Estoy a punto de confiarte un secreto, uno que se ocultó a los cristianos y a las romanos que aterrorizaron nuestras tierras: hace mucho tiempo caminaron los Wyck, abriendo Senderos a través de los Otros Mundos. Nos dejaron las marcas de estos caminos como legado, y nosotros los guardamos con gran celo.
Estas señales de las Wyck son invisibles a los simples ojos mortales. Para contemplarlas debes dejar vagar tus sentidos por la Periferia, mirando alrededor. Si tienes el adiestramiento adecuado los signos se harán lo suficientemente claros. Síguelos dentro de las Brumas y encontrarás un Sendero. ¿Ves el extraño nudo en el tronco de ese viejo árbol? Es una señal que pocos pueden ver, mucho menos comprender. Nosotros, que conocemos los secretos, podemos dar con ellas, encontrar las entradas a estos Senderos y llegar a ellos desde el Mundo Mortal sin tener que estar en la Penumbra. Cuando aprendas las señales que conducen a los Senderos de los Wyck, guárdalos bien. A nuestros enemigos les encantaría encontrarlos.
Los Viejos Caminos conducen a cualquier lugar que puedas imaginar, y no tienen ni cortes ni tráfico. De vez en cuando puedes encontrarte con una bestia mágica, un barranco o una colina empinada y quebrada. Sin embargo, un viajero decidido puede cruzar de un extremo del mundo al otro sin tener que vadear ríos y mares. Podrás imaginar la utilidad de estos derroteros y lo destructivos que serían en manos de un conquistador. Al revelarte este secreto te confió una sagrada carga. Ni el oro ni la tortura son motivo suficiente para traicionarla.
Los Senderos no son fáciles de recorrer, más bien todo lo contrario, y sólo alguien experimentado debería intentarlo. Estos Caminos son infinitos, primo, y si no tienes cuidado podrás vagar por ellos para siempre. La Creación es mucho mayor de lo que cualquiera de nosotros puede concebir. Algunos Senderos conducen a Londres, otros a Berlín o a tierras que nunca he visto y otras a las mismas estrellas. Las guías en este viaje son la confianza, la pureza, la imaginación y la intención. Se dice que los Senderos sólo te llevarán donde quieres ir si realmente comprendes cómo llegar allí.
Estos caminos no son para cualquiera, e incluso los primeros místicos los encontraban inquietantes. Toma mi mano y camina conmigo. ¿Ves lo que quiero decir? Tinieblas a ambos lados, como una tormenta en los páramos… como una ola de niebla vagamente iluminada, tan cercana que duele aspirarla… gemidos fantasmales a lo lejos, como un coro de lamentos… suelo traicionero y raíces como las manos de los ladrones. No es un reino ni de carne ni de espíritu. Lo toca todo, pero no pertenece a nada. Vigila las raíces… Estos bosques son anclas de la Creación, árboles del mundo en el sentido más estricto. La magia y la ciencia son inútiles en los Viejos Caminos. Estamos en un lugar del alma, no de los trucos de la humanidad. Aquí todos los sonidos son apagados, toda luz se convierte en una neblina. Los Senderos son fríos, hasta en Arabia, y nunca los ilumina sol alguno. A ambos lados, las Brumas conectan este reino con todos los demás. Para alcanzar tu destino debes enfrentarte al frío, cerrar los ojos, entrar en las Brumas y rezar por pisar en el lugar adecuado.
Los Viejos Caminos son una prueba, un examen despiadado. He oído de magos mucho mayores que yo que entraron en ellos y nunca regresaron. Cuando Nightshade y William Groth, fundadores de nuestra Tradición, marchaban en sus paseos solitarios, lo hacían desnudos, sin compañía alguna y armados únicamente con un cuchillo y con su fe. Viajaron a lugares de que nunca se había oído hablar y trajeron de vuelta a gente a la que nunca se había visto. Esa es la verdadera magia de los Senderos: cruzar más allá de lo que conoces y volver para contarlo… suponiendo que consigas regresar. Los Viejos Caminos exigen coraje, fe y visión. Sin los tres, el viajero se perderá.
NOTA – Mago La Ascencion 20 Aniversario: Las leyendas hablan de los Viejos Caminos, las Sendas de los Wyck que fueron abiertas a través de la Creación cruda en los más tempranos días de la humanidad. Se dice que sólo los viajeros más primarios (brujas y chamanes) pueden siquiera encontrar estos Caminos, aún menos viajar por ellos.