Un relato de cómo se comportan los seguidores de este camino o vía, te servirá para comprender mucho mas de ellos si solo leísteis el manual básico de Vampiro Edad Oscura, debido a que en dicho libro la descripción es muy pobre. Espero que te sirve tanto como a mí para comprender como funciona.
Via Caeli: El Camino del Cielo
Estaban hombro con hombro en la iglesia en ruinas, llenando el aire con gritos y suplicas de salvación. Atravesé la muchedumbre, intentando no fijarme en las caras podridas ni en la mirada de esperanza que brillaba salvajemente en sus ojos. El hedor de la putrefacción pesaba en el aire.
Me abrí paso hasta el altar donde se encontraba el padre. Los leprosos le rodeaban guardando una respetuosa distancia, sus repulsivos rostros transfigurados por la fascinación ante su ministerio.
Una muchacha de unos quince anos (no resultaba fácil calcularlo) se arrodillo a los pies del padre. El sacerdote la contempló con una sonrisa, su rostro la imagen del amor y la amabilidad. Sostenía un cáliz rebosante de sangre.
“Bebed de mi y viviréis, dijo el Señor.” Mis entrañas dieron un vuelco cuando la muchacha aceptó beber del cáliz.
Era peor de lo que me habían preparado para creer. ¿Quién habrá Abrazado a aquel hombre, sin decirle nada de lo que era, o de las leyes por las que vivíamos? Ya habrá violado el Silencio de la Sangre mas de diez veces. Me adelante entre los adoradores hasta llegar junto a el. «¿Padre Domingo?»
“¡Mis manos!», Exclamó la muchacha, dejando caer el cáliz. La alegría y la maravilla transformaban sus arruinados rasgos. “¡Puedo sentirme las manos!». La multitud reunida lanzó un grito cuando se aferró a las piernas del padre, llorando descontroladamente.
“Padre Domingo”, dije un poco mas alto. “Vengo por orden del príncipe de Sevilla. Debéis despedir a esta gente acompañarme”.
El padre puso suavemente su mano sobre la leprosa, con una cariñosa sonrisa, Era un hombre de baja estatura y porte digno, con una barba salpicada de gris y pequeños ojos oscuros. «Estoy atendiendo a los enfermos, hijo mío. ¿Acaso quiere ese príncipe que abandone la obra del Señor?”
Elegí mis palabras con cuidado, en busca de algún vestigio de cordura en sus ojos. “Padre, esto no es la obra del Señor”. Se trata de un terrible error. No deberíais estar y haciendo esto, os ruego que despidáis a esta gente.”
El padre Domingo me miró con una expresión de suave reproche. “¿Despidió Pablo el Apóstol a los tullidos y los enfermos? El Señor dice a sus hijos que hagan el bien de acuerdo con sus dones. Y a mi se me ha concedido un don en verdad maravilloso.”
“¡Estáis dándoles vuestra sangre!”, sisee. “Eso mitiga su dolor por un tiempo, pero no durara: ¡No es curación, es una tortura! Y las noticias de vuestras “buenas obras” se extienden como el fuego por el campo. Debéis deteneros. Por ellos, por vos mismo, y… por otros de los que no sabéis nada”. Hice una profunda pausa, aborreciendo lo que tenia que decir; pero no me quedaba alternativa. “Tengo hombres fuera, padre, Soldados. Si no venís conmigo voluntariamente, tienen órdenes de llevaros por la fuerza, Y matar a quien se interponga.”
El padre me miró fijamente, y por un momento temí que fuese a desafiarme. Pero entonces me sonrió: “Será como lo quiera el Señor; hijo mío. Tengo toda la eternidad para ayudar a los necesitados. Llévame ante tu príncipe”.
Dos palabras de engañoso poder: Deus Vult… Dios lo quiere. Con esas dos palabras, el Papa Urbano II prendió el fuego de las Cruzadas en lo95. No puede sobrestimarse el poder de la Iglesia sobre las mentes de los hombres. Es la base de todo el orden social, y el tapiz en el que se teje la realidad. Todas las cosas vienen de Dios, incluso, como creemos, la marca de Caín. Es natural para alguien que ha sido Abrazado creer que se trata de la voluntad del Señor. ,Acaso no afligió a Job con todo tipo de maldiciones para probar su inconmovible fe?
