Libertad frente a organización, voluntad frente a rectitud, antiguos frente a neonatos… Todas estas luchas caracterizan a los vampiros del Sabbat, que parecen unidos tan sólo por el odio que sienten hacia los Antediluvianos y por el desprecio que demuestran hacia el ganado.
Trasfondo: Wallace el Negro no podía haber pedir nada más de su vida ni de su muerte.
Heredero de un condado, Wallace tomó posesión de su asiento en la Casa de los Lores a la edad de 28 años. Famoso por sus excesos, frecuentaba un burdel de Londres que satisfacía “necesidades inusuales y egregias”, y se rumoreaba que su padre se invirtió una enorme suma para comprar el silencio de cierto baronet cuya hija había sufrido una gran indignidad después de coquetear un poco con Wallace.
A pesar de sus indiscreciones, el joven se comportaba con porte aristocrático y aprendió rápidamente el funcionamiento del Parlamento. Siempre argumentó vigorosamente sus preocupaciones, e hizo poderosos aliados. En la Casa de los Lores se le terminó conociendo como un hombre de convicciones y determinación en vez de como el matón y el sádico que era en realidad.
En los albores de la década de 1640, Wallace se enamoró de la cruzada de Oliver Cromwell contra la Iglesia Anglicana, y durante la Guerra Civil inglesa lideró una de las turbas más notorias del líder puritano.
Normalmente, un hombre de su condición se hubiera limitado a orquestar tales actos de violencia, sin embargo Wallace disfrutaba dirigiendo a sus hombres. El propio Cromwell remarcó en una ocasión que el noble podría estar obteniendo demasiado placer de estas incursiones, pero también hizo notar que los particulares apetitos del conde no empañaban su capacidad de liderazgo.
Cuando Inglaterra se embarcó en la Guerra de los Treinta Años contra España, Wallace se involucró en ella inmediatamente. Su liderazgo fue superlativo, y fue capaz de conseguir sustanciosas propiedades en España a cambio de la Paz de los Pirineos. En 1659, durante un viaje por sus haciendas españolas, concertó una cita con el maestro pintor Diego Velázquez, quién, aunque ya envejecido, realizó un piadoso y exquisito retrato de Wallace.
Mientras mostraba este retrato a los asociados de Wallace de la corte española, el joven sirviente que sostenía el cuadro lo dejó caer, y una de las esquinas golpeó contra el suelo, rompiéndose así el marco. Los anfitriones se disculparon profusamente, pero el conde no le dio ninguna importancia. Una semana después hizo los preparativos para que el joven fuera trasladado a su propia hacienda. Aquella noche, el conde hizo colgar el cuadro en sus aposentos, escoltó al asustado muchacho a su interior y deslizó suavemente una astilla del marco en el ojo del niño.
Wallace se quedó allí, disfrutando del momento, consciente a la vez de su fabuloso poder y de la licencia para explorar los rincones más oscuros de su alma, cuando llegó hasta él una voz que procedía de las sombras de la habitación. Hablaba con la lentitud de alguien que ha tomado una decisión largo tiempo meditada.
“Sí, sí… por supuesto que tienen razón. Pero prefiero tomarte ahora antes que encontrarme contigo como uno de los Ventrue de Mithras…”
Entonces los rincones más oscuros de la habitación se cerraron sobre Wallace. Los negros tentáculos le sujetaban con fuerza y sacaban el aire de su garganta. Enfurecido, aterrorizado e indefenso, el conde pudo ver cómo un hombre atezado emergía de las sombras y, tras examinarle por un instante, empujó lentamente su cabeza hasta ponerla en contacto con el retrato.
“En los siglos venideros, cuando se te olvide cómo era tu rostro, celebrarás tener este cuadro sobre todo lo demás… si sobrevives” Luego el hombre lo arrastró a través de la ventana y de la noche.
Si el Abrazo de “Wallace el Negro” había sido indeciso, si el clan se había cuestionado su potencial, lo cierto es que todas estas inquietudes pronto se desvanecieron. El joven disfrutaba con el poder de su nueva forma vampírica, se adaptó inmediatamente a la estructura aristocrática de los Lasombra, y, por encima de todo, supo apreciar las oportunidades ilícitas que le ofrecía su pertenencia al Sabbat.
Al principio le preocupaba enormemente su baja posición en las filas del clan, pero si había algo en lo que Wallace era especialmente hábil era en cuestiones políticas. Enseguida dedujo que le sería mucho más fácil adquirir poder revelando a los traidores entre las filas de la secta que luchando contra la Camarilla. Su oportunidad para poner a prueba esta teoría llegó antes de lo que podría haber esperado; de hecho, fue su condición de neonato lo que hizo que la oportunidad viniera a él.
