capital de los búlgaros del Danubio hasta que fue derrotado por Juan Tzimisces, el emperador bizantino, en el año 970. El comercio floreció entre Kiev y Constantinopla, y cada primavera una flotilla cargada con miel, pieles, hierro, grano, ámbar y esclavos recorría el Dniéper. Los mercaderes rusos volvían con oro, vino, especies y sedas. En el año 957, la Princesa Olga de Kiev, regente en nombre de su hijo Sviatoslav, acompañó a la flotilla para visitar Constantinopla: allí conoció la fe cristiana, bautizándose en la Iglesia Ortodoxa Oriental duraste su estancia. Aunque su hijo estaba demasiado ocupado con las conquistas para molestarse por la conversión, el hijo de éste, el Príncipe Vladimir, invitó a miembros de varias religiones a encontrarse con él para, que pudiese decidir cuál sería mejor para su pueblo. Aficionadoa «las mujeres y la complacencia». Vladimir rechazó enseguida el Islam, pues requería la circuncisión y prohibía el vino y la carne de cerdo. El judaísmo siguió el mismo camino: aunque era flexible en cuanto al vino, también imponía la circuncisión y la abstinencia del cerdo. La Iglesia Católica Romana estuvo a punto de lograr el éxito al asegurar al príncipe que la carne de cerdo, el vino y la circuncisión no formaban parte de sus ritos, pero su intento fracasó al mencionar el ayuno. Finalmente, impresionado por las ricas y bellas iglesias de Constantinopla, Vladimir declaró la Iglesia Ortodoxa Oriental religión oficial en el año 988 (aunque olvidó hablar a los patriarcas de su harén y sus múltiples esposas). Sus súbditos fueron bautizados en masse en el río. La construcción de la Iglesia Desyatynna (Iglesia de los Diezmos) empezó al año siguiente,
En el año 1019 subió al trono el Príncipe Yaroslav el Sabio, Su promoción de la cultura y la educación por todo el país llevó a éste a una edad de oro. La construcción de la Catedral de Santa Sofía comenzó en 1037, se compiló y puso en práctica un código legal conocido como la Ley de los Rus, y se erigió la Puerta Dorada de Kiev. En el año 1051 se construyó en las colinas al sur de la ciudad el Monasterio de las Cuevas, que acabaría convirtiéndose en el centro religioso más importante del país.
Los artesanos de Kiev eran famosos por su delicado y exquisito trabajo. La ciudad se convirtió en una de las más sofisticadas y ricas de Europa, mucho más cultivada que la mayoría de sus vecinas. Como centro del comercio entre el Báltico, Europa Occidental y Constantinopla, Kiev amasó grandes riquezas.
La grandeza de la ciudad le hizo ganar fama y estima. Tres hijas de Yaroslav se casaron con los reyes de Noruega, Francia y Hungría. El sucesor de Yaroslav se casó con la hija del Rey Harold de Inglaterra.
Pero el clima político no era estable. La región era el eterno escenario de la guerra entre los numerosos pequeños príncipes que reclamaban tierras. Según el sistema de sucesión, a los hermanos mayores les correspondía una mayor parte de la herencia, pero los hijos segundones de las familias importantes no estaban de acuerdo con tal desigualdad. En lugar de esperar la muerte de su hermano mayor para heredar su parte, los herederos más jóvenes empezaron a tramar asesinatos, unirse para tomar por la fuerza las propiedades de sus hermanos mayores y librar batallas para hacer caer a los gobernantes del momento. La corona estaba siempre involucrada en una u otra mezquina disputa. Mientras el príncipe dedicaba su tiempo a sofocar las rebeliones, los principados en torno a Kiev empezaron a abrirse camino hacia el lucrativo comercio de la ciudad, amasando su propia riqueza.
Los celos entre las manadas rivales de Lupinos y las frecuentes incursiones de los Tzimisce también se cobraron un precio. Era frecuente que Tzimisce rivales «adoptasen» ciudades o principados como protectorados suyos, para desatar toda su furia contra el asentamiento de su enemigo, aterrorizando a la población, cometiendo atrocidades y dejando muestras de su paso en forma de grotescas «obras de arte», todo ello sin dejar de saquear todo lo posible. Estas evidencias de lo sobrenatural asustaban a la población. Algunos hablaban de demonios de ojos rojos volando en la noche. Otros susurraban que los hijos de la bruja se estaban vengando; de hecho, la progenie de Baba Yaga hacía desaparecer con misteriosa frecuencia a mortales, Lupinos y Cainitas. El Gran reino de Kiev duró sólo 150 años. Plagada de príncipes enfrentados, con toda su atención puesta en el comercio, la grandeza y la cultura, Kiev era una fruta madura esperando que alguien la cogiese. Andrey Bogolyubov, príncipe de un territorio del nordeste llamado Suzdal, saqueó Kiev en el ano 1169: muchos ciudadanos fueron asesinados, y otros vendidos como esclavos. El Príncipe Andrey reunió todo aquello de valor que pudo llevarse y se dirigió al norte, hasta llegar a Moscú.
Kiev quedó en ruinas, sus puertas antaño orgullosas derribadas, sus casas convertidas en ceniza. En 1197, la ciudad todavía está intentando recuperarse del saqueo. La gente empieza a intentar repara lo que ha quedado y construir de nuevo. En muchos lugares, todo lo que queda de la gloriosa Kiev son ruinas en medio de campos de huesos y calaveras. Una sensación de cementerio pesa sobre la ciudad. Aunque sus habitantes conseguirán restaurar una cierta apariencia de orden, ahora no hay príncipe. Nadie gobierna, salvo la fuerza de las armas. La mayoría de estos señores- ladrones se dedica únicamente a tomar lo que quieren e impedir que otros les hagan lo mismo a ellos. La mayor parte de los Señores de la Sombra y los Colmillos Plateados se han trasladado hacia el oeste. Unos pocos Tzimisce, reacios a partir, siguen haciendo incursiones en la vacía Kiev, pero queda poco que tomar. Los campesinos sobreviven lo mejor que pueden, algunos convirtiéndose en granjeros libres cuando sus amos mueren o se marchan. Y los hijos de Baba Yaga acechan en la noche, esperando que pasen viajeros solitarios.