En algunos casos, los chiquillos se convierten en celotes por las enseñanzas recibidas de sus sires. Sin embargo, Con mas frecuencia es una reacción instintiva a su nueva existencia. Esto se manifiesta de varias formas. Algunos chiquillos, fieles a la Iglesia en sus vidas mortales, quedan tan horrorizados por el Abrazo (y la condenación que implica) que buscan justificar lo que les ha ocurrido de forma que deje esperanzas de salvación, o al menos de servir de alguna forma a los designios divinos. Son los discípulos, los sanadores, los vengadores sagrados 0, todavía peor, el azote de los condenados. Los discípulos son el tipo mas común de celote, preocupados por el misterio de la existencia y por su papel en el ordenamiento divino. Los sanadores creen que sus clones existen para aliviar el sufrimiento de mortales y Cabinitas, si los enfermos están dispuestos a aceptar al Señor. Los vengadores sagrados se ven como el brazo ejecutor de Dios en la Tierra, los jueces y verdugos de los pecadores. Quienes se consideran el azote de los condenados son los mas aterradores de todos, creyendo haber recibido su misma forma para poder buscarlos y destruirlos con mas facilidad.
Otros chiquillos (que pueden haber llevado unas vidas no muy piadosas como mortales) se ven inclinados a buscar activamente a Dios tras su Abrazo. Estos celotes consideran sus no vidas una especie de terrible penitencia o una suprema prueba de fe. Buscan ayudar a sus hermanos mortales y Cainitas, haciendo el bien como medio de arrepentimiento y conduciendo a otros por la senda hacia el Cielo.
Es importante tener en cuenta que no todos son necesariamente cristianos. Me he encontrado con celotes druídicos, islámicos e incluso dionisiacos. AI celote lo define su devoción religiosa, sea cual sea su fe. Pero, por desgracia, esta misma devoción provoca con frecuencia cruentas luchas entre ellos. Las Cruzadas han llevado a celotes cristianos y musulmanes por igual a cometer actos de inenarrable crueldad tras los mismos muros de la sagrada Jerusalén.
Para el celote, la Bestia no es más que la pérfida voz de Satán, que le tienta hacia el mal y la iniquidad.
Llevando a cabo la obra encomendada por el Señor, el seguidor de la Vía Caeli repudia a la Bestia y se eleva por encima de su condena.
Así como hay muchas y muy distintas interpretaciones de su condición, varia la ética de cada celote. El sanador y el discípulo buscan seguir los principios de sus religiones en todas las cosas, meditando acerca de las enseñanzas de Dios y mostrando su fe. El vengador sagrado y el azote de los condenados son otra cosa, y están dispuestos a buscar a los malvados en todas sus formas y juzgarles. Estos celotes exterminan a los perversos sin piedad ni remordimiento. En el mejor de los casos, estos Ángeles de destrucción respetan sólo de palabra las Tradiciones y el gobierno de los príncipes, pues sirven a una autoridad superior.
La naturaleza del celote puede variar entre la completa inocencia y el fanatismo más exacerbado. La juvenil alma del niño tiene una inconmovible fe en todas las cosas, mientras que el penitente busca redimir sus malandanzas terrenales. El cuidador intenta asumir personalmente todo el sufrimiento del mundo, mientras el juez y el tirano se creen el puno de Dios, los únicos capaces de determinar si un alma ha vivido en la iniquidad o en la pureza.
El celote encuentra sitio en muchos clanes distintos, particularmente entre los Brujah, que dan la bienvenida al santo y al sanador. Por cada Nosferatu que sigue el Camino del Diablo, hay otro que recorre el del Cielo, viendo su espantosa deformidad como una prueba enviada por Dios. La mayoría de los celotes del clan Ventrue se convierten en vengadores sagrados o azotes de los condenados. El clan de los Capadocios fomenta activamente la diligencia monástica de los discípulos en su búsqueda del conocimiento de lo que aguarda mas allá del velo de la muerte.
El aspecto del celote varia mucho, según su orientación. El santo y el sanador prefieren el humilde atuendo del penitente, llegando a veces al extremo de no llevar mas que arpillera y cenizas. El vengador sagrado y el azote se visten como consideran adecuado para un ángel vengador del señor, por lo general imponentes atavíos de colores negro y rojo. Cultivan un semblante severo y una personalidad autoritaria.