Una noche, apenas unos minutos antes de que despuntara el alba, un extraño se aproximó a Wallace, y le ordenó que llevara a su Sire, Lord Vauxhall, a los establos a la noche siguiente. El hombre urdió una apresurada historia de intriga, y le prometió que Lord Vauxhall le recompensaría por obedecer estas instrucciones, y que probablemente le mataría si no lograba cumplirlas. Lo más importante de todo es que el extraño le explicó al neonato que no debía decirle a nadie nada sobre su encuentro, ya que había espías por todas partes. Luego, el desconocido se desvaneció, dejando a Wallace, que tuvo que huir de la proximidad de la luz diurna sin tiempo para considerar la conversación.
El extraño había interpretado bien su papel, y casi cualquier vampiro recién creado se habría sentido intimidado y habría hecho exactamente lo que le hubiera sido dicho. Sin embargo, el joven conde ya había planeado más de un golpe en su vida mortal y era capaz de reconocer una conspiración a primera vista. Irrumpió en sus habitaciones y tuvo el tiempo justo de escupir una orden antes de caer en su sueño diurno.
Cuando el sol abandonó el cielo a la noche siguiente, el extraño surgió del suelo bajo los establos.
Inmediatamente, una docena de ghouls Lasombra saltaron de sus escondites y se arrojaron sobre él. Le sujetaron hasta que Wallace , acicalado y bien alimentado, se alzó y se abrió camino hacia las cuadras.
Tanto la historia como Wallace han olvidado por qué buscaba aquél asesino Gangrel antitribu a Lord Vauxhall. Sin embargo, sí se recuerda cómo el conde le arrancó sus secretos rajando longitudinalmente el cuerpo del traidor hasta llegar al hueso, dejando largos segmentos de cuerda anudada en las heridas y esperando a que estas sanaran, sólo para atar los extremos de las sogas a dos caballos y hacerles cabalgar en direcciones opuestas. Después de su tercera evisceración, el hombre habló libremente.
Efusivamente felicitado y recompensado por sus actos, Wallace aprovechó este momento para comenzar una implacable cruzada contra “los enemigos de dentro”. No esta muy claro si su verdadera motivación fue una genuina preocupación, el beneficio político o la oportunidad de practicar la tortura.
Cada uno de los motivos creció para alimentar a los demás, y al siglo de su Abrazo, el conde se había convertido en un vampiro poseído por sus propias pasiones. Despedazaba a los traidores, a los impuros y a los sospechosos. Pocos se atrevían a desafiarle, y todos comenzaron a temerle.
Wallace el Negro fue nombrado Inquisidor en 1780, tanto para focalizar sus energías como para templarle con la compañía de los demás Inquisidores. En la actualidad es conocido por ser el más apasionado y temido de los suyos, y algunas veces insiste a sus compañeros durante semanas para consumar un castigo que sus camaradas “desestimaron con demasiada prontitud”.
Imagen: Quizá de forma previsible, Wallace el Negro tiene los ojos oscuros y el pelo azabache. Sus ghouls tienen instrucciones de arreglar su barba y su bigote a la imagen de su preciado retrato. Sus dientes están en un estado bastante malo para los estándares del siglo XX, y cuando despliega sus colmillos, éstos parecen ligeramente torcidos.
Sugerencias de Interpretación: Eres la peor pesadilla de un infernalista, y a menudo también la de los inocentes. Disfrutas particularmente torturando a los débiles, pero de vez en cuando te muestras clemente ante cualquiera que comparta tu disposición, esperando alimentar sus apetitos. Incluso tus colegas inquisidores vacilan en cuestionar tu autoridad.
Clan: Lasombra
Sire: Lord Vauxhall
Naturaleza: Sádico
Conducta: Vividor
Generación: 8ª
Abrazo: 1659
Edad Aparente: Recién entrado en la cuarentena
Físicas: Fuerza 5, Destreza 3, Resistencia 5
Sociales: Carisma 3, Manipulación 4, Apariencia 2
Mentales: Percepción 5, Inteligencia 3, Astucia 4
Talentos: Alerta 3, Atletismo 3, Esquivar 4, Estilo 2, Interrogatorio 5, Intimidación 5, Liderazgo 3, Pelea 1, Subterfugio 3
Técnicas: Armas C.C. 4, Armas de Fuego 3, Equitación 4, Etiqueta 3, Pericias 2
Conocimientos: Academicismo 2, Burocracia 2, Cultura del Sabbat 3, Investigación 5, Leyes 4, Lingüística 2, Ocultismo 3, Política 4
Disciplinas: Auspex 2, Dominación 4, Obtenebración 3, Potencia 4, Taumaturgia 4
Sendas Taumatúrgicas: Manipulación Espiritual 4
Trasfondos: Contactos 5, Influencia 6, Posición en el Sabbat 3, Recursos 6
Virtudes: Consciencia 2, Autocontrol 3, Coraje 3
Moralidad: Senda del Acuerdo Honorable 4
Trastornos: Fuga, Histeria
Fuerza de Voluntad: 6