Un relato de cómo se comportan los seguidores de este camino o vía, te servirá para comprender mucho mas de ellos si solo leísteis el manual básico de Vampiro Edad Oscura, debido a que en dicho libro la descripción es muy pobre. Espero que te sirve tanto como a mí.
Via Humanitis: El Camino de la Humanidad
Cuando llegue al pueblo de San Sebastián ya era demasiado tarde.
Habían sacado a Jesús de su santuario, llevándole a rastras hasta la plaza, donde esperaba el sacerdote local con una hoguera. Arrojaron su maltrecho cuerpo a los pies del hombre santo. Jesús estaba pálido, mas que la nieve, con sangre fluyendo de heridas demasiado numerosas para curarlas. No puedo imaginar a mi chiquillo luchando contra aquella gente, sus antiguos vecinos y parientes. Mas bien, se volvieron contra el como una manada de perros.
Los ojos del hombre santo resplandecieron de triunfo. “Eres obra del Demonio!”, dijo exultante, con una voz aguda. Apunto un esquelético dedo hacia Jesús. “¡Sucio íncubo! Después de esta noche no volverás a atormentar a las hijas de San Sebastián!”
“¡Amen!”, Trono la voz del herrero, que mantenía sus gruesos brazos en torno a la pálida figura de su hija. Esta temblaba como un pájaro atrapado, sus ojos abiertos y bañados en lagrimas.
“Traed a las muchachas, y a todos los tocados por la maldad de este demonio”. La multitud se agito. “No temáis, no puede haceros daño mientras yo este cerca”.
Una a una, las tres se adelantaron. Eran del mismo tipo, jóvenes y rubias, esbeltas y flexibles como ramas jóvenes y con grandes ojos azules. Apenas dirigieron una temerosa mirada a Jesús. Sus ojos estaban fijos en el sacerdote.
El hombre miro a Jesús, respirando profundamente y haciendo acopio de valor. Por fin se acercó a el, envolviendo su mano en el cabello manchado de sangre de Jesús: “Contempla los rostros de aquellas a las que has ofendido. En el nombre de Dios te ordeno que las liberes de tu control“
Y vi a mi querido chiquillo reuniendo fuerzas Rara mostrar una sonrisa cansada. “Hola, pequeñas mías”, les dijo. “No os asustéis. Lamento que tengáis que verme así…» El sacerdote dio una salvaje sacudida a la cabeza de Jesús: “Libéralas, demonio!”
Con un grito, Jesús se libero de la presa del sacerdote, “Por que Soy uno de tus demonios, padre? ¡Porque lo dice tu libro sagrado? ¿Y si te dijera que puedo sentir amor; y remordimiento, y culpa? ¿Y si te dijera que nunca be tomado una vida humana, que toda vida es sagrada para mi? No he hecho nada a estas niñas, y ellas lo saben, Muchos de ellos han nacido aquí mismo, En otros tiempos mas felices, yo te hacia zapatos, Lo que han dicho contra mí lo han dicho por miedo, Ellos saben el nombre del monstruo que les a tormenta, Y tu también.”
“¡No te burles de mí con tus mentiras, tentador!” El sacerdote mostró un salvaje brillo en tos ojos al empujarle la cara, “Esta buena gente ha visto tu cubil de serpiente, donde le escondes de la luz del día, ¡Saben lo que eres, y no puedes seguir engañándoles!” Hizo gestos frenéticos a los expectantes aldeanos, que se acercaron con cubos de brea, uno de ellos era Manuel, el hermano de Jesús.
Contemple impotente como derramaban la brea caliente sobre el, Creí oír que me llamaba, con un voz tan baja que solo yo pude captarla: “Padre… perdónales…”
El sacerdote siguió a Jesús mientras le arrastraban a la hoguera: “¡Tormento! ¡Profanador! ¡Tu tiempo en la Tierra ha llegado a su fin! ¡Pronto aullaras en tas llamas!”
Llevaron a mi chiquillo ha su lecho de pino y el sacerdote agarro una antorcha, sosteniéndola sobre la cabeza.
“Engendro de Satán, no se dirá que nuestro Dios no es un Dios misericordioso, Reconoce tu culpa ante esta gente y ruega al Señor que le perdone, Puede que salve tu alma.”
Vi el miedo en los ojos de mi chiquillo, et puro terror ante lo que iba a ocurrirte, pero se limito a sacudir la cabeza. “No mentiré para salvarte, sacerdote. No mentiré a mis amigos sobre la serpiente que hay entre ellos”. Recurriendo a todo su valor; consiguió sonreír a las niñas, “Decid la verdad a vuestros padres. No por mi sino por todos vosotros. Esto no acabara aquí…”
Con un bramido de rabia, el sacerdote bajo la antorcha, y mi chiquillo fue devorado por las llamas.
Había escogido a Jesús por su amor por el conocimiento. Era el hombre mas amable que jamás había conocido. Yo jamás había deseado la muerte de alguien: incluso cuando ardió Cartago, solo pude llorar por lo perdido. Pero al observar la mirada de triunfo del sacerdote, sentí crecer en mi interior algo frió, como una espada de hielo. Aquella noche habría una retribución. Por Jesús, por los niños. Mi chiquillo no seria el único en arder.
Somos lo que somos, al nacer, en la vida y en la muerte: hijos de un gran Dios celoso. Hay entre los Cainitas quien ve el Abrazo como una transformación, ya sea en bestia, en dios o en monstruo. Yo digo que no somos nada de eso. Somos humanos, con una infinita capacidad para el bien y el mal, aun presas de la condenación.
Muchos Cainitas se ve como pródigos, ya sea accidentalmente o a propósito. Es natural que nos aferremos a las cosas conocidas frente a una fría realidad nueva. Aunque el Abrazo nos ha alejado de la luz del sol y llevado a desear la sangre de nuestros vecinos, no podemos olvidar lo que una vez fuimos. Pocos de nosotros pedimos este cambio. Teníamos nuestra situación en la vida, nuestras familias, nuestros amantes. Los pródigos ven la tragedia de nuestra separación del mundo mortal, y están horrorizados por las llamadas de la Bestia.
Independientemente de las circunstancias de su Abrazo, el pródigo ve el vampirismo como una terrible condena. Para evitar la degeneración, se centra con mas fuerza en sus reflexiones, sentimientos y recuerdos de la mortalidad. Para el, la Bestia es una maldición que amenaza :con tragarle: mientras se resista a su control, no todo estará perdido. Con este fin, el pródigo se esfuerza por conservar aquellas cualidades que elevan la condición humana: fe, misericordia, compasión y caridad.
La ética de los pródigos es sencilla, pero abierta a las variaciones. Un principio universal es matar sólo cuando sea absolutamente necesario. Algunos pródigos intentan no beber sangre humana, subsistiendo con la floja y amarga vitae de los animales. Suelen interceder entre vampiros y , mortales, y actúan para proteger a la humanidad de los abusos y crueldades de los vampiros mas despiadados. Son ellos quienes defienden a los mortales en los consejos de la Estirpe, e igualmente ayudan a sus hermanos Cainitas a elevarse por encima de su condición y recuperar la humanidad perdida.
Son esos mortales que aman la vida y sus interacciones los que suelen volverse a la Vía Humanitatis. Sea cual sea su pasado o su personalidad, están tan arraigados en sus experiencias y sentimientos que les resulta difícil dejar ir a la condición humana.
El Camino de la Humanidad ha sido siempre el fundamento del clan Brujah, y dio nacimiento a la resplandeciente visión de Cartago. Los pródigos son igualmente bienvenidos entre los Toreador y su comportamiento hedonista, mientras los Nosferatu cultivan su humanidad como un desafió a sus retorcidas forma. También hay Ventrue que, a pesar de sus modos patricios, no han olvidado lo que significa ser humano. Se puede decirlo mismo de mucho Capadocios e incluso de los temibles Tremere.
En cuanto a su aspecto, el pródigo se esforzara por conservar el estilo de atuendo de su vida mortal, fuera cual fuera su posición social. De esta forma reafirma continuamente su pretensión de humanidad.